La voz de la experiencia

Las pel¨ªculas r¨ªo siempre han sido la especialidad de Richard Attenborough. Narraci¨®n coral, numerosos hilos argumentales, dilataci¨®n temporal. Su carrera quiz¨¢ ha quedado marcada por el (discutible) triunfo de Gandhi -ocho oscars en 1982-, pero m¨¢s all¨¢ de su (in)merecida fama de cineasta alineado con el tost¨®n ¨¦pico-l¨ªrico, lo cierto es que sus pel¨ªculas poseen eso que en tantas ocasiones se echa de menos: oficio narrativo. Cerrando el c¨ªrculo, su nueva obra, que el cineasta ha dirigido a los 84 a?os, es una nueva prueba de ello, a pesar de que est¨¦ lejos de su gran obra maestra, la rom¨¢ntica y dolorosa Tierras de penumbra (1993).

El hero¨ªsmo y el amor de un grupo de pilotos estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial y el conflicto terrorista en el Ulster de la d¨¦cada de los noventa se mezclan en esta pel¨ªcula de aliento tr¨¢gico, en la que la impostura inicial de la uni¨®n de las dos tramas se ve superada por la fluidez de la narraci¨®n y por una puesta en escena de corte cl¨¢sico tan elaborada como, en el fondo, sencilla. Mientras, los flashbacks se introducen siempre en el momento m¨¢s adecuado y el regreso a la actualidad nunca rompe el continuo dram¨¢tico.

Ahora bien, a pesar de que las actividades del IRA ejercen su papel como tel¨®n de fondo (no pod¨ªa ser de otra forma en ese tiempo y lugar) y que, en el pasado, es el conflicto b¨¦lico quien domina el paisaje, no se trata en absoluto de una cinta pol¨ªtica. Cerrando el c¨ªrculo es una historia de amor de las de toda la vida (aunque quiz¨¢ del cine de otro tiempo), en la que s¨®lo la rocambolesca reuni¨®n espacial de la totalidad de los personajes alrededor de un atentado en suelo irland¨¦s resquebraja la amabilidad del conjunto. Una hip¨¦rbole espacial, una exageraci¨®n de gui¨®n, que a pesar de todo consigue salvar Attenborough con el pulso que da la experiencia.

Tr¨¢iler de 'Cerrando el c¨ªrculo'