Tan humanos
Qu¨¦ man¨ªa la de rasgarse las vestiduras cuando se descubre la gozosa afici¨®n a transgredir el sexto mandamiento de los encargados de administrar la cosa p¨²blica y de velar por la moral. Los conmovedores interrogantes sobre la muy humana naturaleza de su raza que hac¨ªa el jud¨ªo Shylock en "El mercader de Venecia"( Si nos pinch¨¢is, ?no sangramos?; si nos cosquille¨¢is, ?no re¨ªmos?; si nos envenen¨¢is, ?no morimos?, y si nos ultraj¨¢is, ?no nos vengaremos?) podr¨ªa prolongarse en las necesidades de la casta pol¨ªtica con: Si nos excitamos, ?no debemos fornicar?; si anhelamos sexo comprado y nos lo facilita la Visa, ?no deber¨ªamos consumarlo?
Por mi parte, prefiero que los que dirigen el cotarro sean libertinos saciados a los puritanos con carencia o represi¨®n del apetito sexual. Ya explic¨® el sabio Freud que casi todas las neurosis est¨¢n relacionadas con la libido. Mejor un padre de la patria golfo que un meapilas obsesionado con las grandes verdades. Si te distraes d¨¢ndole placer a tu cuerpo, es probable que se te olvide lo de machacar a tus s¨²bditos o a los enemigos de la patria. Cuentan que Franco encontraba muy pl¨¢cida la castidad. Hitler se conformaba con Eva Braun. A Videla y a Pinochet les iban m¨¢s las misas que los burdeles. Y luego pasa lo que pasa.
Lo que resulta vomitivo es que desde el poder est¨¦s dando la brasa p¨²blica de la moralidad y dispongas privadamente de un har¨¦n de superputas para hacer reales tus morbosas fantas¨ªas. O lo del l¨²brico pepero Rodrigo de Santos, que pagues tus leg¨ªtimos orgasmos con efebos de sauna con esa tarjeta que alimenta el siempre estafado contribuyente. Se va a poner de moda lo de "putos y varios" para justificar gastos.
Admitiendo la incontestabilidad de que la cara es el espejo del alma, qu¨¦ pena no ver m¨¢s el truh¨¢n careto de Zaplana. Sin embargo, cu¨¢nto alivio si nos privan del piadoso Acebes.
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