Esas mujeres
Esas mujeres son incre¨ªbles. Esto es, no hay quien se las crea. Me refiero a las esposas que siempre flanquean al apestado de turno en su momento de p¨²blica deshonra. Impecables, reci¨¦n salidas de la peluquer¨ªa, berroque?as en su aparente apoyo conyugal, agarradas de la mano de sus hombres. Como la mujer del ex gobernador de Nueva York, de ese Spitzer que se ha labrado la ruina por ir con prostitutas. Ciertamente asombra que algo as¨ª, un acto tan privado, acabe con la carrera de alguien, aunque hay que reconocer que Spitzer se lo ha ganado a pulso por haber alardeado de puritanismo, o sea, por hip¨®crita.
Ya se sabe que las ceremonias de p¨²blica deshonra, mayormente relacionadas con los asuntos sexuales, son una especialidad norteamericana; y con qu¨¦ espeluznante fruici¨®n se airean los m¨¢s m¨ªnimos detalles, desde el uso o no uso de condones hasta los resecos e innombrables lamparones en los trajes. Destripar de este modo la intimidad s¨ª que es pornogr¨¢fico. No siempre fue as¨ª: nunca se dijo nada de la fren¨¦tica fiebre fornicadora de John Kennedy, por ejemplo. Pero aqu¨¦llas eran ¨¦pocas mejores, mucho m¨¢s permisivas. Hoy los esc¨¢ndalos pol¨ªtico-sexuales son el espect¨¢culo de moda, y las esposas son actrices principales. Veo a Spitzer balbuceando sus excusas y a su mujer al lado, toda tiesa, y no s¨¦ si, mientras le mira con cara de p¨®ker, est¨¢ siendo una hero¨ªna de la lealtad, o si est¨¢ calculando cu¨¢nto puede depreciar todo esto la empresa familiar y por consiguiente la tajada que sacar¨¢ en su futuro divorcio. ?Por qu¨¦ costar¨¢ tanto creer a esas pobres mujeres, que en definitiva han sido tr¨¢gicamente colocadas en un lugar humillante e imposible? ?Tal vez por lo improbable de la escenograf¨ªa, por lo ortop¨¦dico de la situaci¨®n, porque ese fingimiento de un cari?o convencional tambi¨¦n resulta obsceno?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
