Hilos de seda y oro para narrar gestas de plata
El Palacio Real acoge la exposici¨®n de tapices del Metropolitan of New York
El Palacio Real de Madrid abre hoy al p¨²blico una de sus m¨¢s c¨¢lidas salas para mostrar una exposici¨®n muy esperada por los amantes del arte textil suntuario, que el Metropolitan Museum of Art de Nueva York exhibi¨® el pasado oto?o y trae hoy al principal escenario de representaci¨®n de Patrimonio Nacional.
"Es un grato preludio de lo que un d¨ªa exhibir¨¢ el Museo de Colecciones Reales", anunci¨® Yago Pico de Coa?a, presidente de este organismo estatal que administra los bienes de la Corona. El futuro museo se halla en construcci¨®n bajo la catedral y el propio palacio, "que atesora una de las mejores colecciones del mundo con casi 3.000 tapices".
Por ello, algunos de los 30 pa?os escogidos por el comisario Thomas P. Campbell entre los excelentes de Europa, proceden de los encargos que Isabel Clara Eugenia, hija de Felipe II y gobernadora espa?ola de las Provincias del Norte del imperio hisp¨¢nico, encomend¨® a los mejores tapiceros de los Pa¨ªses Bajos para decorar el convento de las Descalzas Reales, en el coraz¨®n de Madrid.
As¨ª lo explica Carmen Herrero, conservadora de tapices de Patrimonio Nacional. Presentan la feliz particularidad de que sus cartones fueron pintados por un revolucionario del arte llamado Pedro Pablo Rubens. Gran parte de los tapices mostrados, enmarcados por riqu¨ªsimas y descriptivas cenefas que Rubens transform¨® en dinteles arquitect¨®nicos, fueron tejidos hilo a hilo por manos llenas de tacto y de sabidur¨ªa que expresan el culmen de un arte sublime. Tanto, que mantiene encendido su destello desde que comunidades n¨®madas del Asia central, primero, y luego la magnificencia de los persas, lo erigieran en m¨®vil expresi¨®n de confort, tambi¨¦n de belleza y poder de representaci¨®n. En las cortes de la Europa Moderna, Madrid, se?aladamente entre el siglo XVI y el comienzo del XVIII, tal arte ¨¢ulico ganar¨ªa la c¨²spide de su fulgor.
Bruselas, Brabante, Par¨ªs (Hotel de Gobelinos), Londres, Florencia y Roma albergaron los talleres donde se instalaron, en forzado peregrinar, los grandes artesanos tapiceros del Viejo Continente. Lo hicieron aprovisionados por sus mecenas con bastidores de bajo o alto lizo, horizontales o verticales; lanas castellanas importadas desde los Pa¨ªses Bajos e Inglaterra; hilos de oro entorchados en Mil¨¢n; sedas de Murcia y colores de pigmentos naturales heredados de viejos saberes de tintoreros persas y turcos, que los allegaron hasta Venecia. Sus hilos, tramas y urdimbres, al modo de pinceles, dibujaron perfiles, cincelaron figuras y nutrieron de colorido un impar lenguaje para narrar historias, glosar gestas o cifrar alegor¨ªas que saciaron as¨ª la sed de legitimidad y de poder de Papas y monarcas. Su contemplaci¨®n procura al visitante grato y duradero deleite.
Hilos de esplendor. Tapices del Barroco. Palacio Real. Hasta el 1 de junio.
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