?Ha recibido la Iglesia clases de 'marketing'?
La conversi¨®n al cristianismo del periodista egipcio Magdi Allam es una prueba de la maestr¨ªa publicitaria de la Iglesia cat¨®lica. Lo grave es que la 'cruzada' papal y el islamismo radical se retroalimentan
Es una broma? La Iglesia, si acaso, imparte lecciones. Las empresas mortifican a los hombres midiendo su capacidad de producci¨®n; nosotros, en cambio, sabemos valorizarlos. ?El marketing? Empez¨® con Jes¨²s, hace ya 2.000 a?os". As¨ª respondi¨® una vez monse?or Ernesto Vecchi a una pregunta acerca de la capacidad de la Iglesia para presentar y vender su propio producto religioso. Y no cabe duda, en efecto, de que la Iglesia contin¨²a dando lecciones. La conversi¨®n del periodista egipcio Magdi Allam al cristianismo es un nuevo episodio digno de ser ense?ado en las escuelas de comunicaci¨®n.
Por mucho que las opciones personales de un individuo deban ser respetadas en todos los casos, no cabe ocultar el mensaje pol¨ªtico que el Papa ha querido enviar al mundo laico, el verdadero objetivo de la nueva cruzada de Benedicto XVI. Porque, parad¨®jicamente, en el islam en general y en el fundamentalista en particular es donde el Papa halla su mejor aliado para seguir difundiendo "la buena nueva", el ¨²nico verdadero y eficaz ant¨ªdoto contra "esa nueva invasi¨®n b¨¢rbara" que, seg¨²n ¨¦l, constituye el islam. Es una estrategia que est¨¢ dando buenos resultados para todos o casi todos: para el islam radical, que encuentra en los mensajes pontificios una prueba aplastante del "complot cat¨®lico-sionista-occidental" contra la religi¨®n mahometana, y para los fundamentalismos cristianos, que siempre han envidiado la aparente religiosidad de los musulmanes y que hallan en los discursos islamistas el mejor instrumento para incitar a la poblaci¨®n occidental a defender la identidad cristiana amenazada.
Un Estado laico es la mejor garant¨ªa para la convivencia pac¨ªfica en las sociedades democr¨¢ticas
En Italia hay m¨¢s islamofobia que en EE UU, Espa?a o Reino Unido, que sufrieron atentados
En el ¨¢mbito de esta din¨¢mica peligrosamente "perversa", la figura de Magdi Allam resulta fundamental para comprender la dimensi¨®n medi¨¢tica y simb¨®lica que este asunto ha alcanzado. Nos hallamos ante alguien que nunca ha ocultado sus cr¨ªticas al islam. Ya cuando trabajaba para el peri¨®dico La Repubblica, suscitaban sus art¨ªculos bastante perplejidad. En Italia, Madi Allam es uno de los personajes m¨¢s influyentes en el debate sobre la presencia isl¨¢mica en Occidente. Para sus admiradores, es un ejemplo de ¨¢rabe integrado en los valores occidentales y ha sido, hasta su conversi¨®n, un modelo del musulm¨¢n moderado. Para sus detractores, es alguien que ha sabido aprovechar el impacto en Italia de la inmigraci¨®n, primero, y del terrorismo isl¨¢mico, despu¨¦s, para labrarse una reputaci¨®n en los ambientes period¨ªsticos, consolidando una imagen estereotipada del islam y de los musulmanes.
Una cosa es cierta, desde luego: no es alguien que pase desapercibido. Se trata de un comunicador nato con una gran intuici¨®n para la noticia, ayudado entre otras cosas por su perfecto conocimiento de la lengua italiana, aprendida en las escuelas salesianas. Hay que se?alar tambi¨¦n que sus opiniones siempre han hallado eco entre los ambientes m¨¢s cercanos a la derecha pol¨ªtica m¨¢s radical. No es casual que sea citado frecuentemente por los grupos m¨¢s contrarios a la sociedad abierta y el multiculturalismo. Sus ideas son utilizadas a menudo por quienes sostienen la tesis de la naturaleza violenta de la religi¨®n musulmana. De esta forma, el nombre ¨¢rabe de Magdi Allam, sus or¨ªgenes musulmanes, han pasado a ser un decisivo elemento de convicci¨®n, una prueba indiciaria. Para el partido xen¨®fobo de la Liga Norte, por ejemplo, sus afirmaciones se han convertido en esl¨®ganes electorales.
El propio Magdi Allam reconoce con valent¨ªa, cualidad de la que no carece, que nunca ha sido un musulm¨¢n practicante. Es hijo de padres musulmanes y por eso es considerado como tal. Exactamente como la inmensa mayor¨ªa de los musulmanes. Algo dif¨ªcil de explicar en un mundo que percibe la realidad isl¨¢mica como sin¨®nimo de una religiosidad profunda, radical, fundamentalista y rigurosa. Algo que est¨¢ muy lejos de la verdad.
