La crisis pol¨ªtica de la sequ¨ªa
La crisis de la sequ¨ªa afecta de manera inequ¨ªvoca una de las l¨ªneas de flotaci¨®n de la cultura pol¨ªtica de Iniciativa per Catalunya. Contrariamente a lo que muchos podr¨ªan pensar, esta crisis no lo es tanto por la propuesta del trasvase como por la manera que el Departamento de Medio Ambiente ha gestionado la propuesta. Es cierto que para algunos puede ser dif¨ªcil de digerir la propuesta del trasvase del Segre al Llobregat e incluso para unos pocos esa propuesta puede ser poco menos que un pecado mortal. Pero dadas las circunstancias de la evidente sequ¨ªa y del riesgo contrastado de que m¨¢s de cinco millones de personas en un pa¨ªs de poco m¨¢s de siete se pueden despertar un d¨ªa del pr¨®ximo verano con un grifo por el cual no fluya el agua, creo que la mayor¨ªa de los dirigentes, militantes y votantes de ICV saben distinguir entre lo necesario de este trasvase y lo superfluo e incluso perverso del trasvase del ^lan Hidrol¨®gico Nacional (PHN). Es simplemente la diferencia que hay entre una acci¨®n para evitar cortes de suministro de agua en viviendas y otra acci¨®n dise?ada para facilitar un modelo de desarrollo urban¨ªstico intensivo e insostenible en la costa mediterr¨¢nea.
La cuesti¨®n es saber por qu¨¦ en distintas ocasiones Baltasar neg¨® que su intenci¨®n era hacer un trasvase
En resumen, la propuesta de trasvase no es en esencia un problema irresoluble para ICV. S¨ª lo puede ser, en cambio, el estilo y el procedimiento seguidos. No es el contenido lo que duele, sino las formas. Y es en ese punto donde ICV tiene un problema que resolver y el consejero Francesc Baltasar uno inesperado. Uno de los pilares de ICV desde su fundaci¨®n en 1986 ha sido la posibilidad de ofrecer a sus electores una manera distinta de hacer pol¨ªtica, con ingredientes por un lado de la vieja cultura psuquera, como por ejemplo el compromiso institucional para hacer posible un gobierno de izquierdas o el ejercicio de la responsabilidad de gobierno alejada de concesiones populistas o electoralistas, y por otro lado, componentes de una cultura pol¨ªtica emergente que es consciente de la desgana con la que la sociedad percibe los partidos tradicionales y su manera de hacer pol¨ªtica y que valora aspectos como el compromiso por la honestidad, la transparencia, la participaci¨®n y la deliberaci¨®n en el proceso de decisiones, entre otros.
El contenido de la propuesta del trasvase podr¨ªa ser una expresi¨®n de la responsabilidad en el ejercicio del poder -y por tanto digerible por ICV sin mayores consecuencias-, pero la manera de proceder choca abiertamente con los aspectos de de la cultura pol¨ªtica emergente y echa por los suelos cualquier esperanza de colaboraci¨®n con la propuesta del trasvase.
La cuesti¨®n est¨¢ en saber por qu¨¦ en distintas ocasiones entre el mes de febrero y mediados de marzo el Gobierno catal¨¢n a trav¨¦s de Baltasar neg¨® tajantemente que su intenci¨®n fuera hacer un trasvase. Fue -consciente o inconscientemente- Baltasar, quien comprometi¨® a los dirigentes territoriales de su formaci¨®n al asegurarles que el trasvase no se preve¨ªa en el Departamento de Medio Ambiente. Finalmente, fue tambi¨¦n ese dirigente de ICV quien reconoci¨® que sell¨® un pacto de discreci¨®n con dirigentes del PSOE para ocultar en periodo electoral la hip¨®tesis del trasvase proyectado por el Gobierno catal¨¢n. Estos son los or¨ªgenes del problema que amenaza en convertir los pr¨®ximos meses en una prueba de fuego no s¨®lo para el Gobierno, sino esencialmente para Iniciativa per Catalunya.
Esta formaci¨®n ya ten¨ªa planteado un debate sobre los resultados electorales de este ¨²ltimo ciclo. De manera contenida planeaba la sombra del debate entre la oportunidad y la necesidad de impulsar el relevo generacional sin provocar m¨¢s demora en el tiempo. Tambi¨¦n se o¨ªan voces -aunque pocas y sin mucha potencia- que manifestaban que Iniciativa per Catalunya necesitaba una direcci¨®n fuerte que descansara en personas no atrapadas en la acci¨®n cotidiana de gobierno. En cualquier caso, todo este debate se presenta ahora inevitable e improrrogable en el tiempo, como consecuencia de la actuaci¨®n de uno de sus dos representantes en el Gobierno catal¨¢n. Iniciativa, pues, se ve volcada a un proceso congresual muy intenso, no tanto como el de ERC ciertamente, pero lo suficiente como para que el resultado tenga a fecha de hoy algo de imprevisto y con un riesgo evidente que sus consecuencias afecten al Ejecutivo de Montilla.
En pol¨ªtica, como en cualquier otra actividad profesional, un error o incluso una cadena de errores lo puede cometer cualquiera. Pero una vez cometido lo que es imprescindible es evitar que se propaguen otras consecuencias imprevisibles. Los errores importantes hay que asumirlos, y una vez asumidos hay que tener la generosidad y la valent¨ªa de tomar decisiones fuertes si con ellas se evitan males mayores.
Cualquier observador un poco atento sobre la vida pol¨ªtica sabe que cuando un gobernante acierta en su actuaci¨®n no es evidente que obtenga beneficios ni r¨¦ditos pol¨ªticos por la misma, pero que cuando se equivoca -por no decir una expresi¨®n escatol¨®gica m¨¢s contundente- hay muchas probabilidades de que hasta sus m¨¢s pr¨®ximos compa?eros de partido le vayan a dejar tirado si con ello evitan que el malestar y las tensiones fruto del error les afecte tambi¨¦n a ellos. La pol¨ªtica es as¨ª; glorias las justas y en contadas excepciones. Palos bastantes, incluso inmerecidos y a menudo a traici¨®n. Esta es la teor¨ªa y el consejero Baltasar no la deber¨ªa menospreciar. A veces un gesto inequ¨ªvoco, por radical que parezca y dif¨ªcil que sea evita males mayores, y qui¨¦n sabe si tambi¨¦n evita salir por la puerta peque?a obligado por las circunstancias.
jspicanyol@hotmail.com
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