Marcel Duchamp s¨ª ten¨ªa raz¨®n
Una exposici¨®n en la Tate Modern demuestra c¨®mo el creador defini¨® el arte de nuestros d¨ªas - Su c¨¦lebre urinario, elegido la obra m¨¢s influyente del siglo XX
"?Se pueden hacer obras de arte que no sean obras de arte?". M¨¢s que un interrogante es la expresi¨®n de una vocaci¨®n subversiva y provocadora que acompa?a a una reproducci¨®n a gran escala de La Gioconda, retocada con bigote y perilla, a la entrada de la Tate Modern en Londres. La irreverencia corresponde a Marcel Duchamp y ejerce de invitaci¨®n para explorar una exposici¨®n que el museo londinense dedica a una de las figuras que m¨¢s ha influido en la noci¨®n del arte contempor¨¢neo. La idea de la obra, su proceso creativo, prima sobre el m¨¦rito de su realizaci¨®n final. Y ¨¦se es el gran pilar de arte conceptual. El mismo que se traduce en las cotizaciones millonarias de Damien Hirst o Tracy Emin y que, pese a los vaivenes de las tendencias, sigue en plena vigencia. As¨ª lo demuestran iniciativas como la del comisario de la pr¨®xima bienal de S?o Paulo, que ha optado por presentar un pabell¨®n vac¨ªo, carente de obras en el no va m¨¢s del conceptualismo.
Una pieza de porcelana sacudi¨® el 'establishment' art¨ªstico en 1917
Mucho antes de erigirse en el signo de los tiempos, la obra de Duchamp supuso, hace casi un siglo, una radical ruptura de las convenciones. Con la complicidad, eso s¨ª, de sus dos grandes amigos y colegas, Francis Picabia y Man Ray. A ese tr¨ªo de vividores, unidos en el desprecio por el arte institucionalizado y, en general, por todo lo considerado "correcto", est¨¢ consagrada la muestra de la Tate que, bajo el sencillo t¨ªtulo Duchamp, Picabia, Man Ray, indaga en sus relaciones e influencias mutuas desde el coraz¨®n del dada¨ªsmo y el movimiento surrealista, sin dejar de retener cada uno su singularidad. "No hab¨ªa rivalidad entre ellos, sino una cooperaci¨®n genuina que les permit¨ªa pasarlo bien juntos a la vez que se compromet¨ªan en esos di¨¢logos visuales", explica Jennifer Mundy, comisaria de la exposici¨®n (en Londres hasta finales de mayo y en el Museu Nacional d'Art de Catalunya, de Barcelona, desde el 19 de junio).
Duchamp es, sin duda, el genio del grupo, una imparable m¨¢quina de ideas y el primero que os¨® exponer en un museo vulgares objetos de la vida cotidiana bajo la etiqueta de de arte. Como el provocador urinario que decora esta p¨¢gina. Una pieza de porcelana que sacudi¨® el establishment art¨ªstico del Nueva York de 1917. El autor franc¨¦s lo present¨® bajo el t¨ªtulo La Fuente y la firma del fabricante del sanitario -R. Mutt-, elev¨¢ndolo a la categor¨ªa de obra simplemente porque el artista lo proclamaba como tal. Ese urinario, transformado en escultura moderna, es el paradigma de sus readymade y trastoc¨® para siempre el lazo entre el trabajo del artista y el valor de la obra, que desde entonces pod¨ªa hacerse con cualquier cosa y tomar cualquier forma. Lo que entonces supuso un ultraje devino en s¨ªmbolo: recientemente, un panel de quinientos expertos del mundillo votaba a La Fuente como la pieza de arte moderno m¨¢s influyente.
En cuanto a la "peque?a ayuda de los amigos" (si se permite parafrasear a los Beatles) la muestra sit¨²a las obras de los tres en el contexto de la amistad que les inspir¨® y que, en un caso inusual en el mundo del arte, se mantuvo. Francis Picabia, nacido en el seno de una opulenta familia de origen cubano, era una treintea?ero de vida disoluta cuando en 1911 conoci¨® a Duchamp. Pese a lo diferente de sus contextos y al car¨¢cter m¨¢s cerebral de este ¨²ltimo, la qu¨ªmica fue inmediata. Cuatro a?os m¨¢s tarde, el esp¨ªritu aventurero del americano Man Ray se sumaba a la ecuaci¨®n art¨ªstica.
Uno de los nexos era la obsesi¨®n por el sexo, que refleja la fuerte carga de erotismo en muchas de las obras expuestas, empezando por las v¨ªrgenes, novias y viudas de Duchamp. El recorrido pierde br¨ªo en la etapa de la prematura retirada de Duchamp, que decidi¨® consagrarse a sus textos filos¨®ficos y a su gran pasi¨®n, el ajedrez, inmortalizada en un filme de Ren¨¦ Clair, Entr'Acte, que completa la exposici¨®n.
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