Del rom¨¢nico al parque e¨®lico
Contrastes de la sierra de Pela, la solitaria frontera de Soria y Guadalajara
So?amos con poder vivir en Marte, y la sierra de Pela, que es un cat¨¢logo deslumbrante de p¨¢ramos y barrancos colorados, registra una de las densidades de poblaci¨®n m¨¢s bajas de nuestro planeta: 0,8 habitantes por kil¨®metro cuadrado. Y qu¨¦ no dar¨ªan muchos ricos por viajar atr¨¢s en el tiempo y, como suele decirse, mirar por un agujerito c¨®mo era la Edad Media, en tanto que la iglesia visig¨®tica de Pedro y la rom¨¢nica de Villacadima, por citar dos perlas de aquella ¨¦poca, se quedan no pocos fines de semana como la ratita presumida, sin que nadie las vea. Debe, pues, concluirse que nos atrae lo inaccesible y que si la sierra de Pela, en lugar de estar a una hora y media de Madrid, cayese en la cara oculta de la Luna, habr¨ªa varias expediciones de la NASA en marcha y turistas rusos dispuestos a desembolsar cien millones de euros para contemplarla desde una nave orbital y gente corriente so?ando con colonizar, ?oh, felicidad!, ese mundo rojo y vac¨ªo.
P¨¢ramos y lagunas. Ca?ones colorados y encinas de 800 a?os. Templos medievales y aerogeneradores. As¨ª es esta comarca que cruz¨® el Cid, en el conf¨ªn oriental del Sistema Central.
La sierra de Pela -que otros dicen de Miedes, y otros, para que haya m¨¢s variedad, de Atienza- es la misma que el Cid cruz¨® en 1081, al expirar el plazo que el rey le dio para salir de Castilla, dejando a sus espaldas la actual provincia de Soria y entrando en tierras musulmanas, cual eran entonces las de Guadalajara. Un siglo despu¨¦s, sin moros ya en la cresta, los agustinianos fundaron en la ladera meridional el monasterio de Santa Coloma de Albendiego, y a su calor brotaron media docena de aldeas en las que pocas cosas han cambiado desde aquellos d¨ªas, ni para bien ni para mal. Hasta el vendedor ambulante que abastece semanalmente estas soledades con su cami¨®n frigor¨ªfico se anuncia soplando una trompetilla, como si fuese pregonando bulas en vez de pescadillas.
Protegida del paso del tiempo por una burbuja invisible -probablemente del mismo jab¨®n que elimin¨® de los mapas del progreso la c¨¦ntrica sierra de Pela-, se conserva en Albendiego la iglesia de Santa Coloma, que es de arenisca bermeja, como casi todas las de la comarca, y cuyo elemento m¨¢s llamativo es un ¨¢bside semicircular con tres altos ventanales cerrados por celos¨ªas de piedra tallada. Por estas ventanas caladas -que, m¨¢s que de canteros, dir¨ªanse labor de encajeras- se cuela en la ¨²nica nave una luz espectral, asaz misteriosa, aunque bastante misterio es que unos hombres se reunieran aqu¨ª cada tres horas, d¨ªa s¨ª y d¨ªa tambi¨¦n, hasta el fin de sus mon¨®tonas vidas, para loar al Creador del variado universo. Quiz¨¢ por eso la Reconquista se demor¨® 781 a?os. Las llaves del templo, grandes como espetones para asar pollos, las guardan en el ¨²nico bar.
Arcos que llegan al suelo
Albendiego forma parte, junto con Villacadima y Campis¨¢balos, de la llamada ruta del Rom¨¢nico Rural de Guadalajara. La iglesia de San Pedro de Villacadima tiene una portada con arquivoltas de decoraci¨®n geom¨¦trica -ins¨®lita en el rom¨¢nico-, y en el interior, grandes arcos que llegan hasta el suelo. En la de Campis¨¢balos, adem¨¢s de un ¨¢bside plagado de canecillos con escenas de caza y un atrio de solemnes arcos semicirculares, puede admirarse, decorando la fachada de la capilla del caballero San Galindo, una representaci¨®n escult¨®rica de los 12 meses del a?o con sus correspondientes faenas agr¨ªcolas. A esto, los que van de eruditos le llaman mensario.
