La realidad m¨¢s all¨¢ de las cifras
Si alguien se hubiera atrevido a pronosticar hace quince o veinte a?os, con tasas de desempleo que superaban los dos d¨ªgitos y que incluso llegaron a un 20%, que en la actualidad ¨ªbamos a estar muy cerca del pleno empleo, seguramente hubiera sido acusado cuando menos de demagogo. Hoy en d¨ªa, en cambio, es dif¨ªcil encontrar un pol¨ªtico, independientemente de su espectro ideol¨®gico, que no subraye que entre sus ejes program¨¢ticos se encuentra el pleno empleo. Incluso la Uni¨®n Europea, en su Cumbre de Lisboa, estableci¨® como uno de sus objetivos prioritarios la consecuci¨®n del pleno empleo en el conjunto europeo para el a?o 2010. En la actualidad, en ciertas comunidades aut¨®nomas y en algunas comarcas de la CAPV podemos encontrar tasas de desempleo -sobre todo para los hombres- que se sit¨²an en lo que suele denominarse como paro t¨¦cnico, es decir, en cifras que no superan el 5-6%.
En la actualidad, ser una persona empleada ya no es siempre garant¨ªa para tener una ciudadan¨ªa plena
Atendiendo a estas cifras estad¨ªsticas y a los discursos que realizan la pr¨¢ctica totalidad de los dirigentes pol¨ªticos, aparentemente nos encontramos ante un contexto sociolaboral pr¨¢cticamente inmejorable, en el que el pleno empleo se ha convertido en un objetivo factible a medio y corto plazo -dejemos a un lado las ¨²ltimas turbulencias econ¨®micas-. Sin embargo, si indagamos m¨¢s all¨¢ de los lustrosos datos estad¨ªsticos podremos observar que dicho discurso se centra ¨²nicamente en los aspectos m¨¢s formales y cuantitativos del mercado laboral y no tanto en los materiales y cualitativos. Por ello, la tasa de desempleo lo ¨²nico que nos dice en la actualidad es cu¨¢ntas personas poseen un trabajo remunerado y nada sobre la calidad de dicho empleo o sobre elementos como el tipo de contrato, la duraci¨®n o el salario recibido.
As¨ª, en un contexto como el actual, en el que la precarizaci¨®n laboral y social est¨¢n a la orden del d¨ªa, se hace m¨¢s necesario que nunca que, junto a la tasa de desempleo, se tengan en cuenta otros indicadores que midan la calidad del empleo creado. Hay que dejar a un lado la visi¨®n meramente cuantitativa e introducir aspectos cualitativos que nos ofrezcan una visi¨®n mucho m¨¢s real y precisa sobre lo que est¨¢ pasando en la actualidad en el mercado laboral. Y lo que est¨¢ pasando es que cada vez m¨¢s colectivos -por ejemplo, pero no ¨²nicamente, la juventud, las mujeres, los inmigrantes o las personas con d¨¦ficits de empleabilidad- obtienen empleos con salarios bajos, de escasa duraci¨®n y que no garantizan las coberturas sociales. Todo ello hace que muchos de ¨¦stos posean un empleo pero ¨¦ste no les garantice una vida m¨¢s o menos digna y les aboque a un contexto en el que la vulnerabilidad se convierte en una constante.
Esta ¨²ltima idea es una de las claves para entender lo que est¨¢ ocurriendo en la actualidad. Antes, el pleno empleo era sin¨®nimo de estabilidad y cohesi¨®n social; por lo tanto, hablar de una baja tasa de desempleo era hablar de una sociedad integrada. Hoy en d¨ªa, en cambio, estos dos conceptos ya no son sin¨®nimos, y el hecho de tener un empleo, de ser una persona empleada, no es siempre garant¨ªa para una ciudadan¨ªa plena, siendo cada vez m¨¢s las personas que a¨²n teniendo un empleo no superan el umbral de la pobreza o se sit¨²an muy cercana a ella, en una clara situaci¨®n de vulnerabilidad social. Este es el caso de los working poors (trabajadores/as pobres), que aun teniendo un empleo no superan el umbral de la pobreza. Al respecto, se estima que en torno a un 10% del total de los trabajadores se encuentra en esta situaci¨®n, aunque son muchos m¨¢s los que tienen serias dificultades econ¨®micas.
En definitiva, no parece que la situaci¨®n del mercado laboral sea tan halag¨¹e?a como algunos defienden, y aunque la estad¨ªstica nos d¨¦ cierta informaci¨®n, no es menos cierto que no deja de darnos una imagen incompleta de la realidad. Es verdad que se ha creado empleo en estos ¨²ltimos a?os, pero ha sido generalmente un empleo precario, inestable y temporal, y estos ¨²ltimos aspectos no pueden medirse a trav¨¦s de indicadores como la tasa de desempleo o el pleno empleo. Por ello, y al igual que la OIT ya no habla de trabajo, sino de "trabajo decente", quiz¨¢s sea el momento de redefinir estos conceptos y empezar a emplear t¨¦rminos como el de "pleno empleo de calidad" o "pleno empleo decente", para as¨ª integrar los aspectos cuantitativos y cualitativos del mundo del trabajo y analizarlos con toda su complejidad.
Gorka Moreno M¨¢rquez es profesor de Sociolog¨ªa en la Escuela Universitaria de Trabajo Social de la UPV-EHU.
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