Los cazadores, contra la biodiversidad

Llevamos a?os escuchando como principal argumento en defensa de la caza que se trata de una actividad realizada por personas amantes de la naturaleza y comprometidas con su conservaci¨®n, que su mantenimiento propicia la existencia de espacios naturales, etc¨¦tera. Nunca fue verdad, al menos mayoritariamente. Pero la semana pasada, con la manifestaci¨®n en Madrid, han ca¨ªdo las m¨¢scaras, cosa de agradecer en tiempos tan manipulados medi¨¢ticamente. Manifestaci¨®n auspiciada por las federaciones de caza en contra de la primera y t¨ªmida Ley de Biodiversidad aprobada en nuestro pa¨ªs, todav¨ªa tan insuficiente pero tan imprescindible. Ha bastado este peque?o paso adelante para que la mayor¨ªa de los cazadores haya saltado de inmediato, presuntamente contra prohibiciones emanadas de la nueva ley pero que en su mayor¨ªa ya estaban en vigor desde hace a?os.

Que nadie se llame a enga?o: los cazadores, contra la biodiversidad. Mal lo tienen si contin¨²a avanzando en nuestra sociedad, como parece, la concienciaci¨®n medioambiental, pues por muy importante que sea el n¨²mero de aficionados a ese "deporte" y las cantidades de dinero que mueva, vamos siendo mayor¨ªa los que preferimos una naturaleza sin tiros. ?Prohibir la caza? Por supuesto que no. Como en otras costumbres ancestrales, es mejor la tolerancia y la educaci¨®n perseverante en valores ambientales y c¨ªvicos hasta que llegue el d¨ªa en que, por su propio peso, caiga en desuso esta actividad tan anacr¨®nica en pleno siglo XXI. Actividad cuyo trasfondo, recordemos, resulta inquietante por mucho que traten de envolverlo sus practicantes y defensores con dosis de buena o mala literatura: disfrutar a costa del sufrimiento gratuito de animales libres.