Un Madrid enorme
Gran partido del l¨ªder, que atropella al Sevilla con un ritmo fren¨¦tico y un juego de fantas¨ªa
Un Madrid grande, enorme, desconocido casi, se merend¨® anoche al Sevilla y dej¨® la Liga, con permiso del Villarreal, vista para sentencia. Recibieron los de Schuster a un rival de cuerpo entero y le mand¨® al infierno a lomos de un f¨²tbol de alta escuela, fren¨¦tico en su ejecuci¨®n y adornado de fantas¨ªa. Con Sneijder y Guti al mando, el Madrid ejecut¨® una primera parte inolvidable, s¨®lo manchada por el gol del Sevilla, que lleg¨® en una de esas jugadas en las que la defensa blanca acostumbra a colapsarse. Pero nada empa?a el triunfo de un equipo que supo gobernar un partido espectacular, de ida y vuelta, en el que se impuso con una autoridad sencillamente asombrosa.
Puso Schuster en liza un equipo de aspecto liviano, sin Diarra, Baptista y el lesionado Pepe, con Gago en el eje escoltado por Sneijder y Guti, con Higua¨ªn al auxilio de Ra¨²l y con Robben en el lugar de Robinho. Y la puesta en escena de esta gente fue salvaje. Tiraron las l¨ªneas arriba, iniciaron la presi¨®n en la frontal del ataque y desactivaron al Sevilla, que se encontr¨® con algo as¨ª como su gemelo, un rival que aplic¨® una por una todas las armas que han hecho grande al equipo sevillista: salida r¨¢pida del bal¨®n y un empe?o casi exagerado en el juego por las bandas. Corr¨ªa as¨ª riesgos el Madrid, pero poco import¨®. El equipo se manejaba a todo tren, encantado de conocerse. El gol ten¨ªa que caer. Y cay¨® enseguida, nacido en las botas de Sneijder, que mand¨® una falta al coraz¨®n del ¨¢rea donde Heinze, con Keita agarrado a su chepa, cabece¨® en plancha.
REAL MADRID 3 - SEVILLA 1
Real Madrid: Casillas; Sergio Ramos, Cannavaro, Heinze, Marcelo; Gago; Guti (Diarra, m. 74), Sneijder, Robben; Higua¨ªn (Baptista, m. 84) y Ra¨²l (Robinho, m. 86). No utilizados: Dudek; Torres, Drenthe y Saviola.
Sevilla: Palop; Crespo (Navas, m. 33), Mosquera, Prieto, Adriano; Alves, Poulsen (Renato, m. 46), Keita, Capel (Kon¨¦, m. 74); Luis Fabiano y Kanout¨¦. No utilizados: De Sanctis; Fazio, De Mul y Duda.
Goles: 1-0. M. 7. Heinze, de cabeza. 1-1. M. 37. Kanout¨¦ resuelve en el ¨¢rea chica. 2-1. M. 39. Ra¨²l, de zurdazo por la escuadra. 3-1. M. 67. Higua¨ªn remata un pase de Guti.
?rbitro: Teixeira Vitienes. Amonest¨® a Crespo, Heinze, Prieto, Mosquera, Ra¨²l, Guti y Diarra.
Unos 75.000 espectadores en el Bernab¨¦u.
Acumulaba ocasiones el Madrid a la velocidad de la luz. Higua¨ªn cumpli¨® el rito de disparar al mu?eco, lo que en la segunda mitad provoc¨® que parte de la grada se desesperara. Palop comenz¨® a agigantarse, tapando el hueco al argentino, a Ra¨²l, a Ramos, al todo el que a su ¨¢rea llegaba, lo que el Madrid hac¨ªa en tropel.
El Sevilla no perd¨ªa la cara al partido, pero se sinti¨® maniatado por una decisi¨®n de su t¨¦cnico. Asustado, quiz¨¢, a Jim¨¦nez le dio un ataque de entrenador y decidi¨® prescindir de Navas para reforzar su defensa. Apost¨® por Crespo en el lateral derecho y situ¨® a Alves m¨¢s adelantado, de extremo o algo parecido. Poco m¨¢s de media hora tard¨® en rectificar. Porque Alves es quien es con espacios, con metros por delante. Tampoco Roberto Carlos serv¨ªa como extremo. El caso es que fue cambiar su argumento Jim¨¦nez, all¨¢ a la media hora, y encontrar premio el Sevilla. Lanz¨® Alves una falta hacia el ¨¢rea, el Madrid defendi¨® de forma innoble, dejando que el bal¨®n viajara de un lado a otro, hasta que Keita lo cabece¨® al borde del ¨¢rea para que Kanout¨¦ lo cazara al vuelo. Inapelable fue su zurdazo.
Dispuesto a sacar de centro, Ra¨²l areng¨® a sus compa?eros. Era tan superior su equipo, debi¨® pensar el capit¨¢n, que el gol sevillista s¨®lo pod¨ªa considerarse un accidente. Y eso fue. Porque al instante la pelota cay¨® en pies del iluminado Sneijder, que esper¨® el movimiento de alg¨²n socio en el ¨¢rea sevillista. Ra¨²l, por ejemplo, A ¨¦l envi¨® el bal¨®n y el 7 del Madrid hizo lo que acostumbra, sacar un gol de donde nada hab¨ªa. Vio junto a ¨¦l las sombras de Mosquera y Prieto, les super¨® con un golpe de cintura y peg¨® el bal¨®n arriba, pegado al palo, a la escuadra, donde no lleg¨® Palop. Era el gol 290 de Ra¨²l en partido oficial con el Madrid, igualando a Santillana. Era el gol 290 de un se?or al que los n¨²meros se?alan, ni m¨¢s ni menos, como el mejor delantero de la historia nacido en Espa?a.
El Bernab¨¦u estaba de fiesta porque a ello le empujaba su equipo, con Gago barriendo la zona de creaci¨®n para que inventaran Sneijder y Guti. Pero tiene el Madrid al enemigo en casa. Cannavaro se llama. Empe?ado como est¨¢ en recibir este a?o la pelota de oro, el italiano dio una lecci¨®n impagable de c¨®mo no se defiende. Capaz de perder el norte, la posici¨®n y el criterio en la misma jugada, el Madrid se vio lastrado por las andanzas de su central, al que Heinze salv¨® la vida una y otra vez.
Cannavaro hac¨ªa crecer a un Sevilla que siempre se vio inferior. El Madrid, pese a bajar su delirante ritmo, sigui¨® llegando con reiteraci¨®n, la misma que demostraba Higua¨ªn (al que Palop comenzaba a desquiciar) en el error. Pero Sneijder vio de nuevo el hueco y mand¨® un regal¨® a Guti, que control¨® en carrera, vio la llegada de Higua¨ªn y en el pie se la puso. El argentino, por fin, acert¨®.
Media hora quedaba, pero casi a t¨ªtulo de inventario. Porque el Madrid hab¨ªa hecho los deberes con una fortaleza que parec¨ªa olvidada, demoliendo a un rival, un Sevilla que a ratos se vio atropellado. La culpa fue del Madrid que, por fin, demostr¨® su condici¨®n de l¨ªder y que ya est¨¢ lejos, muy lejos, de un Bar?a al que le falta todo lo que ayer le sobr¨® al Madrid: grandeza, sobre todo.
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