El Jap¨®n remoto y brillante
La fascinaci¨®n por la cultura nipona se traduce en una avalancha de t¨ªtulos recientes de poes¨ªa, narrativa y ensayo
La atracci¨®n de Occidente por Jap¨®n es vieja, relativamente. A nosotros nos vino de Francia y de Suram¨¦rica cuando el modernismo y sus aleda?os. Eran los tiempos de las traducciones un tanto libres (hasta Antonio Machado se acerc¨® al haik¨²) y de todo lo que en arte, decoraci¨®n y literatura se llamaron chiner¨ªas o japoner¨ªas, aunque a veces la primera de estas denominaciones abarcara a ambas. Un joven poeta, Josep Maria Rodr¨ªguez, public¨® no hace mucho un ensayo (algo irregular) que pretende abarcar parte de ese influjo: Hana o la flor del cerezo (Pre-Textos).
Aquella influencia de Jap¨®n que comenz¨® con los vahos del decadentismo de Casal o con los haik¨²s (a veces muy bellos) del mexicano Jos¨¦ Juan Tablada es hoy una corriente nueva y probablemente m¨¢s profunda. Evidentemente, no podemos preterir el hecho de que la est¨¦tica decorativa y ciertos gustos alimenticios nipones (el sushi digamos) desde hace algunos a?os est¨¢n casi integrados a las m¨¢s modernas est¨¦ticas occidentales, pero el fen¨®meno tiene un punto de singularidad en Espa?a donde todo esto -a¨²n hace veinte a?os- se dec¨ªa "suena a chino". Lo poco que se traduc¨ªa de una literatura como la japonesa se hac¨ªa desde el ingl¨¦s o el franc¨¦s, y s¨®lo el Premio Nobel otorgado a Kawabata en 1968 y el tr¨¢gico seppuku de Mishima dos a?os m¨¢s tarde comenzaron, t¨ªmidamente, a despertar nuestra curiosidad hacia un mundo lejano del que sab¨ªamos muy poco.
No es exagerado afirmar que la cultura espa?ola (aunque me quede en el terreno literario) est¨¢ casi inundada de afortunado japonismo
Desde hace unos a?os, lo que naci¨® arroyo se ha convertido en caudal, y en este momento no es exagerado afirmar que la cultura espa?ola (aunque me quede en el terreno literario) est¨¢ casi inundada de afortunado japonismo. Algunos poetas, es verdad, se dicen ya algo cansados de la moda del haik¨², y claro est¨¢ que no hablo de las traducciones (al fin hechas desde el japon¨¦s) sino de los muchos poetas espa?oles, j¨®venes sobre todo, que se han ejercitado en la estrofa de 3 versos y 17 s¨ªlabas, con claros referentes budistas y aun zenistas en Bashoo o en Buson, que naturalmente no existen en los seguidores patrios. Entre las muchas antolog¨ªas de haik¨²s japoneses que se han traducido ¨²ltimamente, citar¨¦ Haijin. Antolog¨ªa del haik¨² (Hiperi¨®n) o Haik¨². Poemas y meditaciones sobre la naturaleza y la belleza, de Tom Lowenstein (Blume), traducida del ingl¨¦s evidentemente, y que por su presentaci¨®n y cuidadas ilustraciones, casi parece un objeto de regalo. De no saber nada sobre la refinada y plural caligraf¨ªa sinojaponesa, hemos pasado a verla en muchos libros y hasta adornar con ella nuestras paredes... M¨¢s especializado y delicado es el librito editado por Pre-Textos (edici¨®n biling¨¹e de Alberto Silva) de los haik¨²s de Yosa Buson, s¨®lo sobre p¨¢jaros.
