No hay dos sin tres (o cuatro)
La Real Academia, la Iglesia y la Monarqu¨ªa se me antojan instituciones encantadas de haberse conocido. Quiz¨¢s porque se consideran perfectas (y probablemente lo sean, lo que no deja de ser terrible). Cada una a su modo velan por algo muy superior a ellas mismas: Idioma, Dios, Estado. Y, conscientes de la trascendencia de su misi¨®n, no toleran muy bien las intromisiones de quienes no estamos en el ajo. De manera que lo que sigue no es una cr¨ªtica -Garc¨ªa de la Concha me libre-, sino un desahogo. Miren: lo de F¨¦lix de Az¨²a no ha estado muy bonito. Y, atenci¨®n, no digo en absoluto que me parezca mal que don Jos¨¦ Luis Borau (felicidades), cineasta al que respeto, no merezca el sill¨®n que antes ocup¨® Fern¨¢n-G¨®mez, sino que est¨¢ feo que el se?or De Az¨²a, cuyos m¨¦ritos literarios venga Dios y los tenga, se viera en la desairada situaci¨®n de tener que competir con otro candidato sobrevenido a ¨²ltima hora. En la RAE, como en los partidos mon¨¢rquicos o en la Conferencia Episcopal, existen fobias y filias, camarillas e intereses encontrados. Y, a menudo, sus decisiones pol¨ªticas o administrativas no tienen que ver con las personas afectadas, sino con terceros que no est¨¢n a la vista: eligiendo a uno o eliminando a otro se puede premiar o castigar al embozado. Y yo tengo mi teor¨ªa, supongo que enferma (como casi todas las m¨ªas), acerca de lo sucedido. La candidatura del se?or De Az¨²a no estaba firmada por don Francisco Rico (sino por los se?ores Cebri¨¢n, Goytisolo y Anson), pero no hace falta exhibir el cociente intelectual de Schopenhauer para sospechar que -c¨®mo decirlo- al mencionado petrarquista (no he escrito "petardista"), partidario de una RAE vertebrada en torno a fil¨®logos y literatos, no le hubiera desagradado que el candidato poeta, narrador, ensayista, columnista y profesor hubiera obtenido el esca?o, perd¨®n, el sill¨®n B. Y tampoco es preciso razonar como Hercule Poirot para deducir que, desde el affaire del acr¨®stico, el se?or Rico -por cierto, personaje novelesco de Javier Mar¨ªas, pr¨®ximo acad¨¦mico- no es santo de la devoci¨®n de algunos de los pr¨®ceres letrados, quiz¨¢s porque a veces se ha mostrado excesivamente independiente (algunos lo llaman "impertinente"). Bueno, hay remedio: si el se?or De Az¨²a se aviene, podr¨ªa tener m¨¢s oportunidades. Pero si, por una u otra raz¨®n, se quedara sin ser acad¨¦mico tengo la sensaci¨®n de que todo el asunto se convertir¨ªa en otra de las c¨¦lebres pifias que han venido jalonando algunas elecciones realacad¨¦micas, y que tienen nombre propio. Por ejemplo: Ortega y Gasset, Lafuente Ferrari, Chacel, Benet, Caballero Bonald. Por cierto: en este comentario he incluido un acr¨®stico se?alando a los culpables. Claro que, con la edici¨®n y puesta en p¨¢gina del texto, mi treta puede haberse ido al traste.
