El Atl¨¦tico empeque?ece al Sevilla
El equipo de Aguirre aprovecha los defectos del Sevilla y le gana terreno de cara a la 'Champions'
No hace tanto, saltar al c¨¦sped del S¨¢nchez Pizju¨¢n con la camiseta del visitante encima era lo m¨¢s parecido a hacerle una visita al coco, al sacamantecas. Tuviera a quien tuviera enfrente, ya fuera por la tarde o por la noche, con lluvia o solana, el Sevilla somet¨ªa a sus contrarios a media hora de manteo inmisericorde del que, adem¨¢s, sol¨ªa sacar beneficio en forma de goles. Pero eso hace tiempo que no pasa. Y el entrenador del Atl¨¦tico quiso sacar beneficio de lo poco monstruoso que se ha vuelto el monstruo.
Aguirre coloc¨® a los suyos para que se quedaran con el oc¨¦ano de c¨¦sped que los sevillistas dejan libre en el centro del campo y les orden¨® buscar el camino a la porter¨ªa contraria por el hueco que deja libre Alves cuando se arranca por el suyo. Con este planteamiento y alguna patada desabrida que otra, el conjunto rojiblanco se hizo el amo.
El peso t¨¢ctico de los jugadores de Aguirre era infinitamente superior al de los de Jim¨¦nez. El Sevilla se rompi¨® en dos con una facilidad dolorosa y lo ¨²nico que se le ocurr¨ªa para acercar el bal¨®n a la porter¨ªa de Abbiati era el env¨ªo inmisericorde de pelotazos hacia donde estuviera Kanout¨¦ o esperar una cabalgada de Alves. Y, claro, si el lateral se va al ataque, no est¨¢ en la parcela que le toca defender. No se le pueden dar mejores noticias a alguien como Sim?o. El espacio nominal del lateral sevillista lo aprovechaba Ag¨¹ero para abrir el campo, lo corr¨ªa el portugu¨¦s para buscarse el sitio del pase y lo buscaban los centrocampistas en cuanto le quitaban el bal¨®n a los sevillistas. A los cuatro minutos, Sim?o se col¨® hasta el fondo y se sac¨® un centr¨® que se pase¨® en paralelo a la l¨ªnea de gol.
Esa jugada se qued¨® en susto. Mosquera jug¨® como nunca antes lo hab¨ªa hecho para el Sevilla y logr¨® desbaratar varios intentos de colarse del Kun. Pero no pod¨ªa ser siempre as¨ª. La frecuencia de las arremetidas rojiblancas convert¨ªa el gol en algo estad¨ªstico. Otra colada de Sim?o, un taconazo al aire de Ag¨¹ero y un pepinazo de Maxi trajeron el primer gol.
La ocasi¨®n m¨¢s peligrosa del Sevilla se la regal¨® Abbiati con una salida horrorosa que dej¨® el bal¨®n a pies de Luis Fabiano, aunque ¨¦ste no supo qu¨¦ hacer con ¨¦l.
Los anfitriones no acertaban a hilar una simple combinaci¨®n que, por lo menos, alimentara las esperanzas de mejora. El reflejo del equipo de Jim¨¦nez es a encastillarse. Y romperse en dos. Sin juego de combinaci¨®n, la rapidez de los atacantes de banda resulta tan inocua como de lejos venga el pelotazo que le haga correr el compa?ero de turno.
Sin embargo, el Atl¨¦tico se fue alejando del partido. Algo de naturaleza r¨¢cana tambi¨¦n. No se not¨® mejor¨ªa en los sevillistas ni baj¨®n en el desempe?o f¨ªsico de los de Aguirre, pero los rojiblancos comenzaron a especular -con lo mal que se les da- y parec¨ªan encontrarse m¨¢s a gusto en el barullo que en la electricidad que hasta entonces hab¨ªan tenido sus ataques.
El gol de Capel a los tres minutos escasos de comenzar la segunda parte, aprovechando un rechace del italiano Abbiati, pareci¨® anunciar otro paisaje para el duelo. El asunto se volvi¨® mucho m¨¢s emocionante, pero no mejor. En ese ambiente alocado, la calidad del Kun apareci¨® en el momento justo. El argentino remat¨® con la puntera un pase profundo al ¨¢rea, de esos a los que la defensa sevillista teme como a la peste, y adelant¨® a su equipo de nuevo.
El Atl¨¦tico fue mejor t¨¢ctica y estrat¨¦gicamente. Adem¨¢s, fue m¨¢s listo a la hora de preparar y ejecutar su trabajo. Fue m¨¢s candidato a la Liga de Campeones que aquel que le quer¨ªa quitar el sitio. El Sevilla volvi¨® a oler a rancio. Y lo que es peor: a miedo.
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