Pero si la veta del haikai nos va sonando ya a muy transitada (y el mal de las modas excesivas es que parecen abajarlo todo) hay dos aspectos nuevos en nuestra seducci¨®n por lo japon¨¦s. El camino hacia un remoto y archirrefinado Jap¨®n medieval: el de la era Heian (con centro en el siglo X) y el posterior y m¨¢s largo del Jap¨®n militarista y guerrero, casi feudal, de los samur¨¢is y de su c¨®digo de honor y muerte conocido como bushido. Aunque tard¨ªa y a¨²n vertida desde el ingl¨¦s, debe considerarse un acontecimiento la aparici¨®n en dos vol¨²menes (Destino) de La novela de Genji, de Murasaki Shikibu, el gran cl¨¢sico de la novela japonesa habitualmente comparada -y no sin raz¨®n- a la Recherche... proustiana. Su imagen de una refinada sociedad cortesana y su sentido melanc¨®lico del paso del tiempo (aunque en animolog¨ªas diversas) unen dos libros fascinantes. La novela de Genji se comprende mucho mejor gracias a otra tard¨ªa pero imprescindible traducci¨®n, la del ameno estudio del fallecido nipon¨®logo brit¨¢nico Ivan Morris El mundo del pr¨ªncipe resplandeciente que no es otro que el propio Genji, y que acaba de sacar Atalanta. El libro se edit¨® en ingl¨¦s en 1964 (por eso he calificado de tard¨ªa la traducci¨®n) pero sigue siendo un trabajo paradigm¨¢tico en su g¨¦nero. Aludiendo a la novela de Murasaki Shukibu, pero tambi¨¦n al Libro de la almohada de Sei Shonagon y al llamado Diario de Sarashina (por cierto tambi¨¦n editados en Destino, pero de nuevo vertidos aunque cuidadosamente del ingl¨¦s), nos acerca a un remoto y aristocr¨¢tico Jap¨®n -el de la capital en Heian-Ky?, la actual Kioto, si bien de aquella edad apenas nada quede, imitada de la china Ch'ang An- donde budismo, ritos, supersticiones, elegancias y amor¨ªos iban de la mano. Los j¨®venes nobles se adiestraban en el arte caligr¨¢fico para seducir, lloraban para demostrar su sensibilidad, compon¨ªan poemas y cultivaban un aire que hoy dir¨ªamos afeminado. Nos dice Morris que "dos de los m¨¢s respetados personajes masculinos de Murasaki se llaman Se?or Fragancia y Pr¨ªncipe Perfume". Algo quiere decir, evidentemente, en un Jap¨®n (con fuerte influencia china) donde a¨²n eran muy raras costumbres que ahora reputamos casi como idiosincr¨¢sicas del Yamato: beber t¨¦ -entonces todav¨ªa una planta medicinal- o comer pescado crudo, algo que llegar¨ªa m¨¢s tarde.
En realidad, si el Jap¨®n-Heian nos atrae por su dorada lejan¨ªa y sus obras maestras en literatura, el posterior Jap¨®n de los samur¨¢is que lleg¨® inclusive hasta la ¨¦poca Tokugawa -principios del siglo XIX- nos parece m¨¢s cercano no s¨®lo por la moda de las artes marciales (muy explotada en el cine) sino porque de alg¨²n modo se intent¨® revivir en el Jap¨®n ultranacionalista que perdi¨® la II Guerra Mundial. Los kamizaze que lanzaban su avi¨®n contra los destructores norteamericanos eran samur¨¢is y en todo respond¨ªan a un c¨®digo, donde la suma virilidad, el honor y la muerte eran compatibles con ciertas relaciones homosexuales dentro de ese mismo mundo. Algunos de esos tratados acaban de ser traducidos bajo el t¨ªtulo com¨²n de La v¨ªa del samur¨¢i (La Esfera de los Libros). Uno de ellos, Hagakure -obra del siglo XVII-, fue prohibido en el Jap¨®n de la posguerra. Uno de sus primeros cap¨ªtulos comienza declarando: "La v¨ªa del samur¨¢i es la muerte". Es el mismo tratado que edit¨® y prolog¨® (salt¨¢ndose la prohibici¨®n) Yukio Mishima, cuando ¨¦l mismo -en la segunda etapa de su carrera literaria- empezaba a interesarse por lo que llamaba "recuperar el alma de Jap¨®n", ya que en su sentir, la excesiva occidentalizaci¨®n estaba acabando con ella. Acaso los que temen por el Jap¨®n de hoy, ignoran que la cultura japonesa (salvo el Shint?) es toda ella fruto de una lenta asimilaci¨®n personal¨ªsima de otras culturas, esencialmente la china y la coreana, y hasta extremos ins¨®litos. Como sea, lo cierto es que nuestra hodierna b¨²squeda de Jap¨®n -por uno u otro camino- sigue siendo hoy, como a fines del XIX, una apasionada y creativa b¨²squeda de la diferencia. Bienvenido pues tanto Jap¨®n a nuestras letras. -
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