Continuidades y mutaciones
Tras las vacaciones de Semana Santa han comenzado a ponerse en marcha -con inexplicable lentitud en lo que respecta al PP- los preparativos de la nueva legislatura. Programada la constituci¨®n de las Cortes para el 1 de abril, la elecci¨®n de las Mesas del Congreso y del Senado repartir¨¢ los primeros honores y premios entre diputados y senadores; luego llegar¨¢ la hora de la pedrea de las presidencias y dem¨¢s cargos de las comisiones. La designaci¨®n por los partidos de los portavoces y responsables de los grupos parlamentarios resultar¨¢ igualmente orientativa del rumbo de los pr¨®ximos cuatro a?os.
Los requisitos fijados por los reglamentos de las C¨¢maras para la formaci¨®n de los grupos parlamentarios -los motores de funcionamiento de las Cortes Generales- juegan con un n¨²mero m¨ªnimo de miembros y un porcentaje sobre el total de votos escrutados en las elecciones. De aplicarse de manera estricta tales exigencias, el actual Congreso s¨®lo contar¨ªa en esta legislatura con cuatro grupos -PSOE, PP, CiU y PNV- por derecho propio, m¨¢s un coche-escoba de gran formato que dar¨ªa asiento a 11 viajeros de cuatro formaciones nacionalistas (ERC, BNG, CC y Na-Bai) y dos de ¨¢mbito estatal (IU y UPD). Sin embargo, las mayor¨ªas de vocaci¨®n gulliveriana suelen arregl¨¢rselas para aplicar criterios interpretativos ben¨¦volos, laxos o incluso c¨ªnicos de las leyes con el prop¨®sito de dar voz propia y asignar recursos financieros generosos a sus aliados liliputienses.
El trabajo de tejer alianzas no ser¨¢ f¨¢cil para Alonso, el nuevo portavoz del Grupo Socialista
Tanto la flexibilidad a la hora de formar grupos parlamentarios al margen de una lectura reglamentaria estricta como el reparto de las presidencias, vicepresidencias y secretar¨ªas en las Mesas y Comisiones son a la vez un reflejo y un instrumento de la pol¨ªtica de alianzas. A s¨®lo siete diputados de la mayor¨ªa absoluta, los socialistas necesitan apoyos para alcanzar los 176 esca?os que les permitan conseguir la investidura de Zapatero en primera vuelta, la aprobaci¨®n de las leyes org¨¢nicas y ponerse a salvo de las emboscadas parlamentarias sobre legislaci¨®n ordinaria. Con los cinco diputados -de 164 a 169- ganados el 9-M respecto a la anterior legislatura, el futuro presidente -ahora en funciones- disfrutar¨¢ de una situaci¨®n de gobernabilidad considerablemente mejorada. En cambio, los seis esca?os -de 148 a 154- reci¨¦n conquistados por el PP carecen de valor estrat¨¦gico: los populares no tienen a su alcance una mayor¨ªa alternativa.
En cualquier caso, el fatigoso trabajo de tejer alianzas, negociar acuerdos y desenredar nudos no ser¨¢ f¨¢cil para el nuevo portavoz del PSOE en el Congreso, Jos¨¦ Antonio Alonso, uno de los buenos ministros -si no el mejor- del anterior Gobierno en las carteras de Interior y Defensa. La candidatura de Ram¨®n J¨¢uregui -un pol¨ªtico de alto nivel infrautilizado despu¨¦s de haber formado parte del Gobierno vasco de coalici¨®n- para ocupar la secretar¨ªa del grupo parlamentario es tambi¨¦n una iniciativa acertada.
Un acuerdo a dos entre PSOE y CiU le permitir¨ªa al Gobierno alcanzar la mayor¨ªa absoluta sin otra ayuda gracias a los 10 diputados nacionalistas. La f¨®rmula fue ensayada por dos presidentes diferentes con mayor¨ªa simple: Felipe Gonz¨¢lez en 1993 y Aznar en 1996. En caso de que Zapatero repitiera esa alianza, el margen de Rajoy para criticar tal entendimiento -con la cantinela de que pone en peligro la unidad de Espa?a- sin que se le cayera la cara de verg¨¹enza ser¨ªa m¨ªnimo: el candidato del PP derrotado el 9-M no neg¨® la posibilidad de gobernar con CiU en el supuesto de que las urnas le deparasen la victoria con mayor¨ªa simple. Las dificultades del Gobierno para llevar a buen puerto esa negociaci¨®n, que podr¨ªa llegar incluso a discutir la entrada de CiU en el Consejo de Ministros, proceden de Catalu?a: el PSC -que aporta 25 diputados al grupo parlamentario del PSOE en el Congreso- form¨® un Gobierno de coalici¨®n tripartito con ERC e IC despu¨¦s de las elecciones auton¨®micas de noviembre de 2006, relegando a CiU -vencedor en votos y diputados- a la oposici¨®n.
Los seis diputados del PNV -que tambi¨¦n vot¨® la investidura de Aznar en 1996 aunque los populares finjan ahora olvidarlo- resultan insuficientes para completar en solitario la mayor¨ªa absoluta del PSOE; de a?adidura, los ambiguos planes del lehendakari Ibarretxe acerca de la celebraci¨®n de un refer¨¦ndum o consulta sobre la autodeterminaci¨®n del Pa¨ªs Vasco impedir¨ªan que el Gobierno pudiese negociar un acuerdo estable.
La alianza parlamentaria del PSOE con ERC, IU y BNG durante la anterior legislatura es irreproducible: los 15 esca?os sumados por los tres partidos en 2004 han quedado reducidos a siete tras el 9-M y los republicanos catalanes no son socios fiables. Por lo dem¨¢s, los entendimientos parciales -sobre la investidura, los Presupuestos o las leyes singulares- entre el Gobierno y los restantes partidos, incluido el PP, pueden dibujar un mapa de acuerdos de geometr¨ªa variable al estilo de anteriores legislaturas sin mayor¨ªas absolutas ni acuerdos estables.
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