"Dentro de 20 a?os habr¨¢ nostalgia de los 'okupas"
Los textos que componen el ensayo La ciudad mentirosa. Fraude y miseria del 'modelo Barcelona' (Catarata) representan para su autor, el antrop¨®logo Manuel Delgado, una carta de amor a la ciudad, aunque el lector desprevenido podr¨ªa pensar que hay amores que matan. El autor lamenta la exclusi¨®n que, a su juicio, se da en la capital catalana, a la que retrata como un producto comercial para los que tienen dinero.
Pregunta. Habla del modelo Barcelona como si diera la espalda a los problemas de los ciudadanos. Si la situaci¨®n es tan grave, ?por qu¨¦ no hay un movimiento de protesta?
Respuesta. No creo que sea un modelo que d¨¦ la espalda a la ciudadan¨ªa, sino a la vida. A cualquier cosa que de una forma u otra se escape de los estrechos mapas mentales de los que mandan y administran. Con odio, detestan a todo lo que es espont¨¢neo y vibrante. Las autoridades han convertido sus pol¨ªticas en una maquinaria antipasional. Evidentemente no hay una respuesta articulada de los ciudadanos, ni en esto ni en nada.
"Los grandes templos de la cultura son como catedrales en las que supuestamente est¨¢n la belleza, la verdad... Dan la idea de que lo que rodea a esas macroinstituciones no vale nada. Donde ahora est¨¢n el CCCB y el MACBA, antes hab¨ªa la vida de la calle"
"Los discursos antiguetos sirven para no hacer vivienda social. En el fondo se quiere evitar que los pobres se junten. As¨ª de sencillo. Es como la pol¨ªtica de dispersi¨®n de presos, pero aplicada a los pobres. Como consecuencia, se genera barraquismo invisible"
"Los urbanistas deben planificar la ciudad, pero no la vida urbana. Por lo tanto, que nos dejen un poco en paz y, como m¨ªnimo, un rinc¨®n para montar una hoguerilla en San Juan. Hoy el urbanismo y la arquitectura est¨¢n al servicio del mercado"
P. Una de las cr¨ªticas m¨¢s duras de su libro: en Barcelona se criminaliza la pobreza.
R. En primer lugar, tener una renta baja te excluye autom¨¢ticamente. No es que la pobreza se criminalice en primera instancia, sino que se la expulsa.
P. Asegura que las autoridades recurren a los okupas para echarles la culpa de todo.
R. Los okupas pertenecen a la tradici¨®n insumisa de toda la vida de Barcelona y eso no se borra de un plumazo. En realidad, para ir bien las cosas, tendr¨ªan que ser los mossos los que okuparan (r¨ªe). Pongo las manos en el fuego de que dentro de 20 a?os, no dir¨¦ que vamos a levantar un monumento a los okupas, pero se hablar¨¢ de ellos con nostalgia, de la misma manera que ahora hacemos todos el elogio de aquel apogeo de la kale borroka que fue el Mayo del 68 parisino.
P. Lo que parece haber abandonado el Ayuntamiento es aquello de los grandes acontecimientos que cambiar¨¢n el mundo...
R. Estamos en 2008 y todav¨ªa queda reciente eso del F¨®rum del 2004... No se puede montar un gran congreso eucar¨ªstico c¨®smico cada cuatro a?os. Se tendr¨¢n que tomar su tiempo... Por cierto, ?el F¨®rum se celebr¨® finalmente, porque no estoy muy seguro?
P. Preg¨²nteselo a los urbanistas.
R. En realidad, se trata de una cosa muy sencilla: los urbanistas deben planificar la ciudad, pero no la vida urbana. Por lo tanto, que nos dejen un poco en paz y, como m¨ªnimo, un rinc¨®n para montar una hoguerilla en San Juan. Hoy el urbanismo y la arquitectura est¨¢n al servicio del mercado. Quien manda en Barcelona es el mercado.
