Zimbabue, de vergeles a eriales

Un caminito asfaltado pero casi tapado por la maleza conduce a una imponente finca en Mazowe, a 40 kil¨®metros de Harare. Detr¨¢s de los muros impenetrables que cortan el paso viv¨ªa antes un granjero blanco. Ahora es el rancho de un general negro de la Polic¨ªa Militar. Se han cambiado los papeles, pero con una diferencia: antes, todas las hect¨¢reas de los alrededores se cultivaban. Ahora, las malas hierbas superan a las plantaciones y todo parece abandonado.

As¨ª ha sido la controvertida reforma agraria de Robert Mugabe en Zimbabue, que empez¨® en 2001: se expropiaron las fincas a los blancos y las buenas se repartieron entre la ¨¦lite cercana al presidente, sin ning¨²n inter¨¦s en cultivarlas. Resultado: la tierra apenas se cultiva, lo que ha aumentado los problemas de alimentaci¨®n del pa¨ªs. Seg¨²n los sindicatos, el 70% de los 500.000 jornaleros que hab¨ªa antes de la reforma est¨¢ ahora en paro y el resto, trabajando por salarios m¨ªseros que la hiperinflaci¨®n del 100.000% ha convertido en risibles. El salario m¨ªnimo de un obrero del campo est¨¢ fijado en 10 millones al mes. Hoy, este dinero no alcanza ni para una sola barra de pan.

En la gran finca de Mazowe bajo propiedad del general se cultivan frijoles, aunque las malas hierbas parecen crecer mucho m¨¢s deprisa. En toda la extensi¨®n, del tama?o de dos campos de f¨²tbol, apenas hay cuatro mujeres con dos ni?os, recostadas sobre la tierra. Muy cerca hay siete casitas que un d¨ªa deb¨ªan de ser humildes y que ahora est¨¢n, salvo una, completamente abandonadas: aqu¨ª viv¨ªan los jornaleros que fueron despedidos cuando el general se adue?¨® de la finca.

"Los trabajadores no tuvieron ninguna oportunidad de participar en el reparto de tierras y encima perdieron el trabajo", explica Gertrude Hambira, hist¨®rica dirigente del sindicato de trabajadores del campo (GAPWUZ). Roza los 60 a?os y toda una vida de lucha. Ni en sus peores pesadillas lleg¨® a imaginar que la reforma agraria tantas veces reclamada ser¨ªa un simple reparto del bot¨ªn entre los amigos del r¨¦gimen. "La reforma agraria sigue pendiente; la mayor¨ªa de los que tienen las tierras no tienen ning¨²n inter¨¦s en cultivarlas", a?ade.

La gran crisis econ¨®mica ha ayudado a la desidia. La gasolina est¨¢ por las nubes y todo agricultor tiene derecho a litros subvencionados en funci¨®n del tama?o del terreno cultivable. Revenderla en el mercado negro proporciona beneficios impresionantes al instante. En cambio, cultivar las tierras exige sacrificio y conocimiento, algo que muchos nuevos due?os no tienen. En 2000, el pa¨ªs recolect¨® 237.000 toneladas de tabaco. En 2006, s¨®lo 73.000. La producci¨®n de ma¨ªz, el alimento b¨¢sico, ha ca¨ªdo el 60% en el mismo periodo. La tendencia es parecida en la mayor parte de plantaciones.

"No negamos los problemas, pero pronto vamos a volver a producir como antes", sostiene Kennedy Mapondera, alcalde de Merowe y militante de ZANU-PF, el partido de Mugabe. "La lucha por la liberaci¨®n del pa¨ªs era la lucha por la tierra y ahora por fin la tenemos. Es cuesti¨®n de tiempo, pero algunas fincas empiezan a funcionar", a?ade.

Nadie piensa en el pa¨ªs que deban devolverse las fincas a los 4.300 blancos expropiados. Tampoco el opositor Movimiento para el Cambio Democr¨¢tico (MDC, en ingl¨¦s), que en su d¨ªa se llev¨® las manos en la cabeza. Nadie concibe ya que unos pocos blancos fueran due?os del 70% de las tierras en un pa¨ªs de aplastante mayor¨ªa negra. "La cuesti¨®n ahora es c¨®mo realizar una aut¨¦ntica reforma agraria que produzca alimentos y de la que se beneficien todos, no s¨®lo los amigos del presidente", subraya Gertrude Hambira.

La reforma de Mugabe se acompa?¨® de un lenguaje izquierdista que alguien tradujo mal: "La tierra, para el que la trabaja" se aplic¨® como "La tierra, para que no se trabaje". Las consecuencias han sido devastadoras.