El triunfo socialista en Catalu?a y el Pa¨ªs Vasco
El triunfo del PSC y el PSE el 9 de marzo est¨¢ hoy sujeto a diversas interpretaciones, entre las que, resumiendo, podemos destacar claramente dos: el triunfo socialista, seg¨²n la primera de ellas, habr¨ªa obedecido a una opci¨®n racional por parte del voto nacionalista. Trat¨¢ndose de una elecci¨®n para el Parlamento de Madrid, el inter¨¦s nacionalista se habr¨ªa orientado al apoyo al partido espa?ol que mejor pudiera favorecer los intereses de los nacionalismos catal¨¢n y vasco. Y este partido, con gran ventaja sobre el Partido Popular, ser¨ªa el PSOE. Esta visi¨®n comparada de los aspirantes a ganar las elecciones, ser¨ªa suficiente para explicar el desplazamiento del apoyo de un sector del nacionalismo catal¨¢n y vasco hacia el socialismo. Un desplazamiento, bien entendido, que tendr¨ªa muy presente el car¨¢cter "espa?ol" de la elecci¨®n y susceptible, por tanto, de posterior rectificaci¨®n con ocasi¨®n de nuevas elecciones a los Parlamentos de Barcelona y Vitoria.
La radicalizaci¨®n nacionalista explica el abandono de un sector de su electorado
Los t¨ªtulos que permitir¨ªan al PSOE hacerse con una parte del electorado nacionalista ser¨ªan la actitud del Gobierno de Rodr¨ªguez Zapatero ante la aprobaci¨®n del Estatuto de Catalu?a y el proceso de negociaci¨®n con ETA para poner punto final al terrorismo. Si ello no fuera suficiente, ah¨ª estar¨ªa la actitud de claro enfrentamiento del Partido Popular respecto a los intereses de los nacionalismos perif¨¦ricos, para dar cuenta de los cambios producidos en el electorado nacionalista.
Esta interpretaci¨®n, acogida con general satisfacci¨®n por sectores de opini¨®n identificados con el Partido Popular, supone posiblemente atribuir un exceso de sofisticaci¨®n, creo que muy poco realista, al comportamiento del electorado nacionalista. Ni en el caso de los votantes de ERC, ni mucho menos en el supuesto de los electores del PNV y EA, es imaginable una actitud semejante. Los intentos de aproximaci¨®n de la direcci¨®n del PSC al nacionalismo catal¨¢n, en menor medida de la direcci¨®n del PSE al nacionalismo vasco, no permiten pensar en que un genuino electorado nacionalista pueda olvidar la pertenencia de ambos a un PSOE visto como enemigo de los ¨²ltimos objetivos nacionalistas.
Si damos por poco realista esta interpretaci¨®n del triunfo socialista en Catalu?a y el Pa¨ªs Vasco, habr¨ªa que recurrir a la m¨¢s obvia explicaci¨®n de que los socialistas han recogido el temor de muy amplios sectores de las sociedades vasca y catalana a la deriva radical visible en el plan Ibarretxe y en los proyectos de futuro de ERC. De entrada, la frustraci¨®n del voto autonomista del PNV y EA se habr¨ªa manifestado en la disminuci¨®n del apoyo electoral a ambos partidos. En el caso catal¨¢n, las actitudes pol¨ªticas iniciales de ERC a favor de un modelo de nacionalismo c¨ªvico habr¨ªan dado paso a una radicalizaci¨®n de corte soberanista. Y esta radicalizaci¨®n explicar¨ªa sin m¨¢s el abandono de un sector de su electorado.
M¨¢s all¨¢ del comportamiento de una franja del nacionalismo moderado en relaci¨®n a sus formas de expresi¨®n pol¨ªtica habituales, amplios sectores de la sociedad vasca y catalana habr¨ªan encontrado en el Partido Socialista un refugio para actitudes ponderadas, progresivamente abandonadas por el PNV, EA y ERC. El Partido Socialista se habr¨ªa constituido en mejor refugio para estos sectores de opini¨®n que el Partido Popular, por defender posiciones m¨¢s moderadas, eventualmente conciliadoras, ante una hip¨®tesis de conflicto entre sus Comunidades Aut¨®nomas y el Estado.
Pienso que esta segunda interpretaci¨®n resulta mucho m¨¢s razonable para entender el triunfo socialista en Catalu?a y el Pa¨ªs Vasco. Un triunfo que nos debe llevar a revisar el juicio cr¨ªtico que a buen n¨²mero de observadores nos ha merecido la estrategia seguida por la direcci¨®n tanto del PSC como del PSE. Lo cierto es que tras las elecciones del 9 de marzo, la cuesti¨®n nacional-regional de Espa?a entra en una nueva fase en que el descenso nacionalista hace ver las cosas con renovado optimismo. Es de esperar que el nuevo Gobierno de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero deduzca las consecuencias oportunas del giro producido. En primer lugar, en relaci¨®n al ahora sumamente debilitado plan Ibarretxe. En segundo, de cara a un planteamiento reposado y coordinado con el Partido Popular para el definitivo acomodo de la planta pol¨ªtica del Estado a los deseos y necesidades de la gran mayor¨ªa de la sociedad espa?ola.
Andr¨¦s de Blas Guerrero es catedr¨¢tico de Teor¨ªa del Estado en la UNED.
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