El lado dulce de Tim Burton
Ma?ana, por 9,95 euros, con EL PA?S, un DVD y un libro sobre el cineasta
En alg¨²n momento de la historia, el cine y la literatura deber¨ªan homenajear el talento del gal¨¦s Roald Dahl por su pasmosa habilidad para compaginar dos carreras tan diferentes -y a la vez tan sorprendentemente parecidas- como son las de escritor infantil (19 libros) y la de perpetrador de algunos de los mejores relatos -la distancia en la que mejor se manejaba- del thriller literario. En realidad, Dahl aplicaba un ¨²nico talento, una inconmensurable capacidad para enganchar con sus historias, como si fuera un hipnotizador, a cualquier lector, fueran ni?os o amantes de la narraci¨®n criminal (en el buen sentido).
Tambi¨¦n lo logr¨® con sus guiones de cine (Chitty Chitty Bang Bang o S¨®lo se vive dos veces). Y por eso sus libros han dado en la pantalla resultados espectaculares tanto en largometrajes familiares (James y el melocot¨®n gigante o Matilda) como en el thriller (muchos de los cap¨ªtulos de la serie Alfred Hitchcock presenta... se basaron en relatos suyos).
Por eso no es de extra?ar que, antes o despu¨¦s, Tim Burton, que disfruta caminando por la senda de lo t¨¦trico aderezada con matices na¨ªf, acabar¨ªa cruz¨¢ndose con Dahl. Charlie y la f¨¢brica de chocolate, una de sus espl¨¦ndidas novelas infantiles, hab¨ªa sido adaptada con el t¨ªtulo Willy Wonka y la f¨¢brica de chocolate en 1971, con Gene Wilder como protagonista. El resultado, irregular, enfad¨® a Dahl: el director, Mel Stuart, hab¨ªa dulcificado -y no es un juego de palabras- en exceso su gui¨®n. El punto amargo, siniestro, que rodea a Willy Wonka, el due?o de una exc¨¦ntrica f¨¢brica de chucher¨ªas, con un epicentro dedicado al chocolate, hab¨ªa desaparecido. Cuando Warner decidi¨® readaptar el libro, Tim Burton estaba listo. Dos almas art¨ªsticas gemelas se encontraron.
Charlie y la f¨¢brica de chocolate permiti¨® hace tres a?os a Burton unir, no s¨®lo sus obsesiones art¨ªsticas, sino a sus dos colaboradores m¨¢s estrechos: el actor Johnny Depp (su ¨¢lter ego en la pantalla, la plastilina que manipula el director para expresar sus sentimientos) y el m¨²sico Danny Elfman. El compositor entendi¨® el reto del proyecto y no s¨®lo cre¨® una banda sonora a la altura, sino que para la canci¨®n que entonan los Oompa-Loompas, los miniesclavos que fabrican los dulces en la factor¨ªa Wonka, us¨® su propia voz, grabada en diferentes tonos docenas de veces y acelerada para lograr finalmente el agudo coro. En cuanto a Depp, su Willy Wonka, el hombre que se niega a envejecer, el torturado y a la vez iluminado creador de dulces -la dicotom¨ªa Burton-Dahl- que vive en su propia coordenada espacio-temporal, el hombre que crea un concurso a escala mundial para que un pu?ado de chavales visite su templo del az¨²car y del cacao, merec¨ªa una candidatura al Oscar. Mucho m¨¢s que interpretaciones posteriores, como su capit¨¢n Sparrow.
Charlie y la f¨¢brica de chocolate deber¨ªa agradecerse a Nestl¨¦, que aport¨® el cacao del filme, a Burton, que no se cort¨® y us¨® casi un mill¨®n de litros de falso chocolate, y a Dahl, por entender que en el mundo infantil tambi¨¦n hay sitio para los rincones oscuros.
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