Medios en la picota
Los debates televisivos entre los se?ores Rajoy y Rodriguez Zapatero, candidatos al Congreso de los Diputados -pese a las apariencias, la presidencia del Gobierno no se decide formalmente este domingo-, han puesto en el centro de muchos an¨¢lisis el papel de los medios de comunicaci¨®n en las campa?as electorales y, m¨¢s en general, a la hora de informar sobre la actividad que despliegan los partidos pol¨ªticos y sus l¨ªderes. No en vano, se ha producido una general coincidencia a la hora de calificar dichos debates como encorsetados, carentes de agilidad y escasamente atractivos en su contenido.
Daba la impresi¨®n de que los candidatos ten¨ªan tanto temor a posibles preguntas o sugerencias inc¨®modas que decidieron reducir el papel de los moderadores al de meros controladores del paso del tiempo. Como me dec¨ªa un buen amigo tras el primer debate, en lugar de un periodista pod¨ªan haber puesto un sem¨¢foro y asunto concluido.
?Se imaginan un debate electoral entre Clinton y Obama, sin apenas discusi¨®n abierta y llevado por un d¨®cil moderador?
Desde hace algunos a?os vienen reproduci¨¦ndose determinadas pr¨¢cticas que erosionan abiertamente el papel de los medios en lo relativo a la informaci¨®n pol¨ªtica. Por ejemplo, se ha convertido en algo habitual que muchos pol¨ªticos convoquen a los medios para hacer una declaraciones, sin que en dichas comparecencias quepa la posibilidad de formular preguntas. En cuanto a los m¨ªtines de los partidos, ¨¦stos se han convertido en reuniones de los ya convencidos, sin otro objetivo que el de proporcionar im¨¢genes de las mismas para ser difundidas a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n. Unas im¨¢genes que ni siquiera pueden ser grabadas por dichos medios, no vaya a ser que nos ense?en locales semivac¨ªos o se ceben en las frases menos afortunadas de los oradores. Por el contrario, se trata de tener todo preparado para que, en el momento culminante de la conexi¨®n a un informativo de televisi¨®n, comiencen a ondear las banderas, salgan a relucir todas las sonrisas, se pronuncie la frase del d¨ªa y se produzca la apoteosis general.
No s¨¦ si existir¨¢ o no relaci¨®n entre ambos asuntos, pero lo cierto es que el cada vez menor protagonismo de los periodistas-reporteros en el ¨¢mbito de la informaci¨®n pol¨ªtica ha ido acompa?ado de una creciente notoriedad de los periodistas-tertulianos. Es como si la imposibilidad de dar cobertura informativa a la actividad de los partidos desde una perspectiva atractiva e independiente tratara de compensarse con un mayor alcance de los espacios dedicados a la opini¨®n.
Pero la campa?a que ahora toca a su fin ha ido incluso m¨¢s all¨¢, dej¨¢ndonos como herencia un nuevo genero period¨ªstico: el debate post-debate. Se trata de originales espacios radiof¨®nicos o televisivos en los que profesionales de distintos medios se han batido el cobre como aut¨¦nticos forofos, defendiendo la posici¨®n ganadora de uno u otro candidato tras la conclusi¨®n del debate.
?Se imaginan ustedes un debate electoral entre Hillary Clinton y Barack Obama, sin apenas discusi¨®n abierta entre los candidatos, conducido por un d¨®cil moderador, que diera paso a continuaci¨®n a una encendida confrontaci¨®n entre periodistas partidarios de una y otro? ?No ha llegado la hora de que los medios jueguen realmente un mayor papel como informadores, capaz de contrapesar desde la independencia, la inteligencia y el rigor la manipulaci¨®n que de los mismos intentan llevar a cabo los partidos, especialmente durante las contiendas electorales?
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