Lecturas olvidadas
A pesar de los correctivos aplicados a destiempo, no hay modo de apartar de la memoria la infamia del GBB del PNV, cuando anunci¨® que no apoyar¨ªa la moci¨®n de censura para desalojar a ANV de la alcald¨ªa en Mondrag¨®n. Y no se olvida porque causa irritaci¨®n ver c¨®mo un viejo partido, democr¨¢tico y respetado, dilapida su larga trayectoria de defensa de la naci¨®n vasca y de compromiso con la no violencia. Y la dilapida a cambio de nada, de nada que no sea la liquidaci¨®n de su patrimonio pol¨ªtico, porque el conflicto, qui¨¦ranlo o no, es irresoluble, sus responsables son concretos, representan una ideolog¨ªa totalitaria y nada ni nadie, por las buenas, los va a poder cambiar. Es imposible entender la actitud del PNV tras los hechos de las ¨²ltimas semanas: asesinato de una persona, grotesca desaparici¨®n de la alcaldesa para evitarse hablar sobre el asunto y, por fin, la tradicional trifulca entre los partidos. En esas condiciones, la decisi¨®n de no hacer nada para desalojar de la alcald¨ªa de Mondrag¨®n a una nacionalsocialista cubre de miseria moral a quienes la adoptaron.
Algunos aparateros har¨ªan bien en releer las p¨¢ginas que escribi¨® Jos¨¦ Antonio Aguirre en el exilio
Podr¨ªamos trasladar los sofismas manejados estos d¨ªas a un contexto distinto. Podr¨ªamos imaginar c¨®mo sonar¨ªan ciertas expresiones si habl¨¢ramos de grupos totalitarios distintos del que nos ha tocado en suerte. Supongamos al nacionalismo vasco neg¨¢ndose a apoyar una moci¨®n de censura contra un alcalde falangista y que lo hiciera mediante las mismas razones: "Estas iniciativas no conducen a un escenario de normalizaci¨®n"; "Hay que trabajar progresivamente en pedagog¨ªa social y pol¨ªtica". ?Alguien se tomar¨ªa en serio tales sandeces?
Pero adem¨¢s, y como suele ocurrir en los ¨²ltimos a?os, ETA se divierte dejando en evidencia al sector del nacionalismo m¨¢s comprensivo con sus posturas: poco despu¨¦s de que el PNV explicara por qu¨¦ no apoyaba el desalojo de ANV del poder en Mondrag¨®n, ETA emit¨ªa un comunicado en que de nuevo amenazaba a la militancia socialista. ETA no s¨®lo traiciona d¨ªa tras d¨ªa al nacionalismo democr¨¢tico, sino que se entretiene dej¨¢ndolo en rid¨ªculo: cada vez que el PNV paga el en¨¦simo peaje de servidumbre a los violentos, ETA corresponde con una nueva cuchillada pol¨ªtica y medi¨¢tica. El nacionalismo deber¨ªa recordar lo que para ¨¦l tienen preparado sus oseznos. Despu¨¦s de que Egibar declarara que el PNV no iba a apoyar la moci¨®n de censura, ¨¦l mismo recibi¨® de los radicales su raci¨®n correspondiente de cr¨ªtica insidiosa. No s¨¦ c¨®mo se denominan en pol¨ªtica las muestras de sumisi¨®n al amo antes de que este castigue con la fusta, pero en la pr¨¢ctica sexual la patolog¨ªa en cuesti¨®n es muy concreta.
Ver a un partido que ha hollado tres siglos de historia arrodillado ante una organizaci¨®n que asesina bajo la cobertura de una anacr¨®nica ideolog¨ªa revolucionaria resulta vergonzoso. Y este no es un debate de estrategia a corto, medio o largo plazo: es un debate ¨¦tico que no admite matizaciones y que debe aclararse ya.
El PNV se ver¨¢ muy pronto en el compromiso de rendir cuentas ante el electorado. Pero ni siquiera el dictamen popular va a ser lo m¨¢s importante, lo importante es el lastre que se ha echado a la espalda, por su asombrosa tolerancia con el nacionalsocialismo. Y esas cuentas se pagan ante los tribunales de la historia. Algunos aparateros har¨ªan bien en releer las p¨¢ginas que escribi¨® Jos¨¦ Antonio Aguirre en el exilio, recordar de d¨®nde viene su partido y cu¨¢l era el exigente c¨®digo moral que los nacionalistas vascos se impusieron, en otro tiempo, frente el fascismo y el comunismo. Releerlas o leerlas por primera vez, que a lo mejor eso es lo que falta.
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