La pasi¨®n pol¨ªtica de Judas
Se cree que Judas, conocido como el Traidor, proced¨ªa de Cariot en Jud¨¢. Era el encargado de administrar las limosnas (Jn. 13:29). De acuerdo con la tesis del autor ingl¨¦s A. Burgess en El hombre de Nazareth era un nacionalista jud¨ªo que crey¨® realmente que Jes¨²s encabezar¨ªa una rebeli¨®n popular contra los ocupantes romanos.
La conducta extra?a de Jes¨²s y sobre todo su deriva propugnando una espiritualidad del amor incluso respecto de los enemigos, su condescendencia con las tropas de ocupaci¨®n y con los publicanos -odiosos colaboracionistas que se enriquec¨ªan con la ocupaci¨®n- tuvieron que desesperar a Judas, por lo que lleg¨® a la conclusi¨®n de que el mensaje de Cristo era contraproducente para la liberaci¨®n de Judea y a la postre abandonista.
Pens¨® que Jes¨²s ven¨ªa a encabezar una rebeli¨®n pol¨ªtica contra los romanos
A partir de ese c¨¢lculo pol¨ªtico se justifica a s¨ª mismo la traici¨®n, aunque en realidad ¨¦l no lo entreg¨® a los romanos, sino a las autoridades religiosas del juda¨ªsmo, los que conservaban la legitimidad nacional del pueblo elegido; una vez entregado Jes¨²s -su querido Rab¨ª y amigo- sinti¨® remordimientos, lo que demuestra que despu¨¦s de todo am¨® a Cristo; y sus remordimientos le llevaron a suicidarse ahorc¨¢ndose en una higuera.
"Entonces Satan¨¢s entr¨® en Judas, uno de los doce disc¨ªpulos, al que llamaban Iscariote. (4) ?ste fue a ver a los jefes de los sacerdotes y a los oficiales del templo, y habl¨® con ellos sobre c¨®mo entregarles a Jes¨²s. (5) Ellos se alegraron y prometieron darle dinero a Judas. (6) Y ¨¦l acept¨® y comenz¨® a buscar un momento oportuno, en que no hubiera gente, para entregarles a Jes¨²s". (Lucas 22, 3-6)
No es de extra?ar que la figura de Judas haya despertado el inter¨¦s de la literatura y que haya obsesionado precisamente a los denominados autores cristianos; se da en Judas la parad¨®jica condici¨®n de ser traidor al amor de Cristo, pero al mismo tiempo su traici¨®n es el paso obligado para el sacrificio de la Redenci¨®n.
Abominable y sin embargo necesario. Bernanos representa muy bien esa ambigua consideraci¨®n sobre Judas: el famoso novelista cat¨®lico-romano siendo joven, en un arrebato de patetismo que cuadra bien con su estilo teatral encarg¨® una serie de misas por la salvaci¨®n de Judas. ?Qu¨¦ maravilloso gesto!
A pesar de que muchos autores consideran un enigma psicol¨®gico el m¨®vil de la traici¨®n de Judas y de que el Evangelio no da detalles que permitan establecer sus motivaciones, a mi juicio la motivaci¨®n pol¨ªtica de la que habla Burgess parece la m¨¢s convincente en un personaje apodado el zelota, es decir, perteneciente a la minor¨ªa radical, celosa de la independencia de Judea. Era lo que hoy podr¨ªamos denominar un nacionalista radical que exig¨ªa que Jes¨²s fuera ese Mes¨ªas-Rey y Liberador que la tradici¨®n jud¨ªa esperaba.
En el Evangelio de Juan se sugiere su codicia, por el hecho de que fuera el tesorero del grupo; es conocida la protesta de Judas porque Cristo permite que la Magdalena gaste un perfume con el que le unge los pies. En esa escena la preocupaci¨®n econ¨®mica es m¨¢s bien altruista que fruto de la codicia; lo que le mueve a Judas es precisamente la consideraci¨®n pol¨ªtica y militante del mesianismo de Jes¨²s que no debiera permitirse esas indulgencias.
El Dante le reserva a Judas en su Infierno el Noveno C¨ªrculo, aqu¨¦l reservado a los traidores donde el propio Lucifer tiene su cuartel general. Burgess, sin embargo, intenta otra mirada sobre Judas, descubriendo que fue no tanto un traidor -que lo fue- como un decepcionado, Judas, el patriota.
En Euskadi, sin querer hacer comparaciones pol¨ªticas, zelota ser¨ªa traducido como abertzale. Judas fue un resistente a la ocupaci¨®n romana que pens¨® que Jes¨²s ven¨ªa efectivamente a encabezar una rebeli¨®n pol¨ªtica contra los invasores, que Jes¨²s era el Mes¨ªas vencedor y guerrero que instaurar¨ªa un reino de justicia en un Israel independiente gobernado por la estirpe del Rey David. Cual no ser¨ªa su decepci¨®n cuando detr¨¢s de los milagros de Jes¨²s vio que no hab¨ªa una vocaci¨®n de poder: "Mi reino no es de este mundo".
El Reino que Judas esperaba, en cambio, s¨ª era de este mundo pero s¨®lo val¨ªa treinta monedas de plata.
Javier Otaola es el Defensor del Ciudadano de Vitoria-Gasteiz y autor de Laicidad, una estrategia para la libertad. Ed. Bellaterra. Barcelona.
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