El mago de Hollywood naci¨® en Madrid
Fue el gran maestro espa?ol de los efectos visuales de los ¨²ltimos 60 a?os. Emilio Ruiz del R¨ªo trabaj¨® en m¨¢s de 500 pel¨ªculas y estaba considerado el mejor del mundo en su especialidad. Ahora un documental recuerda su vida, su trabajo y, sobre todo, sus mejores trucos. Durante el siglo XX el cine fue ilusi¨®n para las masas populares. Las puertas de las salas no se cerraban para no dejar pasar la luz, sino para mantener fuera del recinto la asfixiante presi¨®n de una sociedad desigual que se forjaba a golpe de guerras transcontinentales y una feroz industrializaci¨®n. Las luces se apagaban, el proyector traqueteaba y cada butaca era un individuo dispuesto por principio a creer en todo lo que las pel¨ªculas mostraban. Del cine se esperaba la maravilla, y el cine siempre estuvo all¨ª para estirar la mano y darla. Emilio Ruiz del R¨ªo (Madrid, 1923-2007), pintor, decorador, maquetista, truquista del s¨¦ptimo arte (wizard, mago, como era conocido en Hollywood), "el mejor del mundo en su especialidad", como lo ha calificado Jos¨¦ Luis Borau, tambi¨¦n ten¨ªa un sue?o: ba?arse en una de esas fant¨¢sticas piscinas "de ri?¨®n" de Beverly Hills.
C¨®mo no lo iba a lograr un hombre como ¨¦l. Un d¨ªa, tras 40 a?os de oficio, lo logr¨®. Despu¨¦s volvi¨® a Madrid. "A seguir trabajando". No le cegaba ni una candileja. Si es cierto que de ilusi¨®n tambi¨¦n se vive, no lo es menos que no s¨®lo de sue?os vive el hombre. Espartaco (Stanley Kubrick, 1960), Rey de reyes (Nicholas Ray, 1961), Cleopatra (Joseph L. Mankiewicz, 1963), La ca¨ªda del Imperio Romano (Anthony Mann, 1964), Lawrence de Arabia (David Lean, 1962), Doctor Zhivago (David Lean, 1965), Golfus de Roma (Richard Lester, 1966), Patton (Franklin J. Schaffner, 1970), Conan el B¨¢rbaro (John Milius, 1982), Dune (David Lynch, 1984) y El laberinto del fauno (Guillermo del Toro, 2006) fueron algunas de las pel¨ªculas m¨¢s conocidas en las que regal¨® su magia. Su memoria rebusca por igual en las 500 que sum¨® durante 64 a?os ininterrumpidos dedicados al oficio. Hasta el 14 de septiembre del a?o pasado, el d¨ªa en que consum¨® su truco supremo: marcharse sin aspavientos, como hab¨ªa vivido.
La leyenda comenz¨® en 1942 en los estudios Chamart¨ªn de Madrid. All¨ª ejerci¨® de pintor de forillos, las telas que cuelgan detr¨¢s de las ventanas para dar amplitud a la escena y ubicarla espacialmente. Pero la cosa ven¨ªa de atr¨¢s. De ni?o, descubri¨® su vocaci¨®n en un espect¨¢culo de marionetas, y en su primera juventud, muchos de los enormes carteles que anunciaban las pel¨ªculas de los cines de la Gran V¨ªa llevaban su firma. En los sesenta comenz¨® a trabajar en Italia, cuando este pa¨ªs era una potencia cinematogr¨¢fica, y a partir de los ochenta, con Dino de Laurentiis en superproducciones norteamericanas. Conquist¨® tres premios Goya de sus diez nominaciones, siete de ellas logradas de forma consecutiva. Todo el cine espa?ol estuvo rendido a sus conocimientos, y en sus ¨²ltimos 35 a?os de carrera, tambi¨¦n Hollywood.
