Rajoy en la encrucijada
El l¨ªder del PP debe optar entre una oposici¨®n montaraz y un discurso conservador europeo
La propaganda electoral del Partido Popular aseguraba que con Rajoy era posible; los resultados arrojados por las urnas demuestran que no lo ha sido. Pero este incremento en 400.000 votos y esos cinco diputados m¨¢s que en 2004 obtenidos por Rajoy abren dos v¨ªas de an¨¢lisis entre las que el m¨¢ximo responsable del PP tiene que optar, sobre todo una vez que se ha propuesto despejar las inc¨®gnitas sobre su continuidad al frente del partido hasta el pr¨®ximo congreso. Una v¨ªa es la interiorizaci¨®n de la derrota y, como consecuencia, el inicio de una reflexi¨®n pospuesta desde las anteriores elecciones, que ya no permite mantener subterfugios conspirativos que la victoria de los socialistas ha desmentido con rotundidad. La otra v¨ªa, m¨¢s arriscada, llevar¨ªa a convalidar el tipo de oposici¨®n mantenida durante la legislatura que ha concluido: para esta interpretaci¨®n, la estrategia de la crispaci¨®n ser¨ªa correcta y s¨®lo la dosis habr¨ªa resultado insuficiente.
M¨¢s all¨¢ de las palabras gruesas y las acusaciones desaforadas que el PP ha introducido en el debate pol¨ªtico en Espa?a, y hacia las que Rajoy no ha hecho ascos durante estos cuatro a?os, los populares han hecho la oposici¨®n propia de unos aprendices de brujo. Pretendiendo utilizar a su favor la acci¨®n de algunos grupos de presi¨®n, as¨ª como los medios amarillistas embarcados en fabulaciones sobre los atentados del 11 de marzo, o un sector de la jerarqu¨ªa cat¨®lica, el PP ha terminado la legislatura convertido en su reh¨¦n. Es lo que le ha sucedido, tambi¨¦n, con la Asociaci¨®n de V¨ªctimas del Terrorismo, bajo la presidencia de Francisco Jos¨¦ Alcaraz, que los populares hab¨ªan cre¨ªdo controlar como un ariete lanzado contra el Gobierno. Cuando Rajoy ha querido modular su mensaje por razones electorales, el vendaval de extremismo que ¨¦l mismo hab¨ªa contribuido a desencadenar le ha impedido cualquier retroceso. Hasta el punto de que los m¨¢s firmes partidarios de la l¨ªnea de dureza sin escr¨²pulos, con Esperanza Aguirre en un papel estelar, no han tardado ni 24 horas en lanzar su artiller¨ªa contra la permanencia de Rajoy al frente del PP.
El buen funcionamiento del sistema democr¨¢tico necesita de la oposici¨®n tanto como del Gobierno, sobre todo cuando la polarizaci¨®n se sit¨²a en los niveles alcanzados tras las elecciones del 9 de marzo. Los dirigentes populares deber¨ªan tener presente que los 10 millones de ciudadanos que les han confiado el voto no pueden verse privados de una eficaz representaci¨®n parlamentaria por sus querellas internas. Pero, de igual manera, deber¨ªan tomar conciencia de que la acci¨®n pol¨ªtica no puede continuar por los est¨¦riles y desestabilizadores derroteros a los que la han empujado. Sobre Mariano Rajoy recae la responsabilidad, bien de independizar de los grupos de presi¨®n a la segunda fuerza pol¨ªtica del pa¨ªs, bien de seguir manteni¨¦ndola secuestrada por ellos. En este caso, ni ganar¨¢ el PP ni ganar¨¢ la democracia en Espa?a.
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