Cr¨ªmenes, criminales, cobardes y silenciosos
Toda la semana me estuve acordando de aquel libro de Max Aub, Cr¨ªmenes ejemplares. Un ir¨®nico cat¨¢logo de formas y justificaciones del criminal. Cuando se escuchan las historias de esos tarados que matan a mujeres, a adolescentes, a ni?as, se tienen pocas ganas de ironizar. Pero la mirada sarc¨¢stica de Aub es otra cosa. En su libro se recog¨ªan confesiones de los asesinos y, de las muchas justificaciones que contiene, s¨®lo dos fueron de alienados. El resto de los criminales eran gente corriente. El criminal es alguien que te encuentras en tu vida diaria, en un mercado, en la escalera de casa o en un concierto. Una de las razones, de las sinrazones, de esos cr¨ªmenes de sexo, viene de una errata. Donde dice: "La mat¨¦ porque era m¨ªa", debe decir: "La mat¨¦ porque no era m¨ªa".
No matan en el Pa¨ªs Vasco porque tengan una pistola, matan porque no tienen fuerza ni raz¨®n
Hay otras sinrazones, otros criminales. Acabo de ver la pel¨ªcula de Manuel Guti¨¦rrez Arag¨®n, Todos estamos invitados -me gustar¨ªa haberla visto en el festival de San Sebasti¨¢n, pero ha tenido que ser en el de M¨¢laga- y all¨ª los asesinos son de otra clase, tienen otra tara. Dram¨¢ticamente reales: "Lo mat¨¦ porque no pensaba como yo". ?sa es una de las perversas sinrazones de muchas muertes en el Pa¨ªs Vasco. Viejo impulso animal, sectarismo, cobard¨ªa y miedo. Nada que ver con las patrias, ni con las libertades, sino con la incapacidad de convivir con el otro, con el de fuera. No matan porque tengan una pistola, matan porque no tienen fuerza ni raz¨®n.
"?Para qu¨¦ tratar de convencerle? Era un sectario de lo peor, cerrado de mollera como si fuese Dios Padre. Se la abr¨ª de un golpe, a ver si aprende a discutir. El que no sabe, que calle". Eso pretenden los asesinos de ETA y sus c¨®mplices. Mantener a una sociedad callada por el miedo. Silencio c¨®mplice mientras comemos kokotxas. Cuando Aub escribi¨® su libro, en su exilio, nuestro pa¨ªs segu¨ªa secuestrado por el miedo. Un pueblo que conoci¨® aquello no se somete por otros miedos. Nadie podr¨¢ matar por esa sinraz¨®n: "Lo mat¨¦ porque era espa?ol". Que la pel¨ªcula tenga ¨¦xito y que pase a verse como revisi¨®n hist¨®rica.
Estuve en el Teatro Real viendo a Anne Sofie von Otter, capaz de pasar de Mahler a Elvis Costello o a esos cantos de Auvernia. Cantos de monta?a, canciones en la lengua d'oc, que me hicieron recordar otras m¨²sicas tan queridas por los nazis. He le¨ªdo las conversaciones de Joachim Fest con Albert Speer, el esteta arquitecto que colabor¨® con Hitler hasta el final. Asesinos que se cre¨ªan llenos de sentido y sensibilidad. Alguien dijo que Speer no era un hombre corrupto, ni cruel, ni vil. "Era algo mucho peor: era un hombre vac¨ªo". "Hombres huecos" que alguna vez pueden decir: "Lo mat¨¦ porque era de Vinaroz".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.