No tuvo disc¨ªpulo. Nadie le aguant¨® el ritmo. Por eso accedi¨®, en sus ¨²ltimos a?os de vida, a contar sus secretos delante de una c¨¢mara. Un productor, Andr¨¦s Santana (Gran Canaria, 1949), tuvo la iniciativa de hacerle un documental, y un director, Sigfrid Monle¨®n (Valencia, 1964) asumi¨® el encargo. Con m¨²sica de Joan Valent y fotograf¨ªa de Gonzalo F. Berridi, el XI Festival de Cine Espa?ol de M¨¢laga proyectar¨¢ El ¨²ltimo truco. Emilio Ruiz del R¨ªo en sesi¨®n especial el pr¨®ximo 9 de abril. "Su trabajo acaba con ¨¦l", explica al otro lado del tel¨¦fono Monle¨®n mientras ultima el montaje con Buster Franco. "La palabra no era pr¨¢ctica habitual entre los de su gremio", entre otras razones porque, para ellos, hablar significaba desvelar los misterios que produc¨ªan en el espectador. Contar la magia del cine. Accedi¨® a hacer la pel¨ªcula para que su conocimiento no muriera con ¨¦l. Lo ins¨®lito es verlo en vida mostrando sus t¨¦cnicas a la c¨¢mara.
Muchos de los secretos de Emilio Ruiz eran invenciones propias. Como usar una fina chapa de aluminio para pintar sobre ella en lugar de sobre el tradicional cristal ("?no sabes cu¨¢ntos cristales me rompieron!", afirma el mago de Hollywood en un momento del documental). Para las escenas de barcos tambi¨¦n fue suya la idea de trasladar la tradicional piscina de estudio al mar real. "Encajaba el recipiente sin muros dentro del horizonte real, gracias a un sistema de drenaje de agua inventado por ¨¦l. As¨ª salvaba el efecto de agua estancada de las escenas que entonces se hac¨ªan", explica Monle¨®n. "Su acierto fue colocar un trozo de mentira encima de la realidad". As¨ª, lo falso se convert¨ªa en verdad.
"Era un maestro en disimular los marcos de cristales y soportes para las tomas m¨®viles. Y otro logro suyo fue conseguir planos de perspectivas distintas usando las mismas maquetas", asegura Monle¨®n. La pel¨ªcula realizada con motivo del bicentenario de la Revoluci¨®n Francesa fue la culpable: "Cuando el productor le dijo que aquello estaba muy bien, pero que tendr¨ªa que llenar los fondos de figurantes, Emilio zanj¨® la cuesti¨®n sac¨¢ndose de la manga sus figuritas de 10 cent¨ªmetros y poni¨¦ndolas a vibrar mediante un mecanismo con muelle y ventilador ideado por ¨¦l, claro, para que dieran la impresi¨®n de movimiento". "En Dune", contin¨²a el director del documental, "rodaron dos veces el mismo plano de la secuencia en la que los personajes salen del centro de la Tierra. Una en M¨¦xico, con paisaje y figurantes reales, y otra en un estudio de California, con la maqueta y las figuritas de Emilio. David Lynch eligi¨® finalmente el plano del mago y realiz¨® declaraciones entusiastas sobre su trabajo. Pidi¨® que se hiciera lo posible para que sus asombrosas t¨¦cnicas no se perdieran".
Una pel¨ªcula tras otra, Ruiz del R¨ªo se colocaba donde deb¨ªa colocarse la c¨¢mara y escrutaba la luz, las formas del entorno natural. Llegaba semanas antes de que el plano fuera a filmarse. Entonces comenzaba su cabeza. Un talento para trabajar en la t¨¦cnica decidida, cristal o chapa de aluminio pintados (o ambos), maqueta corp¨®rea fija o m¨®vil (o ambos).
A no m¨¢s de tres metros de la c¨¢mara provocaba explosiones que hac¨ªan saltar por los aires puentes o temblar grandes ciudades; recreaba mundos perdidos, urbes fabulosas o civilizaciones por venir. Tres metros. ?se era su ¨²nico l¨ªmite. Mediante miniaturas, hac¨ªa desfilar ej¨¦rcitos de tanques que cruzaban la escena con soldados que marchaban en la lejan¨ªa, espectadores que vitoreaban en circos romanos o multitudes que celebraban revoluciones. Ruiz del R¨ªo ten¨ªa en su portentosa capacidad de observaci¨®n una de sus armas m¨¢s poderosas. "A la c¨¢mara se le enga?a, pero al ojo no", dice mientras parpadea y mueve en c¨ªrculos su ojo izquierdo. Era un malabarista del enga?o. Directores y productores confiesan que lograba con su arte ese plano imposible de concebir. S¨®lo ¨¦l sab¨ªa hasta d¨®nde podr¨ªa llegar la excelencia de sus t¨¦cnicas.
