Israel y EE UU cuestionan la reconciliaci¨®n entre los palestinos de Ham¨¢s y Al Fatah

El proceso de paz entre israel¨ªes y palestinos, que a¨²n ni balbucea cuatro meses despu¨¦s de su arranque en Annapolis, amenaza con derivar en una guerra m¨¢s cruenta contra Ham¨¢s. A tenor de las iniciativas b¨¦licas adoptadas por Israel, probablemente nunca fue algo muy distinto.

Por ello, todo lo que huela a reconciliaci¨®n entre los islamistas y Al Fatah, el partido del presidente Mahmud Abbas, socio de Israel en las negociaciones, es atacado sin contemplaciones. El vicepresidente de Estados Unidos, Dick Cheney, no escondi¨® ayer en Jerusal¨¦n su temor a esa improbable reunificaci¨®n: "Abbas ha establecido condiciones previas antes de considerar la reconciliaci¨®n, incluyendo una total devoluci¨®n del poder por parte de Ham¨¢s en Gaza". "Seamos claros. Si Abbas regresa a un Gobierno de unidad con Ham¨¢s, Israel detendr¨¢ las negociaciones de paz", advierten los portavoces hebreos.

Ambos partidos palestinos suscribieron el domingo un pacto para reanudar las negociaciones en abril. No tardaron los asesores del mandatario Abbas en salir en tromba para echar por tierra esa alternativa. "Quien lo firm¨® lo hizo debido a una confusi¨®n", afirm¨® el jefe de los negociadores, Ahmed Qurea. No obstante, quien estamp¨® su r¨²brica fue Azzam el Ahmed, veterano dirigente de Al Fatah poco dado a los deslices.

Puede igualarse, pero requerir¨ªa un esfuerzo ¨ªmprobo esbozar un discurso m¨¢s proclive a las tesis israel¨ªes que el de Cheney. El tr¨¢fico de armas hacia Gaza a trav¨¦s de la frontera egipcia y el consiguiente lanzamiento de cohetes contra Israel son causa de todos los males y el impedimento insalvable en las negociaciones entre israel¨ªes y palestinos. As¨ª lo plante¨® Cheney a Abbas el domingo, a pesar de que el presidente nada puede hacer para frenar las andanadas de proyectiles.

?Y que ha hecho Israel para honrar su parte del pacto? Nada. Lo ha admitido m¨¢s de una vez el propio primer ministro, Ehud Olmert. La expansi¨®n de los asentamientos en territorio ocupado prosigue y las operaciones militares en Cisjordania, tambi¨¦n. Cheney no pronunci¨® ni una palabra al respecto.

As¨ª las cosas, Abbas sufre entre la espada y la pared. El viceprimer ministro israel¨ª Haim Ramon ha asegurado que el mandatario hace todo lo posible para combatir a los grupos armados palestinos, exigencia primordial del Gobierno hebreo. Y, en efecto, la represi¨®n contra Ham¨¢s en Cisjordania -cierre de hospitales, escuelas, y cualquier organismo de la poderosa red asistencial de los fundamentalistas- es incesante. Han muerto algunas personas en comisar¨ªa y las palizas son moneda com¨²n. Abbas y su primer ministro, Salam Fayad, se esfuerzan en la medida de sus fuerzas para cumplir su compromiso con la seguridad de Israel. S¨®lo reciben a cambio m¨¢s presi¨®n para enfrentarse a los fundamentalistas y ninguna recompensa.

"Claramente la situaci¨®n es dif¨ªcil, en parte porque creo que hay evidencias de que Ham¨¢s es respaldado por Ir¨¢n y Siria, y que est¨¢n haciendo todo lo posible para torpedear el proceso", coment¨® Cheney tras entrevistarse por segunda vez con Olmert. Es una verdad como un templo. Los islamistas palestinos y Teher¨¢n abominan de la iniciativa de Annapolis. Lo que tampoco es de extra?ar. Fue la Administraci¨®n de George Bush la que anim¨® a Ham¨¢s a participar en las elecciones de enero de 2006. La Casa Blanca forz¨® incluso a Ariel Sharon, reacio como pocos, a permitir la competencia en las urnas de los islamistas. Venci¨® Ham¨¢s n¨ªtidamente. Pero ese triunfo no entraba en el gui¨®n de Washington y comenz¨® entonces un brutal bloqueo econ¨®mico a Gaza que todav¨ªa perdura.