Adem¨¢s de iglesias rom¨¢nicas, la ladera guadalajare?a alberga el monumento natural de la laguna de Somolinos, una charca en forma de media luna, de 300 metros de largo, orlada de carrizos y choperas, donde el reci¨¦n nacido r¨ªo Bornova se vuelve un espejo. Por el norte asedian el oasis varias gargantas sedientas, fantasmales, cuyos escarpes fingen proas de barcos naufragados en el remoto mar que dio origen a estas espesuras sedimentarias. Al adentrarse a pie en ellas se descubre un escenario on¨ªrico, todo piedra, todo alma. ?Sierra de Pela? Mejor le ir¨ªa Pel¨¢.
Para ver la otra ladera, la soriana, hay que tirar por la carretera de Ayll¨®n y tomar, entre Grado del Pico y Santib¨¢?ez, el desv¨ªo se?alizado hacia el yacimiento de Tiermes, las fabulosas ruinas de la ciudad celt¨ªbera que los romanos conquistaron en el a?o 98 antes de Cristo, siendo c¨®nsul Tito Didio, y convirtieron en la Pompeya espa?ola, una animada urbe con teatro, piscinas climatizadas y mansiones de hasta 35 habitaciones, dejando el mondo cerro de arenisca en que yacen sus restos m¨¢s agujereado que el decorado de Bricoman¨ªa. ?Y pensar que hoy en esta esquina del suroeste de Soria apenas vive nadie, ni un alma por kil¨®metro cuadrado, menos incluso que en el S¨¢hara!
Las que s¨ª que viven, ?y no poco!, son las encinas mastod¨®nticas, alguna de m¨¢s de 800 a?os de edad, de Valderrom¨¢n, aldea que se deja a mano izquierda seg¨²n se avanza hacia naciente por la falda de la sierra, camino de Tarancue?a. Aqu¨ª, en la Tarankunya de las cr¨®nicas sarracenas, nace el sendero m¨¢s bello de la comarca, que permite plantarse en un par de horas en la vecina Caracena -un puente medieval, un castillo, dos iglesias rom¨¢nicas y 11 vecinos- caminando por el ca?¨®n del r¨ªo Adante, un paraje de soledad 10 en la escala Robins¨®n, s¨®lo mitigada por los buitres que hacen guardia en los acantilados.
Tampoco se ven multitudes en Retortillo de Soria: s¨®lo cuatro ancianos sentados al sol que rebota en el front¨®n, mirando los muros ca¨ªdos de su patria chica, que debieron de ser magn¨ªficos a juzgar por las dos puertas que quedan en pie. Por Retortillo, cuando Castilla a¨²n era joven, pas¨® con doce de los suyos Ruy D¨ªaz de Vivar, para acto seguido cruzar la sierra en pos de Miedes de Atienza, ya en territorio moro. Diez siglos despu¨¦s, lo ¨²nico que ha cambiado en este puerto sin nombre ni tr¨¢fico, por el que se vuelve de nuevo a la parte de Guadalajara, son los generadores e¨®licos que se descubren a diestra y siniestra, plantados a lo largo de toda la cresta. Al Cid, que pose¨ªa varios molinos en el r¨ªo Ubierna, dif¨ªcilmente le habr¨ªan placido estos que ni muelen nada ni tienen molinera.
GU?A PR?CTICA
Informaci¨®n y c¨®mo ir
- Albendiego dista 115 kil¨®metros de Guadalajara. Se va por la A-2 y la CM-1011 hasta Sig¨¹enza, y luego, por la CM-110 hasta Atienza y Albendiego.
- Turismo de Atienza (949 39 92 93).
- www.turismocastillalamancha.com.
- www.turismocastillayleon.com.
Comer y dormir
- Molingordo (949 30 78 07). Somolinos. Antigua f¨¢brica de papel junto a la laguna de Somolinos, con cuidados apartamentos rurales y excelente restaurante. Un fin de semana, de 160 a 196 euros.
- Termes (975 35 20 55). Montejo de Tiermes. 12 habitaciones distribuidas en torno a un patio porticado, estilo villa romana, y restaurante especializado en alubiones de Noviales y asados con le?a de encina y estepa. Habitaci¨®n doble, de 58 a 68.
- Palacio de Br¨ªas (975 18 34 88). Br¨ªas. Casona del siglo XVII, que fue de un obispo, con biblioteca, patio y jard¨ªn. Desayunos y cenas. La doble, de 67 a 77 euros.
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