El para¨ªso roto de Bagdad
Hace mucho que Bagdad dej¨® de ser la ciudad de las mil y una noches. Aquella capital del califato abas¨ª que fundara Al Mansur en el siglo VIII fue arrasada por los mongoles quinientos a?os m¨¢s tarde y ya no renaci¨® hasta la llegada de Faisal II a mediados del siglo XX. Desde entonces, dos revoluciones y tres guerras han enterrado esa breve ¨¦poca de esplendor que atrajo a la capital de Irak a arquitectos de la talla de Frank Lloyd Wright, Le Corbusier, Alvar Aalto, Josep Llu¨ªs Sert, Walter Gropius, Ricardo Bofill o Robert Venturi. Una exposici¨®n, Ciudad del espejismo: Bagdad, de Wright a Venturi, que se inaugurar¨¢ el pr¨®ximo julio en el Colegio de Arquitectos de Catalu?a, en Barcelona, trata de rescatar del olvido las obras y proyectos de aquellos maestros.
Resulta dif¨ªcil descubrir la huella de ese pasado glorioso en las degradadas calles de la capital iraqu¨ª. Las cicatrices de la guerra civil no declarada que desangra el pa¨ªs desde hace cinco a?os se superponen al abandono de la d¨¦cada de sanciones que le impuso la comunidad internacional a ra¨ªz de su invasi¨®n de Kuwait. La vista tropieza constantemente con enormes bloques de hormig¨®n que intentan proteger los edificios de los coches bomba, aun al precio de hacer que sus habitantes se sientan prisioneros.
Hay que fijarse con atenci¨®n. Detr¨¢s de una de esas empalizadas coronada con alambre de espino se esconde un elegante edificio racionalista del arquitecto catal¨¢n Josep Llu¨ªs Sert (1902-1983). El inmueble fue construido en 1955 para albergar la Embajada de Estados Unidos en Bagdad. Su localizaci¨®n, junto al Tigris y al lado del Palacio Real, no pod¨ªa ser mejor. Sin embargo, cuando los norteamericanos entraron en la ciudad hace cinco a?os ignoraron la belleza est¨¦tica de la obra de Sert (que hab¨ªan abandonado a fines de 1990 antes de bombardear por primera vez Irak) e instalaron su cuartel general en el vecino palacio, hac¨ªa tiempo afeado por la ampliaci¨®n que ordenara Sadam Husein.
"En los a?os cincuenta, Bagdad fue un para¨ªso para arquitectos internacionales a quienes se confi¨® su modernizaci¨®n", se?ala Muafaq al Tai, durante un recorrido por algunas de esas joyas ca¨ªdas en el olvido. Al Tai, que inici¨® su formaci¨®n arquitect¨®nica bajo el influjo de aquella ¨¦poca dorada, es junto a Ghada Siliq uno de los profesores iraqu¨ªes que colaboran en la preparaci¨®n de la muestra sobre la arquitectura moderna de Bagdad entre 1952 y 1982.
Todo empez¨® mientras Pedro Azara persegu¨ªa a Enki, el dios de la arquitectura sumerio que dominaba el Tigris y el ?ufrates. Azara, arquitecto y profesor de Est¨¦tica de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Barcelona, investigaba para un libro sobre el se?or de la tierra (que es lo que significa Enki) cuando una conversaci¨®n con el embajador de Espa?a en Irak, Ignacio Rup¨¦rez, le puso sobre la pista del edificio de Sert y un estadio de Le Corbusier. A Azara le pic¨® la curiosidad y termin¨® descubriendo que no eran dos casos aislados.
En un Irak que acababa de lograr un reparto m¨¢s equitativo de los beneficios del petr¨®leo (1952) y al que Occidente cortejaba receloso de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, Faisal II encontr¨® la coyuntura ideal para transformar Bagdad y equipararla a las grandes capitales europeas. Fue as¨ª como, aconsejado por el arquitecto Rifat Chadirji, asesor del alcalde para asuntos urban¨ªsticos, el rey decidi¨® encargar a Frank Lloyd Wright (1867-1959) el plan de ampliaci¨®n de la ciudad y convocar varios concursos internacionales para la construcci¨®n de diversos edificios e infraestructuras.
"Se trata de un tema poco conocido incluso para los arquitectos", admite Azara, que ha logrado documentar una veintena de proyectos. Entre ellos, el Ministerio de Planificaci¨®n que las televisiones de todo el mundo ense?aron mil veces durante los bombardeos estadounidenses de 2003. Cinco a?os despu¨¦s, el elegante edificio dise?ado por el italiano Gio Ponti (1891-1979), en colaboraci¨®n con el estudio Valtolina-Dell'Orto, sigue agujereado.
"Me han llamado para hacer la ?pera de Nueva York y la he rechazado para poder hacer la ?pera de Bagdad", lleg¨® a declarar un ya anciano Wright quien, como otros grandes arquitectos de la ¨¦poca, encontr¨® en la entonces vibrante capital iraqu¨ª una ¨²ltima y renovada fuente de inspiraci¨®n. Pero ni su ?pera, ni su central de servicios el¨¦ctricos, ni su galer¨ªa de arte salieron del papel. Lo mismo sucedi¨® con el Museo de Bellas Artes, el edificio de Correos y el Banco Nacional de Irak que dise?ara Alvar Aalto (1898-1976).
