La Balada de la estrella y el telonero
Vamos a editar con Arctic Monkeys un EP a finales de a?o y, si todo sale como pienso, tambi¨¦n voy a escribir canciones para que las canten chicas. Probablemente ser¨¢ Alison, de The Kills. Me encanta". Alex Turner, l¨ªder de Arctic Monkeys est¨¢ sentado en un hotel de Hoxton, Londres, discutiendo su proyecto nuevo, una banda junto a Miles Kane, de The Rascals. El d¨ªa de la entrevista, la banda todav¨ªa no tiene nombre, y este chaval de 22 a?os ya est¨¢ hablando de sus pr¨®ximos planes para el resto de 2008, un a?o que, a pesar de ser bisiesto, tambi¨¦n se le har¨¢ corto. Un mes despu¨¦s se anunciar¨¢ que el combo se llamar¨¢ The Last Shadow Puppets y que su largo de debut, The age of the understatement, se editar¨¢ el 21 de abril. El disco es una sorprendente aproximaci¨®n a Scott Walter, al primer Bowie, a las producciones de Jack Nietzche, al revival crooner de clase obrera de Richard Harwley y al legado de The Zombies. Llega de la mano de una extra?a pareja, dos tipos de gustos y personalidades parecidas, pero de perfil p¨²blico totalmente contrapuesto. Uno es un hiperactivo icono musical brit¨¢nico; el otro, un colega que ha tenido mala suerte con sus bandas y que, curiosidades de la vida y de la industria, probablemente, edite primero su proyecto paralelo, ¨¦ste, que el debut oficial de su banda. "Es raro, ?eh?", sonr¨ªe Miles. Todo es muy raro, s¨ª. "Estoy con Alex. Hace cosas raras y lleva pantalones extra?os, pero muy sexys. Es lo que hay", concluye Kane. Y Turner le mira sonriendo. Parece encantado de compartir primer plano. Le importa m¨¢s a ¨¦l que al propio Kane dejar claro que esto es un proyecto conjunto, no la banda que ha creado del tipo de Arctic Monkeys con un socio silencioso.
"A mi padre que es 'fan' de los Beach Boys, le gusta mucho m¨¢s este disco que los de Arctic Monkeys"
Arctic Monkeys revolucionaron el maltrecho mundo de la m¨²sica con todo lo que sucedi¨® antes de la edici¨®n de su ¨¢lbum de debut, Whatever people say I am that's what I am not. Lo que pas¨® despu¨¦s fue un ¨¦xito al uso. Ventas millonarias, premios por doquier. Algo muy parecido a la dominaci¨®n mundial. Antes, los cuatro posadolescentes de Sheffield se convirtieron en el primer ¨¦xito masivo propulsado por la Red. Ellos no sab¨ªan ni cambiar el fondo de un perfil en Myspace, pero sus fans primigenios empezaron a evangelizar el universo blog con sus primeras grabaciones y, as¨ª, llenaron el Astoria londinense sin haber editado siquiera un single. Su primer largo se convirti¨® en el debut que m¨¢s vendi¨® durante su primera semana en la historia del Reino Unido.
"No creo que las cosas vayan muy r¨¢pido. Simplemente es que, si has hecho unas canciones, no tiene mucho sentido guard¨¢rtelas para no coincidir con la edici¨®n del disco de U2. Si las has escrito y grabado, las editas. ?se es el juego. Hacer buenos temas, no hacer marketing. No tenemos ni idea de marketing", recuerda Turner. Y estas canciones que componen The age of the understatement empezaron a construirse har¨¢ unos ocho meses. Tras un concierto en Glasgow, durante la segunda gira en que los Monkeys llevaron a los Rascals de teloneros, Miles y Alex se sentaron para escribir un tema juntos. Hac¨ªa poco que hab¨ªan descubierto el sonido Scott Walter, y aunque anteriormente se hab¨ªan intercambiado temas e ideas, ¨¦sta era la primera vez que se sentaban juntos para hacer algo con un prop¨®sito m¨¢s all¨¢ del entretenimiento personal.
