A un amigo no se le niega nada
Alonso quer¨ªa seguir en el Gobierno, pero ser¨¢ portavoz parlamentario
La confianza da asco. Dos horas bastaron a Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero para vencer la resistencia de su amigo Jos¨¦ Antonio Alonso. Carece de experiencia en el regate parlamentario y no es aficionado a la soflama dial¨¦ctica, as¨ª que, en palabras de Jos¨¦ Blanco, Alonso no se ve¨ªa como portavoz del Grupo Socialista en el Congreso. Pero tampoco se ve¨ªa como ministro del Interior en 2004, ni como ministro de Defensa en 2006. Y en ambos casos acab¨® aceptando. Zapatero jugaba sobre seguro.
De lo que s¨ª se ve¨ªa Alonso era de ministro de Justicia. De eso es de lo que sab¨ªa desde que, en 1985, ingres¨® por oposici¨®n en la carrera judicial, que ejerci¨® en Cantabria, Pamplona, Gran Canaria y Madrid, antes de convertirse, en 2001, en vocal del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) por la asociaci¨®n minoritaria y progresista Jueces para la Democracia (JpD), de la que fue portavoz.
Pero lo que m¨¢s marc¨® el futuro de Alonso fue tener como compa?ero a Rodr¨ªguez Zapatero. De la misma edad (ambos nacieron en 1960), compartieron estudios en Le¨®n, ciudad natal del primero y adoptiva del segundo. Aunque sus trayectorias vitales se separaron, nunca se deterior¨® su amistad, por lo que Zapatero lo incluy¨® en 2004 en la lista al Congreso por Le¨®n, a pesar de no ser afiliado al PSOE.
Tras la victoria electoral esperaba tener que bregar con sus antiguos compa?eros de toga, pero el presidente le encarg¨® que se hiciera cargo del Ministerio del Interior, conmocionado a¨²n por los atentados del 11-M. Confiesa que aquellos primeros meses, en los que tem¨ªa despertarse cada ma?ana con un nuevo atentado islamista o una nueva bomba informativa de los promotores de la teor¨ªa de la conspiraci¨®n, fueron de los peores de su vida. Dos a?os despu¨¦s, el presidente le pidi¨® que cubriese el hueco dejado en Defensa por Jos¨¦ Bono y aplicase una sobredosis de tranquilizantes a las Fuerzas Armadas, sobresaltadas por el ruido de la negociaci¨®n con ETA y las reformas estatutarias.
Y as¨ª, sin hacer nunca lo que le gustaba ni dedicarse a lo que sab¨ªa, fue ganando popularidad, como reflejan las encuestas del CIS, que lo sit¨²an repetidamente como uno de los ministros m¨¢s valorados. ?l quer¨ªa seguir en el Gobierno, aunque no en Defensa. Zapatero le ha vuelto a hacer una faena. Y es que a un amigo no sabe decirle que no.
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