?D¨®nde debe estar Ucrania?
La demanda de adhesi¨®n a la OTAN de Ucrania, impulsada por Estados Unidos, ha ca¨ªdo como otro jarro de agua fr¨ªa sobre los europeos, algunos de los cuales, como Alemania y Francia, la consideran, como poco, prematura. Pero ni Europa, ni Ucrania, ni Rusia han realmente contestado a la pregunta ?d¨®nde debe estar Ucrania? Europa no estar¨¢ unificada, como indica el secretario general de la OTAN, Jaap de Hoop, mientras no coincidan "donde est¨¢n los pa¨ªses y d¨®nde quieren estar".
La cumbre de la OTAN en Bucarest esta semana debe dar el visto bueno a la ampliaci¨®n a tres nuevos miembros: Albania (?importar¨¢ el problema de Kosovo?), Croacia y Macedonia (si se resuelve la cuesti¨®n de su nombre con Grecia). Pero, de repente, el presidente y la primera ministra de Ucrania, Y¨²shenko y Timoshenko, han puesto sobre la mesa su aspiraci¨®n, aunque prometiendo que no habr¨¢ bases extranjeras (lo que proh¨ªbe su Constituci¨®n). En lo que ser¨¢ su ¨²ltima cumbre atl¨¢ntica, Bush, como parte de su legado, quiere dejar encarrilada esta cuesti¨®n, con una hoja de ruta o MAP (plan de acci¨®n, en sus siglas inglesas) para el ingreso. Durante los mandatos de Bush, la OTAN se habr¨¢ ampliado a 10 nuevos miembros: Bulgaria, Eslovenia, Eslovaquia, Estonia, Letonia, Lituania y Rumania, a los que hay que sumar ahora los tres apresurados nuevos invitados. Pero con Ucrania (y Georgia, que plantea una problem¨¢tica propia y enrevesada) "el tiro le puede salir por la culata", se?alan fuentes europeas.
La OTAN gana territorio pero est¨¢ perdiendo a Rusia, advierte Mosc¨²
Bucarest ser¨¢ la primera cumbre de la OTAN a la que asistir¨¢ el a¨²n presidente ruso Vlad¨ªmir Putin. La cuesti¨®n ucraniana eleva la temperatura. Las relaciones entre Rusia y Ucrania son demasiado ¨ªntimas como para que la perspectiva del ingreso de Kiev en la OTAN no plantee serios problemas. Hay centenares de kil¨®metros de contacto entre ambos pa¨ªses que no tienen delimitaci¨®n. El ingreso obligar¨ªa a definir estas fronteras, y a separar algunas ciudades e industrias militares.
Pero no se trata ¨²nicamente de que la OTAN se meta en una senda que aliene a los rusos -o que les otorgue un inaceptable derecho de veto-, sino que los propios ucranios est¨¢n abrumadoramente en contra del ingreso en la Alianza Atl¨¢ntica. M¨¢s de la mitad lo rechaza y s¨®lo menos de un 20% est¨¢ a favor, seg¨²n diversos sondeos. Tanto que la iniciativa oficial provoc¨® un boicoteo parlamentario por la oposici¨®n que s¨®lo se resolvi¨® con la aprobaci¨®n del compromiso de un eventual refer¨¦ndum. Ucrania debe hacerse una idea de lo que quiere ser, y est¨¢ a¨²n dividida al respecto.
Para lo que habr¨ªa una mayor¨ªa es para la entrada en la Uni¨®n Europea, pero, dada la fatiga de ampliaci¨®n, esta perspectiva est¨¢ en estos momentos fuera del horizonte vital de la UE y de Ucrania. Algunos europeos, como los alemanes y los franceses, son contrarios al discurso antirruso que emana de Washington y de otras capitales. En todo caso, piensan que antes de plantear la cuesti¨®n de Ucrania y Georgia hay que reducir las tensiones en la regi¨®n.
La Alianza no s¨®lo se ampl¨ªa, sino que tambi¨¦n gravitan en su derredor posibles socios que no miembros, como Australia, Jap¨®n (y para algunos, Israel). Es la conversi¨®n de la Alianza en una red de seguridad internacional. China a¨²n no ha planteado objeciones, pero si la ampliaci¨®n de la Alianza empieza a acercarla a sus fronteras, querr¨¢ tener algo que decir. Tambi¨¦n la OTAN, que en 2009 cumplir¨¢ 60 a?os, debe pensar qu¨¦ quiere ser y qu¨¦ quiere hacer, pues quiz¨¢s est¨¦ demostrando en Afganist¨¢n que no vale para la tarea que se le ha encomendado. La cumbre de Bucarest debe producir un concepto estrat¨¦gico sobre Afganist¨¢n que sea convincente al explicar por qu¨¦, c¨®mo, con qu¨¦ fines y con qu¨¦ estrategias act¨²a la OTAN en aquel pa¨ªs, pues va creciendo la oposici¨®n en algunas sociedades europeas a la participaci¨®n en aquella guerra lejana.
La OTAN no ha decidido a¨²n si Rusia pertenece a Occidente o al resto (The West or the rest). Con la ampliaci¨®n de la OTAN -percibida como antirrusa desde Mosc¨² por el r¨¦gimen y la poblaci¨®n-, "la Alianza gana territorio pero est¨¢ perdiendo a Rusia", observan algunos responsables rusos. Y, efectivamente, con cada ampliaci¨®n de la Alianza Atl¨¢ntica parecen perder fuerzas los movimientos prooccidentales en Rusia, aunque la Alianza no se presente como una amenaza contra Rusia. De hecho, la amenaza occidental contra Rusia es la m¨¢s baja desde Napole¨®n. Pero a menudo las percepciones cuentan m¨¢s que la realidad.
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