La guerra de los tres billones de d¨®lares
El 20 de marzo se cumple el quinto aniversario de la invasi¨®n de Irak por parte de tropas dirigidas por Estados Unidos, y es un buen momento para revisar lo que ha ocurrido hasta ahora. En nuestro libro The three trillion dollar war, la profesora de Harvard Linda Bilmes y yo sugerimos que el coste de la guerra para EE UU asciende, seg¨²n c¨¢lculos conservadores, a tres billones de d¨®lares (1,95 billones de euros), m¨¢s otros tres billones a cargo del resto del mundo; una cantidad muy superior a los c¨¢lculos que hizo el Gobierno antes de iniciar el conflicto. El equipo de Bush no s¨®lo enga?¨® al mundo sobre los posibles costes de la guerra, sino que adem¨¢s ha tratado de seguir ocult¨¢ndolos a medida que la guerra se desarrollaba.
Incompetencia y falta de honradez disparan el coste de la guerra de Irak para EE UU
Los ¨²nicos vencedores son las compa?¨ªas petroleras y los contratistas de defensa
No debe sorprender a nadie. Al fin y al cabo, el Gobierno de Bush minti¨® sobre todo lo dem¨¢s, desde las armas de destrucci¨®n masiva de Sadam Husein hasta sus supuestos v¨ªnculos con Al Qaeda. La verdad es que Irak no fue ning¨²n semillero de terroristas hasta despu¨¦s de la invasi¨®n.
El Gobierno de Bush dijo que la guerra iba a costar 50.000 millones de d¨®lares; Estados Unidos gasta hoy en Irak esa cantidad cada tres meses. Para situar esa cifra en su contexto: con la sexta parte del coste de la guerra, EE UU podr¨ªa asegurar la base de su sistema de pensiones durante m¨¢s de medio siglo, sin necesidad de recortar prestaciones ni elevar cotizaciones.
Adem¨¢s, el Gobierno de Bush recort¨® los impuestos a los ricos al mismo tiempo que iba a la guerra, a pesar de que ten¨ªa un d¨¦ficit presupuestario. Como consecuencia, ha tenido que utilizar ese d¨¦ficit -en gran parte, financiado por pa¨ªses extranjeros- para pagar el conflicto. ?sta es la primera guerra en la historia de Estados Unidos que no ha pedido alg¨²n sacrificio a los ciudadanos mediante la subida de impuestos; se est¨¢ haciendo recaer todo el coste sobre futuras generaciones. Si las cosas no cambian, la deuda nacional estadounidense -que era de 5,7 billones de d¨®lares cuando Bush lleg¨® a la presidencia- ser¨¢ 2 billones mayor debido a la guerra (adem¨¢s del aumento de 800.000 millones con Bush antes de la guerra).
?Ha sido incompetencia o falta de honradez? Casi con seguridad, las dos cosas. La contabilidad en efectivo ha permitido que el Gobierno de Bush se centrara en los costes actuales, no en los futuros, entre ellos los gastos de discapacidad y atenci¨®n sanitaria para los veteranos que regresan. El Gobierno tard¨® varios a?os en encargar los veh¨ªculos acorazados especiales que habr¨ªan podido salvar la vida de muchos muertos por bombas en las cunetas. Como no se ha querido volver a implantar el reclutamiento obligatorio, y es dif¨ªcil encontrar a gente dispuesta a ir auna guerra impopular, los soldados han tenido que llevar a cabo dos, tres y hasta cuatro turnos llenos de tensi¨®n destinados en Irak.
El Gobierno de Bush ha intentado ocultar los costes de la guerra a la opini¨®n p¨²blica estadounidense. Los grupos de veteranos han alegado la ley de Libertad de Acceso a la Informaci¨®n para averiguar el n¨²mero total de heridos, 15 veces el de fallecidos. Ya hay 52.000 veteranos a quienes se ha diagnosticado s¨ªndrome de estr¨¦s postraum¨¢tico. Se calcula que el Estado tendr¨¢ que pagar pensi¨®n de discapacidad al 40% de los 1.650.000 soldados desplegados. Y, por supuesto, la sangr¨ªa persistir¨¢ mientras dure la guerra, con unas facturas de sanidad y discapacidad que ascender¨¢n a m¨¢s de 600.000 millones de d¨®lares, en cifras de hoy en d¨ªa.
La ideolog¨ªa y la codicia tambi¨¦n han contribuido a aumentar los costes de la guerra. Estados Unidos ha recurrido a contratistas privados, que no han sido baratos. Un guardia de Blackwater Security puede costar m¨¢s de 1.000 d¨®lares diarios, sin incluir los seguros de vida y discapacidad, y el que paga es el Gobierno. Cuando los ¨ªndices de paro en Irak llegaron hasta el 60%, habr¨ªa tenido sentido contratar a iraqu¨ªes; pero los contratistas prefirieron importar mano de obra barata de Nepal, Filipinas y otros pa¨ªses.
La guerra no ha tenido m¨¢s que dos vencedores: las compa?¨ªas petrol¨ªferas y los contratistas de defensa. El precio de las acciones de Halliburton, la compa?¨ªa petrol¨ªfera del vicepresidente Dick Cheney, se ha disparado. Sin embargo, el Gobierno, al mismo tiempo que ha ido utilizando cada vez m¨¢s contratistas, les ha supervisado cada vez menos.
El mayor precio de esta guerra tan mal gestionada lo ha pagado Irak. La mitad de los m¨¦dicos iraqu¨ªes han muerto o se han ido del pa¨ªs, el paro es del 25% y, cinco a?os despu¨¦s del comienzo de la guerra, Bagdad sigue teniendo menos de ocho horas de electricidad al d¨ªa. De la poblaci¨®n total de Irak, unos 28 millones, cuatro millones viven desplazados y dos millones han huido del pa¨ªs.
Las miles de muertes violentas han acostumbrado a la mayor¨ªa de los occidentales a la situaci¨®n: ya casi no es noticia la explosi¨®n de una bomba que mata a 25 personas. Pero los estudios estad¨ªsticos sobre el n¨²mero de muertes antes y despu¨¦s de la invasi¨®n dejan clara, en parte, la triste realidad. Las muertes en Irak han aumentado, desde unas 450.000 en los primeros 40 meses de la guerra (150.000 de ellas, muertes violentas), hasta un total de 600.000 en la actualidad.
Con tanto sufrimiento de tanta gente en Irak, puede parecer cruel hablar del coste econ¨®mico. Y puede parecer egoc¨¦ntrico hablar del coste econ¨®mico para Estados Unidos, que emprendi¨® esta guerra violando las leyes internacionales. Pero esos costes econ¨®micos son inmensos, y van mucho m¨¢s all¨¢ de los desembolsos presupuestarios. Pronto intentar¨¦ explicar de qu¨¦ forma ha contribuido la guerra a las actuales penalidades econ¨®micas de EE UU.
A los estadounidenses nos gusta decir que no existe la comida gratis. Tampoco existe una guerra gratis. Estados Unidos y el mundo seguir¨¢n pagando el precio de Irak durante muchos a?os.
Joseph E. Stiglitz, premio Nobel de Econom¨ªa en 2001, es catedr¨¢tico de la Universidad de Columbia y coautor, con Linda Bilmes, de The three trillion dollar war: the true costs of the Iraq conflict. ? Project Syndicate, 2008. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia
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