"Recuperarse va a ser una locura que durar¨¢ meses"
La huelga pone en jaque a la Audiencia Nacional y al Supremo
"Cuando esto acabe, recuperar la normalidad va a ser una locura que durar¨¢ meses", rebufa una funcionaria de la Audiencia Nacional apoyada en la puerta de un despacho. "Somos 12 de huelga en mi sala. Yo s¨®lo vengo porque nos obligan los servicios m¨ªnimos", protesta antes de desaparecer tras un portazo.
La Audiencia Nacional aparec¨ªa el viernes medio vac¨ªa. "Esto est¨¢ muerto, nada que ver con el trasiego habitual", comenta un fiscal en fuga por los pasillos. Carteles llamando a la resistencia del funcionariado se despegan de los corchos a su paso. Detr¨¢s de las puertas entornadas asoman grandes pilas de papeles camino de derrumbarse bajo su propio peso. Los funcionarios en servicios m¨ªnimos permanecen sentados ante ellas con cara de no saber muy bien por d¨®nde empezar la poda.
En los juzgados de instrucci¨®n s¨®lo se tramitan las causas con presos
Nadie quiere hablar en la Audiencia; jueces, fiscales y secretarios se remiten a los comunicados oficiales, todos a la espera de que concluyan las negociaciones entre el Ministerio de Justicia y los sindicatos. Las caras largas son el discurso m¨¢s elocuente: a los labios fruncidos se les escapan gru?idos de irritaci¨®n y nerviosismo por la acumulaci¨®n de causas y carpetas. Y aun as¨ª, entre la judicatura reina un cierto alivio porque el paro no haya afectado todav¨ªa a la Sala de lo Penal, donde los juicios m¨¢s importantes se han venido desarrollando sin problemas. El pasado jueves se emiti¨® la sentencia de Gescartera y el viernes compareci¨® ante el juez Ainhoa Mugica, ex n¨²mero dos del aparato militar de la banda terrorista ETA.
La regularidad ha estado garantizada hasta ahora gracias a que todos los juicios fueron se?alados con anterioridad al inicio de la huelga, el 4 de febrero.
Los jueces temen que el paro comience a notarse a partir de la pr¨®xima semana. El jueves, el presidente de la Audiencia Nacional, Carlos D¨ªvar, se reuni¨® con el ministro de Justicia, Mariano Fern¨¢ndez Bermejo, para recordarle que la par¨¢lisis es un mal degenerativo: a¨²n no ha llegado al coraz¨®n de la Audiencia, pero ya se le oye arrastrar las piernas por los pasillos. Juan Antonio Mart¨ªn, secretario general del sindicato CSI-CSIF, se?alaba ayer que en las pr¨®ximas semanas comenzar¨¢n a plantearse graves problemas con asuntos judiciales de relevancia, "en concreto con tres dossieres referentes a la ilegalizaci¨®n de partidos pol¨ªticos".
En el resto de salas, el panorama es el de una justicia en bancarrota. La Audiencia confirma que en la de lo Contencioso el 95% de las actuaciones han quedado suspendidas y que m¨¢s de 4.000 escritos est¨¢n pendientes de tr¨¢mite. En la Sala de lo Social el panorama es similar: dos tercios de los juicios se han suspendido. Los juzgados de instrucci¨®n est¨¢n pr¨¢cticamente paralizados. S¨®lo siguen su curso las causas que implican a un preso; no hay efectivos para dar traslado al resto.
Los servicios m¨ªnimos estipulados han sido evaluados por letrados y procuradores como "muy m¨ªnimos": comprenden un funcionario por sala. Pese a todo, los jueces y secretarios judiciales de Instrucci¨®n han mostrado abiertamente su apoyo a las reivindicaciones salariales de los funcionarios.
En el resto de ¨®rganos judiciales centrales con sede en Madrid la situaci¨®n es parecida. Un magistrado del Tribunal Supremo, Jos¨¦ Antonio Mart¨ªn Pall¨ªn, reconoce que lleva casi dos meses sin firmar sentencias. "No me llegan. S¨¦ que est¨¢n ah¨ª, pero como la sala de m¨¢quinas no funciona, los magistrados no podemos hacer nada".
Mart¨ªn Pall¨ªn considera que el efecto perverso del paro es evidente: "No podemos olvidar que beneficia al 50% de los afectados, es decir, a todos aquellos que tienen cuentas pendientes con la justicia".
Los funcionarios se muestran m¨¢s esc¨¦pticos sobre el impacto de 56 d¨ªas de inactividad en los ¨®rganos centrales. "Hay casos en que se acumulan retrasos de a?os. A ver en qu¨¦ le afecta a una causa un par de meses m¨¢s", explica, antes de encerrarse a lidiar con su pila de documentos, otro funcionario en servicios m¨ªnimos.
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