Para los iniciados en el arte de los efectos visuales, Ruiz del R¨ªo era una leyenda. Entre su larga lista de incondicionales figuran Robert Siodmak, Richard Lester, Richard Fleischer y Ray Harryhausen. Del primero guard¨® como un tesoro el visor que le regal¨®, "el primero que tuve. Cuando me lo dio lo guard¨¦ en su estuche y me compr¨¦ uno nuevo". Richard Lester conserva en su mansi¨®n de Hollywood uno de los frescos que pint¨® para Golfus de Roma. Monle¨®n insiste: "Harryhausen, el otro gran mago de los efectos visuales artesanales, se jubil¨® en 1981 con Furia de titanes cuando sus t¨¦cnicas de stop motion (el rodaje de animaciones fotograma a fotograma) fueron superadas por la tecnolog¨ªa. Pero los ordenadores no pudieron con Emilio Ruiz. En sus ¨²ltimos seis a?os de vida se adapt¨® a la nueva realidad combinando ambas t¨¦cnicas". El laberinto del fauno es buena prueba de ello. Recorriendo la maqueta, la c¨¢mara se introduce en ella a trav¨¦s de un port¨®n y se eleva desde el interior de la cavidad fant¨¢stica hasta el cielo, mientras el personaje de la ni?a del filme, insertado mediante t¨¦cnicas digitales, corre por las estrechas escalinatas en la espiral del escenario diminuto. "Los efectos digitales los hacen hoy una legi¨®n de personas", explica Monle¨®n, "los suyos los hac¨ªa ¨¦l solo. Y nunca es lo mismo rodarlos en vivo que tener que esperar tres meses por la posproducci¨®n". Fernando Trueba coincide: "Nada puede sustituir el rodaje con el truco realizado in situ. Para lograr que el espectador perciba la magia, no hay mejor manera que ¨¦sta sea tambi¨¦n sentida por los actores y el equipo t¨¦cnico durante el rodaje".
En al menos una ocasi¨®n, "una al menos, que se sepa", el trabajo de Ruiz del R¨ªo cruz¨® la frontera que separa la realidad de la ficci¨®n. Quiz¨¢s ¨¦se fue su triunfo total. Ocurri¨® con la recreaci¨®n del atentado de Carrero Blanco perpetrado por ETA en la pel¨ªcula Operaci¨®n Ogro (Gilles Pontecorvo, 1978). La secuencia resultante fue de tal nivel de veracidad, que durante a?os ha sido usada en noticieros y documentales para ilustrar el atentado. El mago entr¨® en una jugueter¨ªa de Madrid y se compr¨® tres r¨¦plicas del coche negro marca Dodge en el que viajaba el entonces presidente de Gobierno de Franco. S¨®lo una fue necesaria. La primera carga lanz¨® la miniatura negra al aire en una par¨¢bola tan perfecta que hizo que golpeara contra la cornisa del edificio de la madrile?a calle de Claudio Coello construida a escala, y de ah¨ª, al patio interior. Recientemente ha sido nuevamente utilizada para ilustrar el atentado en la pel¨ªcula Salvador (Manuel Huerga, 2006).
Emilio Ruiz del R¨ªo muri¨® de forma imprevista el 14 de septiembre de 2007 a la edad de 84 a?os. Monle¨®n lo recuerda: "?l no quer¨ªa que fuera un documental de gente que hablara bien de ¨¦l. Por eso hemos hecho un esfuerzo para que cuente su trabajo sin necesidad de narrador. Era un personaje quijotesco, el ¨²ltimo de su estirpe, un cl¨¢sico vivo, una persona entregada a la belleza de lo ef¨ªmero. Ten¨ªa el esp¨ªritu de los pioneros del cine, que deb¨ªan resolver los obst¨¢culos de la forma m¨¢s econ¨®mica, a la vez que expresiva, construyendo sus planos como se han construido las im¨¢genes del cine desde los inicios, de forma an¨®nima y artesanal. Ojal¨¢ que la pel¨ªcula sirva, a trav¨¦s de ¨¦l, para que el cine no pierda la magia que tuvo, para que pueda seguir siendo lo que fue".
El documental El ¨²ltimo truco. Emilio Ruiz del R¨ªo, dirigido por Sigfrid Monle¨®n y producido por Andr¨¦s Santana, se estrena el pr¨®ximo 9 de abril en el Festival de Cine de M¨¢laga.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.