Pedro Zaragoza, el alcalde que transform¨® totalmente Benidorm
Convirti¨® en emporio tur¨ªstico un pueblo de pescadores y agricultores
El ex alcalde de Benidorm, Pedro Zaragoza, falleci¨® ayer a los 85 a?os como consecuencia de una insuficiencia coronaria, circunstancia a la que sin duda, de sobrevivirse, habr¨ªa sacado punta para subrayar su antipat¨ªa por la monarqu¨ªa. Su llegada al Ayuntamiento de Benidorm en 1951 fue un revulsivo para aquel pueblo de pescadores y agricultores.
?l mismo era un ejemplo de las penalidades econ¨®micas a las que estaba sometido el vecindario y hab¨ªa tenido que emigrar. Hab¨ªa sido maletero, viajante, incluso ayudante de picador en unas minas de fosfato en Extremadura. Zaragoza intuy¨® que lo mejor que se pod¨ªa hacer en Benidorm, administrando el agua, era apostar por el turismo. Y cambi¨® la mentalidad del pueblo en el primer pleno que celebr¨®, cuando, contraviniendo la tradici¨®n, se alej¨® de lamentos y aprob¨® el asfaltado de tres calles. ?se fue el punto de partida del nuevo Benidorm: pensar que la planificaci¨®n urban¨ªstica era la mejor v¨ªa de competir por el turismo.
Para ello, en 1956 impuls¨® un plan general que convert¨ªa todo el t¨¦rmino municipal en edificable, salvando la ilegalidad adhiriendo planes parciales. El principal acierto fue dejar entrar a los urbanistas antes que a los constructores, lo que dio paso a edificios de 16 alturas orientados al sur, sin hipotecar la vista al mar a la primera l¨ªnea, con grandes espacios para piscinas, campos de tenis y jardines. Su desaf¨ªo era abrir la ciudad a las clases medias, que eran el futuro del consumo. Los acontecimientos demostraron que la suya fue una visi¨®n pionera del turismo de masas.
Zaragoza anim¨® ese modelo con ingeniosas campa?as publicitarias. Asimismo, invent¨® el Festival de Benidorm, de la Red de Emisoras del Movimiento, del que surgieron nombres como Julio Iglesias y Raphael. Pero el turismo, aparte de efectos econ¨®micos, tambi¨¦n era una acelerante social con impactos de improbable digesti¨®n moral. En 1952 Zaragoza tom¨® la determinaci¨®n de autorizar el uso del biquini en la playa, ya que las turistas del norte de Europa se lo pon¨ªan sin consultar. Sab¨ªa que si se opon¨ªa al biquini fracasar¨ªa en su apuesta.
Dos ministros le pidieron al arzobispo de Valencia que le abriera un expediente de excomuni¨®n, y ¨¦ste le abri¨® cuatro. Totalmente acosado por la maquinaria de su propio r¨¦gimen, Zaragoza resolvi¨® pedir audiencia y llevar el caso ante Franco, al que visit¨® en su vespa. El alcalde de Benidorm le explic¨® que quien vend¨ªa los biquinis era Loewe y le dijo: "Mi general, si queremos desviar el curso del Ebro no podemos poner un muro en Tortosa, sino que hay que ir al origen". A Franco le gust¨®. Sin embargo, aval¨® a rojos, se relacion¨® con opositores al r¨¦gimen y su municipio, en plena dictadura, fue el primero en rotular calles en valenciano.
Consideraba que pasarse al PP hubiese sido de tramposos, y de hecho su relaci¨®n con este partido fue tormentosa, hasta el punto que en los ¨²ltimos a?os el Ayuntamiento, bajo la influencia de Eduardo Zaplana, asfixi¨® diversos proyectos urban¨ªsticos suyos. "Mi problema es que s¨¦ demasiado", justificaba. El Benidorm que cre¨® Zaragoza tiene detractores y defensores. Algunos la ven como una insaciable mand¨ªbula de hormig¨®n, otros como la ciudad m¨¢s habitable construida tras la guerra mundial, como el soci¨®logo Henri Lefebvre. Hoy supone el 40% del turismo din¨¢mico de la Comunidad Valenciana y el 7% del espa?ol y ha superado todas las crisis.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.