"Todo fue muy r¨¢pido y muy f¨¢cil", recuerda Kane. "En poco tiempo ya ten¨ªamos lo que pa??re??c¨ªa un disco. Hablamos con James Ford, de Simian Mobile Disco, quien nos llev¨® a Francia a grabar. Nos sugiri¨® m¨¢s tarde que a?adi¨¦ramos cuerdas. Entonces contactamos con este tipo, Final Fantasy, un arreglista bastante conocido que yo pensaba que era un barbudo de 50 a?os y result¨® ser un tipo de casi nuestra edad. Ha hecho un trabajo con las cuerdas magn¨ªfico. Es que todo ha sido muy f¨¢cil, la verdad".
"Lo que me aporta este proyecto", apunta Turner, "es que me quita el peso de tener que llevar solo las canciones. Es la igualdad, el compartir tareas de composici¨®n y de interpretaci¨®n. El sentirme uno m¨¢s, no el l¨ªder, el poder experimentar con armon¨ªas vocales y con arreglos, el poder cantar de otra manera. He discutido mucho sobre el disco con mi padre, que es profesor de m¨²sica y fan de los Beach Boys. Creo que le gusta mucho m¨¢s este disco que los de los Monkeys. Tengo la sensaci¨®n de haber aprendido a cantar con estas canciones".
Aunque Turner insista en la equidad y simetr¨ªa del proyecto como principales valores, lo cierto es que el verdadero atractivo de todo esto proviene de sus desajustes. Dos tipos del norte de Inglaterra de poco m¨¢s de 20 a?os y con unos acentos que merecer¨ªan subt¨ªtulos en cualquier cadena norteamericana graban un disco inspirado en una m¨²sica creada en EE UU antes de que nacieran ellos, o incluso, sus padres. Uno espera de esto darse a conocer; el otro, que nada de esto sea demasiado conocido, pues perder¨ªa parte del atractivo que para ¨¦l posee lo clandestino, la misantrop¨ªa comercial con la que ha construido su encantador personaje. Miles quiere triunfar en EE UU; Alex desea que los fans de los Monkeys descubran a Scott Walter.
Turner envidia de Kane "esa guitarra Epiphone que tiene y que jam¨¢s me deja tocar". Kane envidia de Turner "esos jeans que se compr¨® en Nueva York y que no encuentro por ning¨²n sitio en Inglaterra". Turner sonr¨ªe. "Son unos APC", apunta lleno de orgullo. Lo ¨²nico que le ha tra¨ªdo la fama y la fortuna es un mejor y m¨¢s refinado gusto por la ropa. Lo otro ya lo llevaba todo de serie. Y es que Kane sabe que, sin Alex, probablemente, su destino no hubiera sido otro que ser un m¨²sico en una banda independiente que editar¨ªa dos ¨¢lbumes en un sello peque?o; el combo lograr¨ªa cr¨ªticas buenas y se separar¨ªa tras jam¨¢s alcanzar los est¨¢ndares comerciales necesarios como para sobrevivir en un mundo en el que todo va demasiado r¨¢pido, sobre todo desde que lo hace girar con sa?a Alex Turner. "No me imagino sin hacer m¨²sica. Es lo ¨²nico que s¨¦ hacer. Si fracasara mi carrera? no s¨¦, muy duro", apunta Miles. Alex le mira, sonr¨ªe y coge dos bolas de tela que hay sobre la mesa. Empieza a hacer malabares. "Si fracaso con la m¨²sica, me dedicar¨¦ al malabarismo". Lo que ¨¦l no sabe es que ya lleva a?os triunfando con el malabarismo.
'The age of the understatement' (PIAS), de The Last Shadow Puppets, se edita el pr¨®ximo 21 de abril.
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