La trampa en el n¨²mero
El uso de datos estad¨ªsticos es una de las herramientas que m¨¢s terreno ha ganado para el an¨¢lisis de partidos y de equipos durante y despu¨¦s de las transmisiones. Sin menospreciar su valor, debemos reconocer que, incluso cuando ¨¦stas son precisas y los datos verdaderos, pueden llevarnos a conclusiones falsas o a malas interpretaciones.
A diferencia del baloncesto, el b¨¦isbol o el f¨²tbol americano, el f¨²tbol es un deporte dif¨ªcil de resumir con datos estad¨ªsticos. Mientras en el tenis el porcentaje de primeros saques o de errores no forzados es determinante y en otras disciplinas el peso matem¨¢tico de algunos datos dictamina qui¨¦n fue el vencedor, el f¨²tbol, en cambio, se resiste a explicarse con la calculadora y aguanta firme su bandera de romanticismo. Quiz¨¢ por eso las estad¨ªsticas tardaron en llegar.
Mientras algunos de los datos son clarificadores, otros no dejan de ser s¨®lo un punto de vista, un elemento para leer una peque?a porci¨®n del juego. Otros son s¨®lo decorativos, barroquismos para rellenar la pantalla.
La cantidad de tiros al arco que realiz¨® un equipo no tiene una relaci¨®n directa con el peligro creado con ellos, pudiendo todos haber terminado en la tribuna. Los tiros entre los tres palos no aclaran mucho m¨¢s la cuesti¨®n, ya que no determinan la colocaci¨®n o la potencia. El tiempo de posesi¨®n de la pelota no nos habla de la presencia en territorio enemigo ni el dominio territorial nos dicta al ganador del partido. Todos estos datos, por s¨ª solos, ni siquiera son capaces de explicarnos cu¨¢l de los dos equipos tuvo las ocasiones m¨¢s claras de gol.
La moda en la Champions es mostrar los cinco jugadores que m¨¢s distancia recorrieron sin arrojar ninguna luz sobre la calidad de semejante marat¨®n.
Muchas veces, en el an¨¢lisis individual, las estad¨ªsticas se tienden a simplificar eliminando datos preciosos. As¨ª, se puede leer en el periodico: "El delantero X volvi¨® a marcar en la Liga, no lo hacia desde octubre", sin aclarar que X hizo dos goles la semana pasada en otra competici¨®n y que antes de eso estuvo lesionado durante tres meses. El porcentaje de gol por partido es una pesadilla para los delanteros cuando les dividen uno de 90 minutos igual que uno en el que entraron en los ¨²ltimos cinco.
Otras veces a los datos se les agregan calificativos que van acotando la competencia hasta colocar al analizado directamente en el podio. Por ejemplo: "Este tanto le convierte en el jugador luxemburgu¨¦s con m¨¢s goles realizados de zurda en la historia de la Liga italiana". "Futbolista luxemburgu¨¦s" elimina a casi toda la poblaci¨®n mundial; "de la Liga italiana", a todos los de su pa¨ªs, "de zurda", s¨®lo para despejar dudas. De esta forma, se pueden ofrecer datos aparentemente impresionantes y cantar nuevos r¨¦cords mundiales en casi todos los partidos.
La acumulaci¨®n de cifras nos presenta los hechos sujetos a una apreciaci¨®n de cantidad. Una percepci¨®n num¨¦rica del partido. Las acciones de los futbolistas son, en general, dif¨ªciles de medir cuantitativamente. ?C¨®mo ponderar en porcentajes la emoci¨®n de una gambeta o la sutileza de un ca?o? ?C¨®mo cabe dentro de un n¨²mero un control de Zidane? Sin embargo, en la frialdad del n¨²mero y bajo el t¨ªtulo Pases Acertados, se concede el mismo valor a un pase hacia atr¨¢s de 30 centimetros como a una apertura de 40 metros al pecho del extremo izquierdo, como las que sol¨ªa lanzar Fernando Hierro, o aquella genial asistencia que deja al delantero solo para definir cuenta igual que el pase de Enrique a Maradona en el segundo gol a los ingleses.
Lo advierte un famoso dicho: "Las mentiras se dividen en tres tipos: mentiras, grandes mentiras y estad¨ªsticas".
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