Esto no es Broadway
Esto no es Broadway, a la vista est¨¢, por mucho que se empe?en en proclamarlo productores y publicistas a sueldo y por mucho que sigan afirm¨¢ndolo a modo de latiguillo rutinario y con evidente papanatismo algunos de los que escriben de la buena o mala salud de nuestro teatro. Seamos sensatos: cinco musicales en Madrid, tres de ellos en la Gran V¨ªa, no convierten a esa calle en el Great White Way ni a sus transe¨²ntes en enloquecidos espectadores a la caza y captura de entradas.
Broadway es m¨¢s, mucho m¨¢s. Broadway es un concepto m¨¢s all¨¢ de un ¨¢rea urbana del m¨ªtico Manhattan. Broadway es una forma de hacer teatro y de consumirlo. Y es, sobre todo, un inteligente entramado en el que se mezclan equilibradamente g¨¦neros y estilos. Alrededor de Times Square conviven musicales que tienen asegurados millones de espectadores desde mucho antes de su estreno, con otros m¨¢s modestos pero tambi¨¦n m¨¢s ambiciosos que buscan su p¨²blico entre quienes, cansados de f¨®rmulas al uso, esperan impacientes nuevas propuestas y caminos por descubrir. Y pienso que hay, por parte de los productores espa?oles, una excesiva tendencia a importar s¨®lo los primeros, prescindiendo de los segundos -sus hermanos menores en cuanto a volumen de producci¨®n que no en talento y resultados- que encontrar¨ªan tambi¨¦n aqu¨ª, estoy seguro, un p¨²blico entusiasta. Son musicales que no basan su ¨¦xito en la espectacularidad, los efectos especiales o la cantidad de vatios, sino en el contenido, en el tratamiento de la historia, en la calidad de los actores (el teatro musical es g¨¦nero de actores; cantantes, s¨ª, pero actores, en toda la extensi¨®n de la palabra), en la originalidad del texto y la partitura. Hace unos a?os, Mario Gas demostr¨® cumplidamente que un musical a priori dif¨ªcil como Sweeney Todd, del maestro Stephen Sondheim (de rodillas), pod¨ªa convocar y entusiasmar a miles de espectadores. Y el fen¨®meno se repetir¨¢, no me cabe la menor duda, cuando dentro de poco vuelva a revisar su montaje en el Teatro Espa?ol de Madrid.
Los hombres de escena miran con recelo un g¨¦nero al que de manera ignorante tachan de fr¨ªvolo
Pero ¨¦ste no tiene por qu¨¦ ser un caso aislado. T¨ªtulos como Jerry Springer the opera, A New Brain, Caroline or Change, Urinetown, Passion, Grey Gardens, o James Joyce's The Dead, por citar s¨®lo unos cuantos, deber¨ªan poder verse en este pa¨ªs y deber¨ªan convivir en la cartelera con los grandes t¨ªtulos, como lo hacen habitualmente en Broadway. ?Cu¨¢l es el problema? La falta de confianza por un lado y los prejuicios por otro. Los productores de grandes eventos piensan m¨¢s en t¨¦rminos musicales que teatrales, con los ojos m¨¢s puestos en la taquilla que en el escenario, y los hombres de escena, los del teatro de la palabra y las ideas, los creadores que podr¨ªan dar un vuelco a la situaci¨®n, miran con recelo a un g¨¦nero al que demasiadas veces, de manera ignorante, tachan de fr¨ªvolo e insustancial. A estos ¨²ltimos me gustar¨ªa recordarles que ¨¦ste es un g¨¦nero al que desde un principio se bautiz¨® con dos ¨²nicas palabras: teatro musical. Y que atendiendo al orden de los factores la primera es teatro y s¨®lo la segunda musical. Cuando estemos dispuestos a pensar el musical en t¨¦rminos de buen teatro podr¨¢ decirse, con mayor o menor propiedad, que esto empieza a parecerse a Broadway.
Babelia
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