La sed de Barcelona tiene soluci¨®n
Una opci¨®n razonable para la escasez de agua en Barcelona ser¨ªa organizar la cesi¨®n de derechos de riego al ¨¢rea metropolitana mientras dure la sequ¨ªa, a cambio de las pertinentes compensaciones econ¨®micas
La sequ¨ªa aprieta en Catalu?a y pone de nuevo sobre la mesa el debate sobre el agua, que vuelve a usarse como arma pol¨ªtica. Ante todo, es importante aclarar que, m¨¢s all¨¢ de la grave situaci¨®n de emergencia actual, Barcelona tendr¨¢ asegurada la provisi¨®n de recursos h¨ªdricos en un futuro cercano, incluso en circunstancias de sequ¨ªa extrema. Barcelona vive sobre un acu¨ªfero: el que forman las aguas subterr¨¢neas del aluvial del Bes¨°s y del Llobregat. De hecho, el metro de Barcelona ha venido bombeando en el pasado millones de metros c¨²bicos al a?o para evitar que se inundaran sus galer¨ªas.
El problema, al igual que en otras cuencas y comunidades aut¨®nomas, es que hemos contaminado de forma irresponsable esos acu¨ªferos. Aunque la Directiva Marco del Agua nos obliga a cuidar el buen estado de las masas de agua, recuperar un acu¨ªfero puede requerir d¨¦cadas. Sin embargo, obtener hoy aguas de calidad de esos acu¨ªferos es perfectamente viable, aplicando una ¨®smosis inversa, similar a la que permite desalar aguas marinas. Hoy, con las nuevas tecnolog¨ªas disponibles (c¨¢maras isob¨¢ricas, membranas de baja presi¨®n...) podemos obtener aguas excelentes de esos acu¨ªferos por menos de 0,25 euros por metro c¨²bico (€/m3); y conviene recordar que un metro c¨²bico son mil litros. En todo caso, Barcelona, al igual que el resto de ciudades costeras, dispone del mar, que puede ser fuente de aguas desalinizadas por ¨®smosis inversa, incluso en circunstancias de sequ¨ªa, por apenas 0,4 €/m3.
Para paliar la sequ¨ªa de Sevilla bast¨® ofrecer siete pesetas por metro c¨²bico a quienes cedieran agua
El mar y el acu¨ªfero ofrecen a Barcelona agua m¨¢s que suficiente si se saben utilizar
Respecto al clamor demag¨®gico de esas "aguas que se perdieron en el mar" durante la ¨²ltima crecida del Ebro, de nuevo ser¨ªa necesario llamar a la sensatez a quienes tienen la obligaci¨®n de disponer de informaci¨®n y de un m¨ªnimo de formaci¨®n. M¨¢s all¨¢ de la importancia ecol¨®gica de esas crecidas y de su vital trascendencia para las pesquer¨ªas marinas, cuando un r¨ªo baja en crecida, sea el Ebro, el J¨²car o el Segura, lo ¨²nico que se puede hacer es evacuar caudales al mar. Por un gran canal, para eventuales trasvases, apenas podr¨ªa derivarse el 2% de una riada ordinaria.
Ante los agrios debates reabiertos, es necesario aclarar que los trasvases son una p¨¦sima estrategia para prevenir y gestionar sequ¨ªas. La raz¨®n radica en que las sequ¨ªas no son locales sino regionales. En nuestro caso suelen afectar, cuando menos al ¨¢rea mediterr¨¢nea. Por ello, cuando el Segura entra en sequ¨ªa, el J¨²car, el Ebro y el Llobregat suelen sufrir tambi¨¦n, en una u otra medida, estr¨¦s h¨ªdrico. El propio Plan Hidrol¨®gico promovido en su d¨ªa por el Partido Popular preve¨ªa, eso s¨ª, en la letra peque?a de los anexos, que el 20% de los a?os, es decir, los a?os de sequ¨ªa, no se podr¨ªa trasvasar ni un metro c¨²bico.
La Agencia Catalana del Agua es consciente de todo ello y, de hecho, tiene dise?ado un plan muy razonable basado en las opciones de desalar aguas de mar y desalobrar aguas del acu¨ªfero del Llobregat (la desalobraci¨®n del acu¨ªfero del Bes¨°s ya est¨¢ en servicio). El problema es que la gran planta de ¨®smosis inversa del Llobregat, en construcci¨®n, que ofrecer¨¢ 200.000 metros c¨²bicos al d¨ªa, por desalaci¨®n de aguas marinas o de aguas del acu¨ªfero, no llega a tiempo para resolver las angustias actuales.
