La desesperaci¨®n de ETA
ETA ha irrumpido en la campa?a electoral con el asesinato de Isa¨ªas Carrasco, ex concejal del Ayuntamiento de Mondrag¨®n. Los terroristas han buscado una persona sin protecci¨®n policial. Un socialista para m¨¢s se?as. Alguien que pague por todos los dem¨¢s miembros de su partido. Una venganza incomprensible y terrible con la que descargar la frustraci¨®n que les produjo el hecho de que el Gobierno no se prestara a hacer las concesiones que los etarras exigieron en el transcurso del proceso de paz.
No es la primera vez que ETA interviene en una campa?a electoral. El 2 de junio de 1993, cuatro d¨ªas antes de las elecciones generales, los etarras asesinaron a Jos¨¦ ?ngel Gonz¨¢lez Sabino en San Sebasti¨¢n. Y el 14 de febrero de 1996, tres semanas antes de otras elecciones generales, asesinaron a Francisco Tom¨¢s y Valiente.
El Gobierno no estaba negociando con ETA, el Gobierno acosaba a la banda terrorista
No hay respuesta m¨¢s efectiva a ETA que salir a votar masivamente
Sin embargo, en esta ocasi¨®n las circunstancias han sido diferentes. A pesar de todos los ¨¦xitos policiales de los ¨²ltimos meses, todo el mundo estaba preocupado ante la posibilidad de un atentado terrorista que tratara de alterar el proceso democr¨¢tico, como ocurri¨® el 11 de marzo de 2004. Y parece evidente que ETA ha querido aprovechar esa ansiedad para reproducir el ambiente de desolaci¨®n que produjo el ataque de Al Qaeda de hace cuatro a?os.
Se trata de una imitaci¨®n pat¨¦tica, que revela la huida hacia adelante de los etarras. La organizaci¨®n terrorista dio por finalizado el alto el fuego el 5 de junio de 2007, aunque en realidad ¨¦ste estuviera roto desde el 30 de diciembre de 2006, con el atentado de la T-4. Tras el anuncio de la vuelta a la violencia, la principal "haza?a" de ETA hab¨ªa sido el asesinato de dos guardias civiles, Fernando Trapero y Ra¨²l Centeno, el 1 de diciembre del a?o pasado en el sur de Francia. Pero aquello fue un encuentro imprevisto, no un atentado planificado. ETA no hab¨ªa conseguido en todos estos meses atacar a la vieja usanza, con un asesinato a sangre fr¨ªa, con arma de fuego, contra una persona indefensa. Hab¨ªa puesto bombas, s¨ª, pero sin llegar a causar v¨ªctimas mortales.
Se ha hablado tanto de que ETA se hab¨ªa reforzado gracias al proceso de paz que, para muchos, la ¨²nica explicaci¨®n de la debilidad operativa de ETA era que existiera alg¨²n canal oculto de negociaci¨®n entre el Gobierno y los terroristas. Los rumores hab¨ªan llegado a ser muy insistentes ¨²ltimamente. El asesinato de Isa¨ªas Carrasco ha aclarado las cosas. No hab¨ªa tal negociaci¨®n. Las detenciones numerosas y constantes por parte de las fuerzas de seguridad espa?olas y francesas no eran un simulacro: han servido para evitar m¨²ltiples atentados, si bien no han conseguido evitar un crimen tan imprevisible como el de ayer.
La comparaci¨®n entre la ruptura de la tregua de 1998 y la de 2006 no puede ser m¨¢s elocuente. ETA no ha sido capaz de reproducir ni de lejos una campa?a como la de 2000, con 23 v¨ªctimas mortales. El atentado de ayer ha sido a la desesperada. Se aproximaban las elecciones y ETA no consegu¨ªa castigar al Gobierno por el fracaso del proceso de paz. Por eso, han elegido una v¨ªctima f¨¢cil.