El golpe de Estado de Abdul Karim Qasem en 1958 dej¨® en agua de borrajas el Plan para el Gran Bagdad de Wright, que el actual Gobierno iraqu¨ª quisiera rescatar. S¨®lo el barrio de Ciudad Revoluci¨®n (Medinat al Zaura), encargado al arquitecto y urbanista griego Constantinos Doxiades (1913-1975), lleg¨® a ponerse en marcha el a?o anterior. M¨¢s all¨¢ del trazado en cuadr¨ªcula, hoy cuesta reconocer aquella especie de ciudad jard¨ªn en las calles del que fue sucesivamente rebautizado Ciudad Sadam y Ciudad S¨¢der.
Dos millones de personas se hacinan en un espacio que Doxiades concibi¨® para 50.000. A la ausencia de zonas verdes, la acumulaci¨®n de basuras y el alcantarillado al aire libre que ya lo hicieran problem¨¢tico en tiempos de Sadam se han sumado ahora los socavones de los coches bomba, los impactos de artiller¨ªa en las casas y destartalados puestos de control en los cruces de las principales avenidas.
Pero a pesar del golpe de Qasem y del baazista de cinco a?os m¨¢s tarde, los maestros dejaron una gran impronta en Irak. "Sus conferencias constituyeron una bocanada de aire fresco para toda una generaci¨®n de arquitectos locales", asegura Azara en un e-mail. "Se propici¨® un ambiente de excelencia en el pa¨ªs", concurre el iraqu¨ª Al Tai. As¨ª, aunque apenas se construy¨® un tercio de la ciudad universitaria que Walter Gropius (1883-1969) proyect¨® en 1957, el arco partido de su entrada, con el que el arquitecto quiso reflejar la eternidad, inspir¨® luego la c¨²pula partida del Monumento a los M¨¢rtires.
Cuando Sadam lleg¨® al poder en 1979 recuper¨® algunas de las iniciativas de Faisal II para engrandecer Bagdad. El dictador en persona coloc¨® en 1981 la primera piedra del estadio que Le Corbusier (1887-1965) hab¨ªa dise?ado en 1953. Organiz¨® adem¨¢s concursos internacionales para construir nuevos barrios e infraestructuras. Uno de los m¨¢s destacados fue el de la Mezquita Nacional, en 1982, que gan¨® Ricardo Bofill (1939) y su Taller de Arquitectura, pero al que tambi¨¦n concurrieron nada menos que Robert Venturi (1925) y Denise Scott-Brown (1931) a trav¨¦s de su estudio Venturi, Rauch & Scott-Brown. La mezquita de Bofill no lleg¨® a construirse. "Tampoco los barrios residenciales que proyectaron esos estudios", lamenta Al Tai, quien a pesar de haber formado parte de la Oficina de Ingenier¨ªa de la Presidencia, se muestra muy cr¨ªtico con los gustos megalomaniacos del dictador. "Como Hitler, Stalin o Napole¨®n, Sadam estaba obsesionado con la arquitectura", conf¨ªa este hombre que sol¨ªa despachar con ¨¦l una de cada dos semanas, "para ¨¦l era un medio de reafirmar su poder y asegurarse un lugar en la historia". Su objetivo era transformar la ciudad. Se levantaron nuevas barriadas residenciales, hoteles, monumentos y parques, como el de la Revoluci¨®n, cuyo dise?o se encarg¨® al estudio de paisajismo holand¨¦s Krinkels. Tambi¨¦n se volvi¨® a recurrir a un arquitecto extranjero, el japon¨¦s Sohiko Yamada, para elaborar el nuevo plan urban¨ªstico de Bagdad. Pero Sadam no se conformaba con encargar los proyectos. Quer¨ªa dejar su impronta personal en ellos, lo que sin duda determin¨® el estilo kitsch imperial de la arquitectura iraqu¨ª a partir de los ochenta. "Sol¨ªa presentarse en las obras y pedirnos que cambi¨¢ramos el dise?o o los azulejos", recuerda Al Tai. "?l era el arquitecto". Poco a poco se abandonaron las obras p¨²blicas en favor de los encargos individuales, palacios para los altos cargos del r¨¦gimen y sus familias, y obras grandilocuentes como el Monumento a la Victoria (las dos espadas cruzadas) o la mezquita de la Madre de Todas las Batallas. El buen gusto se hab¨ªa quedado atr¨¢s. Al Tai habla de un sue?o roto. "Desde entonces hemos sido extranjeros a nuestras propias ideas. No cre¨ªamos en nuestro trabajo, pero ?cu¨¢l era la alternativa?", se pregunta.
La exposici¨®n que ahora se prepara cuenta con la presidencia de honor de la infanta Cristina, est¨¢ cofinanciada por el Ayuntamiento de Barcelona, Casa ?rabe y la Agencia Espa?ola de Cooperaci¨®n Internacional, y pretende mostrar, a trav¨¦s de maquetas, lo que Bagdad pudo haber sido y nunca lleg¨® a ser del todo.
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