En la RAE, como en los partidos mon¨¢rquicos o en la Conferencia Episcopal, existen fobias y filias, camarillas e intereses
Confeti
Se nota que est¨¢ al caer Sant Jordi, uno de esos "guateques bacan¨¢licos compulsivos hist¨¦ricos" (sic) del mundo del libro que no parecen gustar al novelista Rodrigo Fres¨¢n, seg¨²n declara en el ¨²ltimo n¨²mero de la Revista de Erudici¨®n y Cr¨ªtica (Castalia; director Pablo Jauralde). Lo noto no s¨®lo por la avalancha de libros que llegan a mi casa en estos d¨ªas (sobre todo a la hora de la siesta, mientras dormito con el llamado "culebr¨®n de izquierdas" Amar en tiempos revueltos), sino porque cada vez que me paso por las librer¨ªas de mis amigos me los encuentro abriendo paquetes y colocando novedades en las mesas con una mano, mientras con la otra se dedican a devolver los invendidos al lugar del que vinieron. A los libros propiamente dichos y ya listos para su venta (o para regresar a los almacenes) se suma de un tiempo a esta parte una significativa cantidad de lo que las editoriales llaman "edici¨®n sin corregir" o "en pruebas": mamotretos de obras que se publicar¨¢n pr¨®ximamente y que los sellos respectivos env¨ªan a cr¨ªticos y libreros para que ejerzan el dudoso privilegio de leerlas antes que nadie. A este pa¨ªs le va de maravilla el dicho catal¨¢n de entre poc i massa, la mesura passa; en traducci¨®n libre, o no llegamos o nos pasamos tres apeaderos. Hace unos a?os era casi imposible que alguien te enviara con antelaci¨®n pruebas legibles de un libro importante; y ahora casi no hay editor que no considere una cuesti¨®n de prestigio bombardearte con las uncorrected proofs de los libros -en su mayor¨ªa inanes- que constituyen sus m¨¢ximas "apuestas". Como cada editor de ficci¨®n que se precie tiene dos o tres por trimestre, no vean lo que se amontona. Y para colmo est¨¢n los "creativos" del departamento de mercadotecnia, siempre dispuestos a mostrar lo imaginativos y simp¨¢ticos que pueden llegar a ser. La ¨²ltima moda consiste en enviar las "apuestas" en vistosos sobres o paquetes que, al ser abiertos, dejan caer, cual cutr¨ªsima lluvia jupiterina, confeti suficiente para hacerte perder una hora jurando en arameo mientras pasas el aspirador por el lugar siniestrado. Ni qu¨¦ decir tiene que, en mi caso, esos libros engrosan inmediatamente la pila que destino al liberador bookcrossing, uno de los grandes inventos del milenio.
Machadiana
De los nueve hermanos Machado Ruiz rastreados por el sabueso Ian Gibson, tres murieron antes de cumplir el a?o, y una -Cipriana-, antes de los quince. Luego, la Guerra Civil convirti¨® a los Machado, como a tantos otros, en una familia desmembrada y f¨ªsica e ideol¨®gicamente dividida. Antonio muri¨® en Collioure. Manuel, el otro gran poeta de la tribu, se hizo partidario de los rebeldes de Burgos, cant¨® sus sables y haza?as y muri¨® con amargura en 1947. Francisco, aunque republicano, volvi¨® a Espa?a por intercesi¨®n de Manuel, ejerci¨® como funcionario de prisiones y escribi¨® algunos poemas -entre ellos un "canto a la raza"- muy de su ¨¦poca. Los otros dos, Jos¨¦ y Joaqu¨ªn, se exilaron en Chile, y all¨ª trabajaron y vivieron hasta su muerte. Jos¨¦ fue un buen pintor e ilustrador, y Joaqu¨ªn, un periodista comprometido con el antifascismo. A los dos est¨¢ dedicada fundamentalmente la exposici¨®n Los otros hermanos Machado, que se inaugurar¨¢ en Soria el pr¨®ximo d¨ªa 10, dentro de las actividades programadas del A?o Antonio Machado, que conmemora el centenario de la llegada del poeta a su ciudad de adopci¨®n, y cuya comisi¨®n ejecutiva est¨¢ presidida por la incansable y entusiasta poeta Amalia Iglesias. La muestra, centrada en la obra de Jos¨¦ -del que tambi¨¦n se publicar¨¢ la edici¨®n facsimilar de su libro de recuerdos (1940) ?ltimas soledades de Antonio Machado-, recoge valiosos documentos, cuadros y dibujos prestados por sus hijas. Un pretexto estupendo -junto con la exposici¨®n paralela Ay¨²danos a recordar la Soria de Machado- para darse una vuelta por aquella ciudad en la que siguen resonando sus estremecidos versos: "?Soria fr¨ªa! La campana / de la Audiencia da la una. / Soria, ciudad castellana / ?tan bella! bajo la luna".
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