Hambre de John Zorn
Vino John Zorn a la ¨²nica ciudad del occidente cristiano que no ha pisado en dos lustros, ocurre que no hay sitio donde ubicarle y acaba tocando en el Joy Eslava, lugar famoso por la afabilidad de su personal de seguridad y un intenso aroma a ozonopino. Y all¨¢ que se fue el aguerrido ej¨¦rcito de los mel¨®manos sin fronteras que, en esta ciudad, son m¨¢s de los que se cree.
El asunto empez¨® de aquella manera, que podr¨ªa ser la de un tr¨ªo de bajo, bater¨ªa y voz tocando un metal, donde el bater¨ªa es un m¨²sico de jazz; el cantante brama, tose o le dan arcadas, para espanto de los de las primeras filas; y el bajista no sabe, no contesta. Dif¨ªcil ubicar una m¨²sica descoyuntada, desquiciada en la que no se alcanza a distinguir una nota afinada al can¨®nico modo, seguramente porque no existe. Pura energ¨ªa no desbocada: el arriba firmante pudo comprobar que casi todo en ella est¨¢ escrito, incluso las toses. Hubo quien estuvo esperando toda la noche por Zorn. Finalmente, el saxofonista sali¨® a saludar tras el bis y eso fue todo. Por lo que parece, su papel en Moonchild se limita al de compositor y t¨¦cnico de sonido; lo que para ¨¦l es bastante, y para algunos, un timo como de la estampita. Conclusi¨®n: una velada tan memorable como desconcertante.
John Zorn Moonchild
Joy Eslava. Madrid, 3 de marzo.
Zorn, direcci¨®n; Joey Baron, bater¨ªa; Trevor Dunn, bajo; John Patton, voz.
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