Josep Benet: tres im¨¢genes
Acaba de dejarnos Josep Benet i Morell, y es tiempo de necrolog¨ªas, de semblanzas period¨ªsticas y de homenajes bien merecidos al historiador, al pol¨ªtico, al correoso adversario de la dictadura franquista, al patriota. Las l¨ªneas que siguen no pretenden adscribirse a ninguno de esos nobles g¨¦neros. Quieren ser s¨®lo una evocaci¨®n urgente de la figura de Benet y de su trayectoria p¨²blica a trav¨¦s de tres im¨¢genes, de tres escuetas instant¨¢neas.
La primera foto de este tr¨ªptico virtual fue tomada en agosto de 1957, se conserva en el Arxiu Hist¨°ric de Barcelona y ha sido publicada unas pocas veces. Domina la escena un guardia civil en uniforme estival de campa?a, con grandes cartucheras al cinto y el naranjero en bandolera. Detr¨¢s, el principal acusado del consejo de guerra al que corresponde la imagen, el dirigente comunista Joan Comorera, conversa con su abogado, Antonio Sol¨ªs, ambos seguidos de cerca por otro abogado, un joven y ya filiforme Josep Benet, que habla con su defendida, la esposa de Comorera, Rosa Santacana.
Es tiempo de necrolog¨ªas, de semblanzas y de homenajes al historiador y pol¨ªtico
Es cierto que tanto Comorera como Benet hab¨ªan nacido en Cervera de la Segarra y eran incluso parientes cercanos. Pero no cabe olvidar que, por aquellas fechas, quien hab¨ªa sido el primer secretario general del PSUC era un r¨¦probo, un maldito, un apestado para la poderosa clandestinidad de la hoz y el martillo. Adem¨¢s de expulsarlo, el Partido por antonomasia hab¨ªa saludado su detenci¨®n como la de "un traidor al movimiento obrero, un agente al servicio del enemigo", y hasta los presos comunistas de la barcelonesa c¨¢rcel Modelo le hicieron el m¨¢s absoluto vac¨ªo. En tales circunstancias, asumir la defensa jur¨ªdica del matrimonio Comorera no resultaba c¨®modo ni siquiera desde una perspectiva antifranquista. Pero Josep Benet la ejerci¨®, lo hizo con gran brillantez y logr¨® la absoluci¨®n de su patrocinada. Durante las dos d¨¦cadas siguientes, su toga se movilizar¨ªa a favor de Maurici Serrahima y de Jordi Carbonell, de Joan Sales y de Montserrat Avil¨¦s, de Llu¨ªs Maria Xirinacs y de los primeros impulsores de Comisiones Obreras...
La segunda imagen no es una fotograf¨ªa, sino un dibujo, un espl¨¦ndido dise?o de Enric Satu¨¦ que reproduc¨ªa el marco noucentista del emblema de la Generalitat de Catalu?a pero, dentro del ¨®valo, reemplazaba las cuatro barras por el afilado perfil del rostro de Josep Benet. Acompa?ado de lemas como Benet, el President de tots o Benet, tu Presidente, ¨¦se fue el motivo gr¨¢fico central de la campa?a del PSUC para las elecciones catalanas de marzo de 1980. Despu¨¦s de haber encarnado como nadie el esp¨ªritu unitario de la Assemblea de Catalunya, de haber trasladado ese esp¨ªritu al Senado en 1977 e incluso, con mayores dificultades, en 1979, Josep Benet -que no fue nunca comunista- acept¨® ser el candidato del partido de los comunistas catalanes a la presidencia de la Generalitat en el momento auroral de la autonom¨ªa recuperada.
Ello le vali¨®, desde luego, numerosas incomprensiones, y el ep¨ªteto despectivo de "submarino del PSUC". Las arrostr¨® sin inmutarse en aras de un doble y ambicioso compromesso storico: la reconciliaci¨®n definitiva -llevaba persigui¨¦ndola desde 1947- entre la tradici¨®n cat¨®lico-catalanista, montserratina, de la que ¨¦l mismo proced¨ªa, y la izquierda de matriz marxista; y, al mismo tiempo, la integraci¨®n pol¨ªtica, la fusi¨®n en un solo pueblo de los catalanes de origen y los inmigrantes llegados a lo largo del franquismo, aquellos a cuyas vanguardias m¨¢s activas representaban por entonces el PSUC y Comisiones Obreras. Benet no alcanz¨® a presidir Catalu?a, pero agot¨® sus cuatro a?os de mandato y, en 1982, se atrevi¨® a lo que nadie m¨¢s osar¨ªa en dos d¨¦cadas: a presentarle una moci¨®n de censura al presidente Jordi Pujol. ?l, a quien algunos esp¨ªritus sectarios iban a tachar, a?os despu¨¦s, de paniaguado y hasta esbirro de Pujol...
La tercera y ¨²ltima pieza de esta m¨ªnima galer¨ªa de im¨¢genes es una foto firmada por Josep Losada y publicada en el diario Avui el 21 de julio de 1995. Aparecen en ella, de derecha a izquierda, cuatro personas: Jorge Tr¨ªas Sagnier, Josep Benet, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar y Alejo Vidal-Quadras, captados a la entrada de un restaurante barcelon¨¦s en el que se dispon¨ªan a almorzar el d¨ªa anterior. En aquellos momentos, el l¨ªder del Partido Popular y de la oposici¨®n al Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez estaba cubriendo las ¨²ltimas etapas de su larga marcha hacia La Moncloa y, respecto de Catalu?a, combinaba la pol¨ªtica del palo con la de la zanahoria. Por una parte, llevaba dos a?os consintiendo a Vidal-Quadras hurgar en la convivencia ling¨¹¨ªstica y abominar del nacionalismo en los t¨¦rminos m¨¢s belicosos. Por otra, trataba -con resultados muy mediocres- de tranquilizar y hasta de seducir a ciertas ¨¦lites catalanas ante la hip¨®tesis de la llegada del PP al poder. En ese contexto, Tr¨ªas Sagnier, amigo de Benet desde los d¨ªas de la transici¨®n, pidi¨® al entonces director del Centre d'Hist¨°ria Contempor¨¤nia de Catalunya una cita p¨²blica con Aznar que dulcificase la imagen de ¨¦ste en el Principado.
Benet, hombre de di¨¢logo, accedi¨®, pero no dej¨® pasar la ocasi¨®n de deplorar, ante el l¨ªder de la derecha espa?ola, los reflejos anticatalanes de ¨¦sta, la guerra ling¨¹¨ªstica inducida desde ciertas cabeceras madrile?as ni las "posiciones preocupantes para Catalu?a" que, a su juicio, sosten¨ªa el PP. Cortes¨ªa obliga, Aznar encaj¨® las cr¨ªticas y hasta acept¨® la oferta de Benet de asesorarle en algunas materias sensibles de orden hist¨®rico e identitario. No parece, sin embargo, que esos consejos fueran nunca solicitados ni atendidos. De hecho, en el funeral de anteanoche en el monasterio de Sant Pere de les Puel¡¤les, ni siquiera compareci¨® ning¨²n representante del PP.
Joan B. Culla i Clar¨¤ es historiador.
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