La reivindicaci¨®n del ¨®leo
Juan Carlos Rom¨¢n presenta en Vitoria sus ¨²ltimas obras - Sus reflexiones releen la historia del arte
Juan Carlos Rom¨¢n (Bilbao, 1961) llega a la galer¨ªa Trayecto de Vitoria con una propuesta que reivindica la pr¨¢ctica tradicional de la pintura, es decir, el ¨®leo y el lienzo de lino. Y presenta su exposici¨®n, titulada La desverg¨¹enza de los intrusos, casi como una expresi¨®n de vanguardia revolucionaria, sobre todo cuando habla del artista como creador en la cueva sagrada, capaz de hacer "cosas maravillosas", mientras desprecia el arte conceptual. Rom¨¢n, doctor en Bellas Artes y profesor en la Universidad de Vigo, exhibe su obra hasta el 25 de abril.
Su trabajo va m¨¢s all¨¢ del ¨®leo y el lino, pese a reivindicar los materiales cl¨¢sicos. Detr¨¢s de La desverg¨¹enza de los intrusos, como reconoce el artista, afincado en Galicia, late una relectura de la historia del arte. As¨ª, El gran vidrio o la novia desnudada por sus solteros, de Marcel Duchamp, sirve de referente para su cuadro El comportamiento de los solteros siempre estar¨¢ refrendado por su institucionalizada diagonal. O las citas de Dal¨ª que recuerda el propio Rom¨¢n al hablar del ¨®leo como materia imprescindible para concluir: "El acr¨ªlico s¨®lo sirve para pintar puertas".
Obran igual sus referencias a la firma con iniciales: "Los grandes as¨ª lo hac¨ªan. Alberto Durero firmaba A. D. y yo, que todos mis apellidos comienzan por "r", remato mis obras con esta inicial", ironiza el pintor, respondiendo al t¨®pico, entre su origen bilbaino y su residencia gallega.
Ya puestos en paralelismos, la obra de Rom¨¢n bebe tambi¨¦n de la autobiograf¨ªa, aunque siempre con esa distancia que marcan sus t¨ªtulos. La incesante inseguridad de los peque?os aliviada, una vez m¨¢s, sobre el dedo de Chelo rubrica el ¨®leo en que aparece un gran dedo ¨ªndice sobre el que descansa una mariquita. O Chelo con algo de naturaleza muerta gracias a un corte limpio, otra vuelta de tuerca del pintor a su obsesi¨®n por los intrusos en la obra de arte.
?l mismo se reconoce como un intruso, como lo que ahora se llama un outsider, pero tambi¨¦n estima que su reflexi¨®n metapict¨®rica heterodoxa no es la del impostor, sino de aquel que crea una serie de "cosas maravillosas". "O por lo menos lo intenta", apostilla.
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