P. Por lo tanto, si es as¨ª, en Barcelona no pasar¨ªa nada que no pase en el resto del mundo.
R. Pero hay una cosa singular: el ¨¦nfasis publicitario. Barcelona se exporta literalmente como un producto comercial, como una marca registrada con la que se quiere vender una forma de civilidad que se asienta en el conformismo de la mayor¨ªa.
P. ?Quiere decir que la mayor¨ªa de los barceloneses ha participado de cierta autocomplacencia que tuvo su momento ¨¢lgido en los Juegos Ol¨ªmpicos del 92, cuando parec¨ªa que todos ¨¦ramos voluntarios?
R. Eso es leg¨ªtimo. Yo amo Barcelona y puedo ser todo lo chovinista que me d¨¦ la gana. ?Pero cu¨¢nto ha durado aquella ilusi¨®n de los Juegos Ol¨ªmpicos? Hoy esa complicidad no la encuentras en ning¨²n sitio.
P. El problema de la vivienda es un motivo recurrente en su libro. La palabra de moda: gentrificaci¨®n. ?En qu¨¦ consiste?
R. En el reemplazamiento de una poblaci¨®n popular por un vecindario de clase media. Es algo que no se ha intentado s¨®lo en el Raval. Ahora lo atractivo es vivir en Poblenou. Dentro de poco, en la Barceloneta. Y s¨®lo es el principio, porque las mejores vistas de Barcelona est¨¢n en barrios como el del Carmel.
P. Pues al final no va a quedar sitio para guetos.
R. Los discursos antiguetos sirven para no hacer vivienda social. En el fondo se quiere evitar que los pobres se junten. As¨ª de sencillo. Es como la pol¨ªtica de dispersi¨®n de presos, pero aplicada a los pobres. Como consecuencia se genera un fen¨®meno de barraquismo invisible. En Barcelona hay barraquismo, aunque no sea aquel hist¨®rico que logramos vencer. El barraquismo de la actualidad se encuentra en los pisos patera o en las pensiones ilegales en las que se hacinan decenas de personas.
P. ?Su discurso cr¨ªtico es tambi¨¦n nost¨¢lgico?
R. Eso ser¨ªa el tipo de interpretaci¨®n m¨¢s reaccionaria de un punto de vista cr¨ªtico como el m¨ªo. Nadie con sentido com¨²n puede tener nada en contra de que cambien las ciudades. Las ciudades cambian. Como dir¨ªa Baudelaire, m¨¢s que el coraz¨®n de un mortal. No se puede a?orar una Barcelona que en realidad nunca existi¨®. El mismo Barrio Chino fue un invento literario y rom¨¢ntico. Pero en realidad, Barcelona no ha cambiado. De eso es de lo que me quejo. La ciudad sigue estando en las manos de las mismas familias de siempre.
P. Cultura oficial o a la calle. Es otra de sus conclusiones, ?no?
R. El arte y la cultura son hoy excusas con una matriz que no deja de ser en cierta manera religiosa. Los grandes templos de la cultura son como catedrales en las que supuestamente est¨¢n la belleza, la verdad... Dan la idea de que lo que rodea a esas macroinstituciones no vale nada. Donde ahora est¨¢n el CCCB y el MACBA, antes hab¨ªa la vida de la gente de la calle. Entre esa cultura y la vida, me quedo con la vida. La cultura que nos venden es un puro exorcismo, es el mecanismo con el que se quieren expulsar los demonios de la ciudad.
P. Se est¨¢ poniendo un poco apocal¨ªptico...
R. Es que la cultura se utiliza para hacer la ciudad m¨¢s digna, selecta, pura y elevada. Como si nuestras miserias cotidianas quedaran redimidas al entrar en un centro cultural, donde recibimos una bendici¨®n que nos convierte en m¨¢s sensibles e inteligentes. En el fondo, todo est¨¢ pensado para hacerte creer que tu vida fuera de aquel recinto no vale una mierda. A las instituciones les interesa s¨®lo la cultura que da dinero o prestigio, pero la creatividad de tanta gente que trabaja a ras de suelo no les importa para nada. El dinero se va en la cultura-espect¨¢culo y en la cultura-mercanc¨ªa. A los dem¨¢s: desalojo.
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