Aznar-loa
Los espa?oles estamos celebrando el quinto aniversario de la guerra que termin¨® en Irak al tiempo que empezaba, pero entonces no lo sab¨ªamos, y que contin¨²a, como ya no ignoramos. Conmemoramos el evento escuchando de nuevo la voz sensual, conmovedora y abismal del ¨²nico compatriota que tuvo el valor de sacarnos del aislacionismo taimado y de la inapetencia atl¨¢ntica, involucr¨¢ndonos a fondo en pol¨ªtica exterior. Nuestro nombre, el de la heroica Espa?a que formaba parte del brioso Ej¨¦rcito invasor de Mesopotamia -en el pelot¨®n de cola, pero no por ello menos dignos ni menos responsables-, a punto estuvo de escribirse con todos los honores en el m¨¢rmol de la Historia. ?Cuando lo pienso! Imaginen un monolito de marmolillo, posiblemente en Washington, dedicado al lejano pa¨ªs que, all¨¢ por la Pen¨ªnsula Ib¨¦rica -cerca de Honduras-, colabor¨® en la democratizaci¨®n de los sufridos s¨²bditos de Sadam Husein.
"Loor a Espa?a, que veng¨® la invasi¨®n de los moros y la p¨¦rdida de Al Andalus, que ayud¨® a fragmentar Irak y a fortalecer a Ir¨¢n -qu¨¦ carambola-, que contribuy¨® a destruir hospitales y a aumentar el terrorismo internacional. Loor al pa¨ªs que ayud¨® a Estados Unidos para que se quedara con las concesiones petrol¨ªferas, y a los amigos de Bush jr. y de Cheney, y a ellos mismos, a enriquecerse. ?Loor!" ?Pueden imaginarlo? All¨¢ abajo, el Potomac rugiente, triunfante sobre el Tigris y el ?ufrates, henchido de Pisuerga. Pero perm¨ªtanme que regrese a lo real. Y es que un perfecto cobarde, un traidor que, aprovechando haber sido votado tras prometer la retirada de nuestras tropas, tuvo la osad¨ªa de cumplir, nos sumi¨® en la oscura noche de la indiferencia exterior.
Y ahora s¨®lo permanece en la memoria de todos, grabado para siempre y para la Historia, el nombre de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. Escrito en rojo, con sangre ajena.
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