Salvar al soldado Rilke
El traductor y ensayista Adan Kovacsics indaga en un libro en la relaci¨®n entre guerra y lenguaje
"Hay que salvar a Rilke", escribi¨® en 1916 la duquesa Thurn-Taxis. Efectivamente, el poeta Rainer Maria Rilke hab¨ªa sido movilizado por el Ej¨¦rcito imperial austroh¨²ngaro y, pese a su nula capacidad combativa y quedar rid¨ªculo en uniforme, pod¨ªa acabar luchando contra los rusos. Su protectora consigui¨® in extremis que lo destinaran al Archivo de Guerra, en Viena. Se le salv¨®, pero ello no impidi¨® que Rilke sufriera un bloqueo literario, que su poes¨ªa enmudeciera.
"Los ¨¢ngeles se hab¨ªan retirado", se?ala el traductor y ensayista Adan Kovacsics, autor de Guerra y lenguaje (Acantilado), un libro ins¨®lito y muy sugerente, ensayo con incursiones en la narrativa, que investiga el tremendo impacto de las contiendas b¨¦licas sobre la literatura, los escritores y la propia palabra. En s¨ªntesis, se trata de que la cat¨¢strofe de la guerra provoca tambi¨¦n una "cat¨¢strofe de la palabra".
En el archivo vien¨¦s, en cuyo seno funcionaba un Grupo Literario dirigido por oficiales y dedicado a la propaganda, la difusi¨®n de haza?as militares y el reforzamiento moral de la tropa, Rilke es incapaz de producir ni un texto como le piden y acaban coloc¨¢ndolo en un rinc¨®n.
Ning¨²n escritor, recalca Kovacsics, se sustrae al impacto de la guerra sobre el lenguaje; unos se apuntan al carro (blindado): se dedican a cantar al odio y "peinar a los h¨¦roes". Otros como Rilke "se apartan del alud" y caen en la par¨¢lisis o el silencio, "el lugar", se?ala Kovacsics, "en el que se guarda y se protege el verbo ante el arrasamiento, el caj¨®n donde se esconde el tesoro ante las tropas". Silencio ante el ruido, los ca?onazos, la palabrer¨ªa, el himno.
A finales de 1914, Wittgenstein, a la saz¨®n de servicio en la ca?onera Goplana que patrullaba por el V¨ªstula -y donde se encarga, parad¨®jicamente, del reflector-, describe en sus diarios secretos la ordinariez y la groser¨ªa que le rodean a bordo ("la ch¨¢chara de la ¨¦poca") y que le perturban: "He trabajado bastante, ?pero sin verdadera claridad de visi¨®n!". "Soy incapaz de pronunciar la sola palabra redentora". "Mis pensamientos est¨¢n tullidos". Karl Kraus y Walter Benjamin denunciar¨¢n la instrumentalizaci¨®n del lenguaje por la guerra, su "ca¨ªda", convertido en un torrente de palabras y frivolidad verbal que ensalza "la aventura tecnorrom¨¢ntica de la guerra" en una alianza espuria "del cat¨®n y el lanzallamas". Perciben la corrupci¨®n y degradaci¨®n de lo sagrado del lenguaje "cuando las plumas se sumergen en sangre y las espadas en tinta" (Kraus).
"Me apasiona desde siempre esa compleja relaci¨®n entre guerra y literatura, entre guerra y lenguaje", dice Kovacsics. "Si afinas el o¨ªdo puedes seguirla a lo largo del siglo XX. La literatura se cuestiona a s¨ª misma a ra¨ªz de las guerras. Ello conduce a una puesta en duda radical del lenguaje que en unos casos llega a la anulaci¨®n y el silencio y en otros a nuevas formulaciones. Ocurre en la I Guerra Mundial y tambi¨¦n, de manera m¨¢s radical, en la Segunda, con casos como los que menciono de Celan, Jelinek, Bachmann, Hans Lebert o Heimrad B?cker, que renuncia a la subjetividad para desvelar la perversa esencia ling¨¹¨ªstica del nazismo".El poeta evit¨® ser alistado, pero sufri¨® un bloqueo, su voz enmudeci¨®
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