La vida sin aire
Alguien me dijo a la salida del montaje que nos ocupa que parec¨ªa muy seria. Mal asunto, el de salir con mala cara de una comedia. Con las ganas que ten¨ªa de pasar un buen rato con la nueva pieza de Jordi Silva despu¨¦s de disfrutar la temporada pasada con su obra anterior, La millor nit de la teva vida, y de intuir con la primera, ?ntimes loquacitats que acab¨® por titularse Ja en tinc 30!, que el chico ten¨ªa cosas por decir y que sab¨ªa decirlas. Y es que Un fill, un llibre, un arbre ni va m¨¢s all¨¢ de los t¨®picos que se resumen en el t¨ªtulo, ni est¨¢ bien resuelta esc¨¦nicamente hablando. Y no me refiero al aparato escenogr¨¢fico, que tiene su gracia.
El texto de Silva tiene cosas buenas: parte de una idea muy atractiva como es la perspectiva de poder observar la vida desde la muerte; juega con elementos eficaces como son los bons¨¢is que cuida su protagonista desde el limbo, un escritor de ¨¦xito que lleva un par de a?os muerto, y que simbolizan las ansias de control de la humanidad al tiempo que ilustran el papel que sigue ejerciendo ese personaje sobre sus seres queridos. Adem¨¢s, cuenta con r¨¦plicas ingeniosas y sabe situar la acci¨®n en la actualidad.
UN FILL, UN LLIBRE, UN ARBRE
De Jordi Silva. Direcci¨®n: Antonio Calvo. Int¨¦rpretes: Pep Anton Mu?oz, Jordi And¨²jar, Neus Quimas¨®, Cristina G¨¢miz, Pep Ferrer. Escenograf¨ªa: Sebasti¨¤ Brosa. Vestuario: Montse Alacuart. Iluminaci¨®n: Pep G¨¢miz. Banda sonora: Roger Rodes. Teatre Nacional de Catalunya, Sala Tallers, Barcelona. Hasta el 30 de marzo.
Sin embargo, todo ello no parece llevarnos a ning¨²n sitio o, al menos, en este montaje lo bueno se dispersa entre los hilos de una trama deliberadamente liosa que se enreda por momentos hasta acabar en un manojo de desprop¨®sitos.
Antonio Calvo, el director, viene a decir en el programa de mano que ha dejado que el texto campe a sus anchas durante los ensayos, que ha dejado que fermente solo, para ver qu¨¦ pasaba. Y eso se nota. Especialmente campa a sus anchas Pep Anton Mu?oz, que interpreta el papel protagonista. Y me sabe mal, porque me consta que es un actor muy querido por el p¨²blico desde que es m¨¢s conocido como el Peris de El cor de la ciutat, pero lo cierto es que convierte a su personaje, Amadeu Bosch, el escritor fallecido e idolatrado, en un mamarracho amanerado e insufrible al que no ayuda nada el absurdo atuendo que luce. Tras casi dos horas de hacerse el gracioso a base de sobreactuar con esa cantarella que le caracteriza, la verdad, a una al final se le tuerce el rostro. De ah¨ª la mala cara.
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