La eutanasia seguir¨¢ en la clandestinidad

El hombre que, bajo estas l¨ªneas, relata la experiencia m¨¢s dura de su vida, la muerte de su compa?era a causa de un c¨¢ncer, ha exigido el anonimato. Ella, una vez traspasado el umbral de lo que juzg¨® como sufrimiento intolerable, quiso controlar el momento de irse y opt¨® por la sedaci¨®n terminal.

Muri¨® con los suyos, en su casa y sin dolor. Pero casi en la clandestinidad, dentro de la legislatura en la que la Comunidad de Madrid emprendi¨® una persecuci¨®n contra un m¨¦dico, Luis Montes, y su equipo del hospital Severo Ochoa por sedaciones terminales inadecuadas que los tribunales han dejado en lo que era: un bulo. La eutanasia, es decir, ayudar a morir a un enfermo que padece una enfermedad irreversible y que expresa ese deseo de una manera l¨²cida, es ilegal en Espa?a. El C¨®digo Penal castiga con la c¨¢rcel a quienes presten ayuda necesaria al suicidio. Sin embargo, los espa?oles apoyan mayoritariamente la regulaci¨®n del ¨²ltimo derecho ciudadano que queda por conquistar: decidir sobre la propia muerte. Varias consultas, a ciudadanos y a m¨¦dicos, as¨ª lo demuestran (v¨¦ase gr¨¢fico adjunto). La ¨²nica formaci¨®n que propone despenalizarla es IU. Ha desaparecido del programa del PSOE, que en 2004 s¨ª incluy¨® su estudio, en un giro hacia posiciones que no incomoden a la Iglesia cat¨®lica.