La teor¨ªa de la bofetada
Los datos sobre empleo publicados hace unos d¨ªas -tan d¨¦bil que muchos economistas declaraban que ya estamos en recesi¨®n- son una mala noticia. Pero en realidad son menos preocupantes que lo que est¨¢ ocurriendo en los mercados financieros. Lo m¨¢s terror¨ªfico que he le¨ªdo recientemente es un discurso pronunciado por Tim Geithner, presidente del Banco de la Reserva Federal de Nueva York. Geithner estuvo todo lo cerca de decir que estamos al borde del desastre econ¨®mico que un funcionario de la Reserva Federal puede permitirse.
Para entender la gravedad de la situaci¨®n hay que saber qu¨¦ hizo la Reserva Federal (Fed) el pasado verano, y de nuevo el pasado oto?o. En agosto, la palabra de moda entre las autoridades econ¨®micas era "contenidos": los problemas de las hipotecas basura no se extender¨ªan a otros mercados financieros, ni al conjunto de la econom¨ªa.
"A algunos les preocupa que la Fed est¨¦ asumiendo el riesgo de los bancos. Pero lo que a m¨ª me preocupa es que la medida parece insignificante"
Poco despu¨¦s, sin embargo, se desataba un p¨¢nico financiero general. Los inversores retiraron cientos de miles de millones de euros de papel comercial respaldado por activos, un mercado poco conocido pero importante que ha asumido buena parte del trabajo del que sol¨ªan encargarse los bancos. Este p¨¢nico bancario enviaba ondas expansivas a todo el sistema financiero.
La Reserva Federal respondi¨® aportando dinero a los bancos, y los mercados se calmaron en parte, durante un tiempo. Pero en diciembre volv¨ªa el p¨¢nico y, una vez m¨¢s, la Reserva Federal respondi¨® inyectando dinero a los bancos, esta vez mediante un nuevo sistema denominado Programa de Subasta a Plazo [Term Auction Facility]. Una vez m¨¢s, los mercados se calmaron, durante un tiempo. Una consecuencia de la crisis es que si bien la Reserva Federal ha estado recortando los tipos de inter¨¦s que controla, los tipos que influyen de manera m¨¢s directa en la econom¨ªa, como los hipotecarios y los de los bonos empresariales, han seguido subiendo. Y eso agudizar¨¢ la crisis econ¨®mica.
?Qu¨¦ est¨¢ ocurriendo? Geithner describe un c¨ªrculo vicioso en el que todos los bancos y otros actores del mercado que asumieron riesgos excesivos intentan librarse de las inversiones inseguras todos a la vez, lo cual est¨¢ causando "significativos da?os colaterales en el funcionamiento del mercado".
Un informe publicado por JP Morgan Chase es incluso m¨¢s contundente. Describe lo que est¨¢ ocurriendo como una "exigencia sistem¨¢tica de reposici¨®n del margen de garant¨ªa" en la que todo el sistema financiero se enfrenta a exigencias de aportar un dinero en met¨¢lico que no tiene.
A los bancos que pudieran recaudar dinero en met¨¢lico mediante la venta de activos se les anima a solicitar dinero a la Reserva Federal, usando los activos como garant¨ªa. En el peor de los casos, la Reserva Federal se ver¨ªa convertida en propietaria de unos 131.000 millones de euros en t¨ªtulos con garant¨ªa hipotecaria.
A algunos observadores les preocupa que la Reserva Federal est¨¦ asumiendo el riesgo financiero de los bancos. Pero lo que a m¨ª me preocupa m¨¢s es que la medida parece insignificante en comparaci¨®n con el tama?o del problema: 131.000 millones de euros pueden parecer much¨ªsimo dinero, pero cuando se comparan con el tama?o de los mercados que se est¨¢n viniendo abajo (hay 7,5 billones de euros en hipotecas estadounidenses pendientes de pago), es como una gota en el oc¨¦ano.
El ¨²nico modo de que la medida de la Reserva Federal pueda funcionar es mediante el efecto bofetada: si impone un tiempo muerto en esta fiebre de ventas, la Reserva podr¨ªa dar a los mercados hist¨¦ricos la oportunidad de recuperar el sentido de la perspectiva. Pero la bofetada s¨®lo funciona si los problemas del mercado son cuesti¨®n de mera psicolog¨ªa. Y dado que la Reserva Federal ya ha abofeteado al mercado en la cara dos veces, s¨®lo para que la crisis financiera volviese enseguida a rugir, resulta dif¨ªcil de creer.
Puede que a la tercera vaya la vencida, pero lo dudo. Probablemente pronto se tendr¨¢ que hacer algo de verdad para reducir los riesgos a los que se enfrentan los inversores. Un plan para restaurar la credibilidad de los bonos municipales ser¨ªa un punto de partida (?no es una locura que a este respecto sea el Estado de Nueva York el que lleva la delantera, y no el Gobierno federal?).
Nadie quiere poner en aprietos a los contribuyentes por las locuras del sector financiero; todos podemos esperar que, al final, no haga falta una ayuda de emergencia. Pero una esperanza no es lo mismo que un plan.
? New York Times News Service
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