Contra la crisis
Se empieza a asumir que nuestra econom¨ªa ha entrado en recesi¨®n, con una crisis que si bien se hace m¨¢s medi¨¢tica -por anunciada- en la promoci¨®n inmobiliaria y en la construcci¨®n, extender¨¢ sus efectos a los sectores asociados -maquinaria, equipos dom¨¦sticos, autom¨®vil, utillaje...-, en tanto sus ra¨ªces est¨¢n en el sector financiero y en el sector energ¨¦tico, que por primera vez se muestra incapaz de satisfacer el crecimiento de la demanda mundial de petr¨®leo; a todo ello se une el incremento de las materias primas y de los precios al consumo, especialmente en los alimentos y bienes b¨¢sicos y -en fin- el consiguiente incremento del paro, la precariedad, el absentismo.
Como sucede siempre en estos casos, los representantes empresariales y algunos economistas piden la adopci¨®n de un plan de medidas que permitan atenuar el golpe y reanudar un nuevo periodo de crecimiento econ¨®mico. Esquem¨¢ticamente, se pide m¨¢s inversi¨®n p¨²blica en infraestructuras y promoci¨®n de suelo y vivienda, rebajas fiscales, flexibilidad laboral, contenci¨®n salarial, bajada de tipos de inter¨¦s, y reducci¨®n de los servicios p¨²blicos. Es la receta cl¨¢sica, business as usual.
El medioambiente, los servicios avanzados y la cohesi¨®n social, han de tomarse como factores de innovaci¨®n
Pero inmediatamente se impone una reflexi¨®n: no estamos en la misma situaci¨®n que en anteriores crisis econ¨®micas ni el contexto econ¨®mico y social son los mismos, ni a escala mundial ni en nuestro entorno social y econ¨®mico inmediato: el petr¨®leo no bajar¨¢, sino que subir¨¢, al igual que las materias primas: cobre, hierro, fosfatos y otros minerales, maderas, fibras, etc¨¦tera, tanto por una demanda creciente en todo el mundo como por su propio agotamiento o por los l¨ªmites f¨ªsicos para su obtenci¨®n. Ya no se pueden ignorar los impactos ambientales que afectan directamente a la econom¨ªa y a la salud humanas: escasez de agua, contaminaci¨®n de aire, suelo y otros recursos, p¨¦rdida de biodiversidad que se traduce en disminuci¨®n de cantidad y calidad de alimentos, etc¨¦tera. Y en el orden social no se pueden evitar los efectos de la globalizaci¨®n ni los flujos migratorios motivados por el crecimiento demogr¨¢fico y el mal reparto de la riqueza.
?Por qu¨¦ no invertir en aquello que nos har¨¢ m¨¢s competitivos y m¨¢s cohesionados socialmente? Debemos hacer de la actual crisis y de las necesarias medidas que adoptar una oportunidad para modernizar nuestra econom¨ªa y nuestra sociedad; llevar a la pr¨¢ctica, de una vez por todas, los cambios estructurales que requiere un desarrollo sostenible y socialmente justo; abordar el cambio de modelo energ¨¦tico y de infraestructuras; sacar todas las ventajas de la nueva econom¨ªa del conocimiento y de la informaci¨®n y corregir insuficiencias educativas y asistenciales, desigualdades e injusticias que afectan al orden social y, por tanto, a la calidad del trabajo y a la cohesi¨®n social.
Invertir en infraestructuras s¨ª, ?pero cu¨¢les?; ?m¨¢s autopistas y autov¨ªas que se agotan con mayores ¨ªndices de congesti¨®n viaria, mayores costes de transporte, m¨¢s ineficiencia y m¨¢s contaminaci¨®n? -aspectos estos en los que somos l¨ªderes europeos-; o bien ?m¨¢s ferrocarril convencional, de pasajeros y de mercanc¨ªas, a poder ser de ancho internacional, m¨¢s transporte p¨²blico en las ¨¢reas urbanas y entre las grandes conurbaciones de nuestro pa¨ªs? -aspectos estos en los que estamos a la cola de Europa-; ?m¨¢s destrucci¨®n del territorio para alimentar una especulaci¨®n inmobiliaria est¨¦ril y costosa en t¨¦rminos sociales y ambientales o nuevas pol¨ªticas de reforma y mejora urbana, de acceso a la vivienda en diversas modalidades asequibles; de rehabilitaci¨®n y ecoeficiencia?
En los sectores industriales, ?seguir apostando por las viejas tecnolog¨ªas en el campo de la producci¨®n de energ¨ªa -como es el caso de las nucleares- o en la fabricaci¨®n de autom¨®viles privados -con los mayores costes econ¨®micos y ambientales asociados-, o apostar por el sector de las energ¨ªas renovables -en el que tenemos las bases empresariales y de entorno para ser una primera potencia mundial- y por la expansi¨®n y reconversi¨®n del sector de automoci¨®n hacia los equipos de transporte ferroviario, tranviario y de veh¨ªculos de transporte p¨²blico? ?M¨¢s subvenciones y facilidades para cerrar y deslocalizar empresas, o m¨¢s ayudas a la innovaci¨®n, a la eficiencia y a la mejora de la productividad basada en la calidad y la estabilidad, tambi¨¦n, del trabajo?
Tres cuartos de lo mismo en los sectores de servicios p¨²blicos y privados: ?seguir bas¨¢ndolo todo en el turismo y en el comercio o apostar por sectores con mayor valor a?adido de conocimiento y de servicio: sanidad, servicios especializados, informaci¨®n?
No debemos inventar nada -lo que tampoco estar¨ªa mal, por una vez-, sino seguir el ejemplo de nuestros vecinos y competidores: Francia, Reino Unido, Alemania, Finlandia, Suecia.., que est¨¢n ya aplicando programas anticrisis que toman el eje medioambiental, los servicios avanzados y la cohesi¨®n social como factores de innovaci¨®n.
Pero para que ello sea posible en nuestro pa¨ªs debemos sacar las consecuencias de una reflexi¨®n de Albert Einstein: "El mundo no evolucionar¨¢, ni superar¨¢ su situaci¨®n normal de crisis, si continuamos utilizando la misma forma de pensar que origin¨® esta situaci¨®n".
Salvador Mil¨¤ i Solsona es diputado de ICV-EUiA en el Parlament.
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