El ojo del p¨²blico
En una ¨¦poca como la que vivimos en Espa?a, de acomodamiento mercantil y conservadurismo art¨ªstico en el ¨¢rea del cartelismo cinematogr¨¢fico, determinadas figuras hist¨®ricas se ven engrandecidas. No s¨®lo por su impagable labor en unos a?os en los que el marketing a¨²n se llamaba mercadotecnia y en los que anglicismos como target, mailing o product manager todav¨ªa no se hab¨ªan establecido como risibles t¨¦rminos coloquiales de determinadas conversaciones, sino porque lo que hac¨ªan en cada una de sus obras, en cada una de sus acciones, era verdadero arte comercial. Enrique Herreros (1903-1977), dibujante, pintor, cartelista, humorista gr¨¢fico, dise?ador de fachadas cinematogr¨¢ficas en la Gran V¨ªa madrile?a, publicista y director de largometrajes, fue una de estas figuras. Un enamorado del cine y de su profesi¨®n que, seg¨²n cuentan, contagiaba su entusiasmo, y cuya obra acaba de ser recopilada por su hijo en un enciclop¨¦dico volumen ilustrado a todo color titulado Los carteles de cine de Enrique Herreros (y otras obras importantes).
Los carteles de cine de Enrique Herreros (y otras obras importantes)
Coordinaci¨®n: Enrique Herreros, hijo
Egeda, Edaf. Madrid, 2007
457 p¨¢ginas. 42 euros
Cuarenta y cuatro carteles de cine; 18 de temas generales; 23 portadas y 2 dibujos publicados en la m¨ªtica revista La Codorniz; 14 fachadas del cine Palacio de la M¨²sica, y 30 ilustraciones de estrellas nacionales y extranjeras, de los a?os treinta, publicadas en la revista Cinegramas. ?se es el contenido del libro de Herreros hijo sobre Herreros padre, un homenaje en toda regla, y una oportunidad para que las nuevas generaciones de dise?adores gr¨¢ficos se ejerciten a trav¨¦s de un curso acelerado de efectividad art¨ªstica y comercial en apenas unos trazos. Cada cartel de cine realizado por Herreros, la mayor¨ªa entre los a?os 1931 y 1936 para la distribuidora Selecciones Film¨®fono, propiedad de otro mito del cine espa?ol, Ricardo Urgoiti, es un prodigio de acoplamiento a la tem¨¢tica, al estilo de la pel¨ªcula, para, partiendo de expresiones muy distintas, llegar adonde hab¨ªa que llegar: al ojo del p¨²blico y que ¨¦ste acudiese a las salas. Expresionismo, simbolismo, abstracci¨®n, art d¨¦co, cubismo, tenebrismo..., siempre con una sorprendente econom¨ªa de trazos, con una sobriedad no exenta de poder¨ªo narrativo. El cartel al servicio de la pel¨ªcula, y no el encargo al servicio del artista, como ocurre muchas veces hoy. Sus sugerencias sobre las vidas de los personajes evocaban las vidas de los propios espectadores. En grandes pel¨ªculas de inmortales directores como S. M. Eisenstein, Ren¨¦ Clair, G. W. Pabst y Julian Duvivier, pero tambi¨¦n en olvidadas producciones, con toda seguridad inferiores al reclamo publicitario que las gui¨®. Todo ello sin necesidad de frases publicitarias de acompa?amiento, porque la imagen lo dec¨ªa todo.
Herreros ha conseguido lo imposible. Poner de acuerdo a personalidades de la vida art¨ªstica, period¨ªstica, empresarial y pol¨ªtica, en principio, absolutamente distantes. Cada cartel, cada fachada, cada dibujo humor¨ªstico (una obra maestra, su portada para La Codorniz en la que se reflexiona sobre el papel de las mu?ecas en las vidas de las paup¨¦rrimas ni?as del campo) va acompa?ado en el libro por un texto escrito por los que Herreros Jr. califica como "los 90 magn¨ªficos". De Alfonso Guerra a Mercedes de la Merced; de Jos¨¦ Luis Garci a Jos¨¦ Luis Garc¨ªa S¨¢nchez; de Juan Carlos Laviana a ?ngel S. Harguindey; de Jos¨¦ Luis Borau a Pedro Mas¨®; de Antonio Burgos a Rafael Azcona; de Andr¨¦s Vicente G¨®mez a Fernando Lara; de Luis Alberto de Cuenca al fallecido Fernando Fern¨¢n-G¨®mez. Unos con m¨¢s efusividad que otros; unos desde el conocimiento personal; otros desde la admiraci¨®n art¨ªstica; unos con m¨¢s calidad literaria; otros con m¨¢s calidez humana. Todos han querido unirse a la figura de un hombre que apel¨® al subconsciente del espectador desde la inteligencia. Algo que parece olvidado hoy en d¨ªa. -
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