El propio Allam lo confirm¨® hace varios a?os en un libro sobre la presencia isl¨¢mica en Italia publicado con Roberto Gritti. En esa investigaci¨®n no se dejaba de subrayar que el n¨²mero de musulmanes que acude cotidianamente a las mezquitas oscilaba entre el 5% y el 7%. Los "verdaderos musulmanes", por lo tanto, eran y siguen siendo una minor¨ªa. Algunos de ellos vociferan mucho, aterrorizan tanto f¨ªsica como intelectualmente a quienes no est¨¢n de acuerdo con ellos y, sobre todo, encuentran un amplio eco en los medios occidentales... pero ¨¦sa es otra cuesti¨®n.
Sin duda, tal porcentaje ha aumentado tras el 11-S, gracias tambi¨¦n a quienes contin¨²an introduciendo en cualquier ¨¢mbito de la vida social razonamientos religiosos basados en "verdades" dogm¨¢ticas, en vez de insistir en la condici¨®n laica de un Estado que respete a todos aquellos que respeten sus reglas. Hasta el d¨ªa de hoy, ha quedado demostrado que la condici¨®n laica del Estado es la mejor garant¨ªa para una aut¨¦ntica convivencia pac¨ªfica en las sociedades democr¨¢ticas. Ninguna otra ideolog¨ªa a lo largo de la historia, y menos las de inspiraci¨®n religiosa, puede hacer gala de haber conseguido semejantes garant¨ªas.
Italia, a la luz de tales observaciones, es un ejemplo de pa¨ªs extraviado. No porque haya perdido sus propios valores cristianos, sino porque le ha faltado una decidida orientaci¨®n laica. La presencia vaticana es tan sofocante que casi no deja respirar a un pa¨ªs de la grandeza y de la extraordinaria historia de Italia. El continuo alarmismo acerca del peligro isl¨¢mico se convierte as¨ª en instrumento de la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica para seguir difundiendo la idea de una "identidad occidental amenazada".
Esta situaci¨®n explica por qu¨¦ han podido escucharse en Italia voces tan aberrantes acerca de la clase de relaciones que es necesario mantener con el islam. Los discursos de Berlusconi sobre la superioridad occidental, los libros racistas de Oriana Fallaci, los insultos cotidianos de los diputados de la Liga Norte son otras tantas evidencias de una sociedad en crisis. En ning¨²n pa¨ªs se ha vivido un fen¨®meno de tal agresividad en relaci¨®n con una minor¨ªa, la musulmana en este caso, como en Italia. Ni Estados Unidos tras el 11-S, ni Espa?a tras el 11-M, ni Gran Breta?a tras el 7-J, han dado espacio a tanta islamofobia como la que se vive en el pa¨ªs transalpino.
Italia da la impresi¨®n de ser una sociedad hipocondriaca para la que la enfermedad es imaginaria por m¨¢s que el padecimiento sea real. La sensaci¨®n de malestar es tan evidente que no deja espacio para debates con un m¨ªnimo de racionalidad. El bautismo de Magdi Allam se convierte as¨ª en una perfecta s¨ªntesis de la situaci¨®n. Por m¨¢s que el Osservatore Romano haya insistido en el hecho de que no existe ninguna intenci¨®n hostil hacia el islam en este clamoroso gesto, Allam ha afirmado que su mensaje era el de defender la libertad religiosa en los pa¨ªses isl¨¢micos.
Se trata del consabido argumento de la reciprocidad: si en los pa¨ªses occidentales la gente puede convertirse al islam, no se entiende por qu¨¦ en los pa¨ªses musulmanes eso no ocurre sin padecer las consecuencias que todos conocemos. Esta observaci¨®n se plantea de forma tan perentoria que no admite r¨¦plica. Sin embargo, tal vez se est¨¦ olvidando que tambi¨¦n en Occidente, mientras Iglesia y Estado no estuvieron separados, el cristianismo se comport¨® ni m¨¢s ni menos que como ocurre en muchos de los pa¨ªses isl¨¢micos actuales.
El verdadero desaf¨ªo es convencer a las sociedades isl¨¢micas de la validez de los valores laicos y no el de conducir a las sociedades occidentales a impregnarse nuevamente de razonamientos religiosos. Todos debemos defender el valor humano de la libertad, la libertad religiosa incluida. Estos valores, sin embargo, no son fruto de principios religiosos. Los aut¨¦nticos valores occidentales manan precisamente del laicismo. Cualquier religi¨®n cuando ha ejercido el poder se ha limitado siempre a eliminar a aquellos que no cre¨ªan en su Verdad.
En el mundo hace falta menos religi¨®n, probablemente m¨¢s espiritualidad y, desde luego, reglas claras de convivencia. El respeto por el individuo s¨®lo queda garantizado en un sistema pol¨ªtico en el que la religi¨®n no salga de los lugares de culto. ?Es el islam "oscurantista" como afirma Allam? Probablemente s¨ª. La Iglesia, sin embargo, no tiene nada que aprender en esta materia. Dec¨ªa Arthur Schopenhauer que "a las religiones, como a las luci¨¦rnagas, les es necesaria la oscuridad para brillar". Los fan¨¢ticos de ambas partes y los mensajes que se lanzan rec¨ªprocamente demuestran solamente cu¨¢n oscuro es nuestro presente.
Zouhir Louassini es periodista marroqu¨ª y trabaja en la Radiotelevisi¨®n Italiana (RAI). Traducci¨®n del italiano de Carlos Gumpert.
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