No es sencillo explicar a estas
alturas qu¨¦ creen los terroristas que van a conseguir volviendo a asesinar. Han desaprovechado la que quiz¨¢ haya sido la ¨²ltima oportunidad de obtener un final "digno" para ellos. ETA es hoy una organizaci¨®n a la deriva, que no sabe c¨®mo gestionar su final.
Lo han intentado, permaneciendo m¨¢s de tres a?os sin matar a nadie. Pens¨¦ en su d¨ªa que un periodo tan prolongado era el pre¨¢mbulo del final del terrorismo nacionalista vasco. Al d¨ªa siguiente de la declaraci¨®n de alto el fuego, escrib¨ª un art¨ªculo en este peri¨®dico que se titulaba Ochocientas treinta y dos, creyendo que aquella cifra era la definitiva. Por desgracia me equivoqu¨¦. Ayer llegamos a las ochocientas treinta y siete v¨ªctimas mortales. Por motivos complejos de analizar ahora, los partidarios de continuar con la violencia terrorista se han vuelto a imponer en las filas de ETA. Desde dentro de ese mundo, s¨®lo una escisi¨®n puede detener la huida desesperada de quienes empu?an las armas.
Puesto que el Estado no puede considerar una reedici¨®n del proceso de paz con la ETA actual, la ¨²nica salida que les queda a quienes disienten de la vuelta al asesinato es el abandono de la organizaci¨®n terrorista.
A pesar de que el proceso de paz no haya conseguido el final del terrorismo, ETA sigue siendo, en la pr¨¢ctica, una organizaci¨®n derrotada: sin estrategia, sin apoyos, sin apenas capacidad letal. ?sta ha sido, con gran diferencia, la legislatura con menos v¨ªctimas mortales de todo el periodo democr¨¢tico. Incluso en momentos de dolor como los actuales, sigue habiendo motivos s¨®lidos para la esperanza.
La ¨²nica baza que le queda a ETA para recuperar cierta influencia pol¨ªtica es jugar con la divisi¨®n de los partidos. En el pasado, los atentados del terrorismo vasco no influyeron nunca en el comportamiento electoral de los espa?oles. Durante esta legislatura, sin embargo, ETA ha estado en el centro del debate p¨²blico. No es el momento, en jornada de reflexi¨®n, de entrar a se?alar responsabilidades sobre este estado de cosas, aunque, como dir¨ªa Rajoy, "algunas personas saben lo que pienso". En cualquier caso, me parece evidente que esa divisi¨®n es la ¨²ltima palanca de la que pueden tirar los etarras para seguir teniendo protagonismo.
Lo cierto es que ETA, queriendo explotar al m¨¢ximo la politizaci¨®n del terrorismo, y aprovechando el fatal antecedente del 11-M, ha cre¨ªdo que mediante un asesinato tan repulsivo iba a monopolizar la campa?a electoral en el ¨²ltimo minuto, compensando as¨ª su debilidad estructural con el impacto medi¨¢tico del atentado. Y seguramente tambi¨¦n esperaba provocar un enfrentamiento entre los partidos que emborrone las elecciones de ma?ana. Si esto llegara a suceder, ETA habr¨ªa ganado un tanto importante.
Ante un ataque tan vil, no hay respuesta m¨¢s efectiva por parte de la ciudadan¨ªa que salir a votar masivamente. Que cada uno se decida por el partido que prefiera, pero que vote. Sobre todo en el Pa¨ªs Vasco. ETA se sabe tan aislada que en estas elecciones no se ha atrevido ni a pedir el voto nulo. Conf¨ªa tan poco en su apoyo popular que se ha conformado con llamar a la abstenci¨®n. ?Qui¨¦n puede seguir absteni¨¦ndose en el Pa¨ªs Vasco tras la atrocidad de ayer?
Ignacio S¨¢nchez-Cuenca es profesor de Sociolog¨ªa en la Universidad Complutense de Madrid.
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