Obama acaricia la victoria
Los acontecimientos de las dos ¨²ltimas semanas precipitan la ca¨ªda de Clinton, que s¨®lo puede vencer a su rival tras una monumental sorpresa
Reci¨¦n vuelto a la actividad despu¨¦s de unos d¨ªas de descanso en el Caribe, Barack Obama se apresta a recoger el premio de su candidatura presidencial con la serenidad de quien se sabe ya el elegido. Hillary Clinton ha prometido seguir luchando, y a buen seguro lo har¨¢, hasta el ¨²ltimo d¨ªa. Pero tras lo ocurrido en las dos ¨²ltimas semanas y con el calendario electoral a¨²n pendiente, s¨®lo una monumental sorpresa o una monumental maniobra pol¨ªtica pueden todav¨ªa darle la victoria.
Hillary se ha negado a publicar sus declaraciones de Hacienda
Obama desactiv¨® con un discurso el efecto de su v¨ªnculo con el pastor Wright
Lo ocurrido en las ¨²ltimas semanas, superadas algunas dudas iniciales, embellece la candidatura de Obama y mancilla la de Clinton. Empezando por el episodio del pastor Jeremiah Wright, un predicador extremista como tantos otros que gobiernan las iglesias negras. Antes o despu¨¦s, Obama ten¨ªa que afrontar la realidad de su larga y estrecha vinculaci¨®n espiritual con el reverendo Wright y responder por la enorme contradicci¨®n que representa el hecho de que un pol¨ªtico partidario de la armon¨ªa racial rezara junto a un propagador del odio.
Son cosas de Iglesia no f¨¢ciles de entender. Pero lo cierto es que Obama, que hab¨ªa tratado de evitar hablar de racismo durante toda la campa?a para que nadie se fijara m¨¢s de la cuenta en el color de su piel, se vio a la defensiva y obligado a pronunciarse. Cogi¨® el guante, se subi¨® al estrado y no s¨®lo habl¨® de racismo sino que pronunci¨® el discurso m¨¢s importante desde su c¨¦lebre intervenci¨®n en la Convenci¨®n dem¨®crata de 2004, un discurso que la mayor¨ªa de los analistas han considerado una piedra angular sobre la que este pa¨ªs debe retomar el debate nacional sobre ese conflicto callado pero nunca resuelto.
De un plumazo, Obama desactiv¨®, quiz¨¢ para siempre, el affaire Wright, y, contra los ataques de la campa?a de Clinton, reafirm¨® su papel presidencial con sus argumentos m¨¢s fuertes, los del unificador, el conciliador, el iluminador, el hombre del futuro.
Mientras Obama hablaba, sus abogados consegu¨ªan otra victoria menos po¨¦tica pero no menos importante, la de impedir nuevas elecciones en Florida y Michigan, cuyos delegados no ser¨¢n aceptados en la Convenci¨®n por haber sido elegidos violando las reglas del partido. Es posible que este asunto no est¨¦ a¨²n completamente cerrado, pero el riesgo m¨¢s importante para Obama, la repetici¨®n de las votaciones, ha sido ya eliminado.
Una victoria de similares proporciones es el respaldo hecho p¨²blico por Bill Richardson, sobre todo por lo que representa que alguien tan unido a los Clinton -fue una de las figuras de la Administraci¨®n de Bill Clinton- y tan preocupado por su futuro pol¨ªtico abandone a la primera familia del partido para unirse a un novato.
Con esos ¨¦xitos en la maleta, Obama se fue a la playa. Hillary Clinton se qued¨® sola y, desprovista de sparring, se pele¨® contra su propia ansiedad. Atendi¨® a la presi¨®n de los medios de comunicaci¨®n para que hiciera p¨²blicos los documentos sobre su periodo como primera dama y se comprob¨® que su pretendida experiencia en asuntos de seguridad y pol¨ªtica exterior no se ve reflejada en una agenda tan trivial como la funci¨®n que ella desempe?aba en la Casa Blanca.
Insisti¨® en maquillar su historial con un relato novelesco sobre una visita a Bosnia bajo el fuego de los francotiradores. Pero tardaron muy poco las cadenas de televisi¨®n en ofrecer las im¨¢genes que probaban que, en realidad, todo fue muy tranquilo en aquel viaje, incluida una ceremonia de recepci¨®n en la que ella y su hija Chelsea fueron agasajadas con los tradicionales ramos de flores y poes¨ªas infantiles.
"Fue un error, soy humana, aunque algunos no lo crean", acab¨® admitiendo. Un error es equivocar la fecha de su visita a Bosnia. Pero cuesta aceptar que, por error, uno recuerde haber estado en peligro de muerte.
En medio de toda esta pol¨¦mica, Obama dej¨® en el camino otro obst¨¢culo dif¨ªcil de saltar para Clinton. El senador de Illinois ha hecho p¨²blicas sus declaraciones de Hacienda, que no contienen m¨¢s pimienta que la cifra cercana al mill¨®n y medio de d¨®lares que obtuvo por sus dos libros autobiogr¨¢ficos. Clinton, que aport¨® a su campa?a cinco millones de d¨®lares de su propio bolsillo, se ha negado hasta ahora a repetir el gesto de su contrincante.
Con todo, la peor noticia para Clinton es el ciclo electoral pendiente. Quedan 10 elecciones. Ella es favorita en Pensilvania, Kentucky, Virginia Occidental y Puerto Rico. Obama puede ganar en cinco de los restantes y queda sin pron¨®stico Indiana. Matem¨¢ticamente, es casi imposible que, con este panorama, Clinton pueda superar la ventaja de unos 150 delegados que actualmente tiene Obama. S¨®lo destruyendo a Obama ser¨ªa posible.
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