20 a?os de mito del cine porno
La tarde del 13 de marzo de 1988, un hombre agonizaba en un hospital de Los ?ngeles. Se hab¨ªa registrado con el nombre de John Curtis Holmes y arrastraba un c¨¢ncer de colon como consecuencia de los efectos del sida, que hab¨ªa contra¨ªdo dos a?os antes. Muri¨® aquel d¨ªa "con los ojos abiertos", como recuerda Laurie, su segunda esposa, como si hubiese mirado a la muerte y le hubiera dicho: "Aqu¨ª me tienes".
Pasados 20 a?os de su muerte, la figura de John Holmes contin¨²a viva en la memoria de quienes trabajan en la industria del entretenimiento para adultos. Porque Holmes fue muchas cosas, desde prostituto homosexual hasta drogadicto compulsivo, desde confidente de la polic¨ªa hasta gigol¨® de lujo, pero, sobre todo, fue el actor de cine porno m¨¢s famoso de la historia. Y todo por culpa de lo que ten¨ªa entre las piernas: un miembro viril de 35 cent¨ªmetros en erecci¨®n que lo consagr¨® como un mito sexual en vida.
John Curtis Holmes hab¨ªa nacido en Pickway (Ohio) el 8 de agosto de 1944. No tuvo una infancia feliz y, con 18 a?os, se traslad¨® a California en busca de fortuna, en la versi¨®n m¨¢s t¨®pica del sue?o americano. En 1968, cuando se dedicaba a bailar en clubes de strip-tease y hab¨ªa posado para diversas revistas, entr¨® a orinar en los lavabos de un sal¨®n de p¨®quer de Gardina y all¨ª conoci¨® a un fot¨®grafo profesional llamado Joel, que, al ver su aparato, le propuso trabajar en la incipiente industria del porno. Eran tiempos de revoluci¨®n sexual, contracultura hippy y drogas alucin¨®genas, en los que el cine sical¨ªptico se rodaba en la clandestinidad y en formato de cortometraje sin argumentos ni excusas dram¨¢ticas. En ese ambiente, los 35 cent¨ªmetros de Holmes eran el principal activo de la industria.
Con la legalizaci¨®n del porno en Estados Unidos, en 1970, John Holmes se convirti¨® en la estrella indiscutible del g¨¦nero. Lo fue gracias al personaje de Johnny Wadd, un detective descarado y siempre dispuesto a utilizar su metaf¨®rica pistola que hab¨ªa inventado el director Bob Chinn. "La primera pel¨ªcula de la serie cost¨® 750 d¨®lares, de los que 75 se los llevaba John, y la rodamos en un d¨ªa", recuerda Chinn, quien mand¨® aquel filme a Nueva York, cuna del mercado pornogr¨¢fico a principios de los setenta, y recibi¨® la orden de hacer m¨¢s pel¨ªculas con el personaje. En la piel de Wadd, John Holmes alcanz¨® la gloria y algo m¨¢s. Se crey¨® tanto su personaje que acab¨® siendo confidente de la polic¨ªa.
?sa fue la primera de las curiosas contradicciones de Holmes. La segunda tuvo que ver con sus relaciones con la droga. Adicto a los tranquilizantes desde joven, Holmes se intern¨® en el peligroso mundo de la coca¨ªna a mediados de los setenta. Una d¨¦cada despu¨¦s, necesitaba esnifar una raya de coca cada 15 minutos, ejerc¨ªa de chapero para costear el alto precio de su consumo y, en los plat¨®s, precisaba la ayuda de tres fluffers (las meritorias que practicaban felaciones a los actores antes de rodar) para poder levantar su herramienta de trabajo. Las drogas tambi¨¦n le acarrearon problemas legales, como la acusaci¨®n de asesinato que pes¨® sobre ¨¦l por haberse visto implicado en la matanza de una banda de narcotraficantes de Hollywood. Y le llevaron al sida, la enfermedad que le acarre¨® la muerte hace ayer 20 a?os.
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