Se trata, por tanto, de poner en marcha un plan de emergencia coyuntural muy especial, que probablemente no haya que reeditar nunca m¨¢s en el futuro. Un plan en el que hemos de poner sobre la mesa todas las posibilidades, para acabar escogiendo las que sean m¨¢s razonables desde el punto de vista ambiental, social y econ¨®mico.
La ministra Narbona, en su primera intervenci¨®n sobre la cuesti¨®n, ofreci¨® una opci¨®n muy razonable: organizar con urgencia lo que se denomina en la Ley de Aguas un "centro de intercambio", similar a los famosos bancos de agua de California. Tal centro deber¨ªa negociar la cesi¨®n de derechos de riego al ¨¢rea metropolitana de Barcelona, mientras dure la sequ¨ªa, a cambio de las pertinentes compensaciones econ¨®micas. A principios de los noventa, Sevilla sufri¨® dram¨¢ticos cortes de agua que afectaron a cientos de miles de familias. Hoy, probablemente, pocos recuerden c¨®mo se resolvi¨® la situaci¨®n. Pues bien, no fue preciso ni un trasvase desde el Mi?o, ni una desaladora en Sanl¨²car. Bast¨® con un anuncio en prensa que ofrec¨ªa 7 pesetas por metro c¨²bico a los regantes del Bajo Guadalquivir que quisieran ceder caudales a Sevilla (por entonces, regando arroz o algod¨®n obten¨ªan un beneficio neto que no llegaba a 4 pesetas por metro c¨²bico).
Obviamente el regad¨ªo en Cuencas Internas de Catalu?a no es el del Bajo Guadalquivir; pero esta opci¨®n puede ofrecer caudales no despreciables. Aunque en el Llobregat, al parecer, ya se han intercambiado las aguas de riego por retornos depurados, y en el Bes¨°s hay poco regad¨ªo, habr¨ªa que explorar a fondo todas las posibilidades, incluyendo los regad¨ªos del Ter. Regad¨ªos que demandar¨ªan compensaciones de cierta entidad, al estar en juego cosechas de fruta y hortaliza. Sin embargo, reservando caudales para garantizar la vida de los ¨¢rboles, la compensaci¨®n de las cosechas ser¨ªa el ¨²nico coste a cubrir, al existir infraestructuras de transporte a Barcelona. Desgraciadamente, en esta ocasi¨®n, el Ter tambi¨¦n sufre la sequ¨ªa y hay escasos caudales de riego.
El transporte de aguas en barco desde el sur de Francia deber¨ªa suponer menos de 5 €/m3. Sin embargo, la premura de la situaci¨®n y la falta de escr¨²pulos de las navieras est¨¢n disparando los costes. Por otro lado, un trasvase de emergencia desde el Alto Segre tiene varios problemas: en primer lugar, el Segre, que tambi¨¦n est¨¢ en sequ¨ªa, no ofrece hoy por hoy caudales disponibles; por otro lado, si llegara a haber caudales, los regantes leridanos reclamar¨ªan sus derechos; y por ¨²ltimo, los movimientos ciudadanos del Bajo Ebro reclamar¨ªan esas aguas para preservar el Delta. La opci¨®n de trasvasar desde el Alto Segre s¨®lo caudales adquiridos previamente a los regantes, permitir¨ªa garantizar en el Delta el mismo caudal que hubiera llegado si no se produjese ese trasvase coyuntural. En todo caso, el coste del metro c¨²bico podr¨ªa elevarse por encima de 3 o 4 €/m3, sobre todo por la amortizaci¨®n de unas obras que s¨®lo servir¨ªan en esta ocasi¨®n, para luego desmontarse.
El resto de opciones de trasvase barajadas, en ning¨²n caso llegar¨ªan a tiempo para resolver la emergencia en cuesti¨®n y, por tanto, deber¨ªan contrastarse con la alternativa de desalaci¨®n en curso, explicada anteriormente. A este respecto convendr¨ªa recordar que hace ya m¨¢s de una d¨¦cada, los presupuestos previstos para el trasvase del R¨®dano supon¨ªan 0,7 €/m3. Hoy no ser¨ªa menos de 1 €/m3; es decir, cuatro veces m¨¢s que desalobrar aguas del acu¨ªfero y m¨¢s del doble que desalar aguas marinas.
Me temo que el calendario electoral y la irresponsabilidad pol¨ªtica de unos y otros nos han llevado a un punto en el que, una situaci¨®n de por s¨ª dif¨ªcil se est¨¢ convirtiendo en mucho m¨¢s dif¨ªcil. Y hablo de irresponsabilidad de unos y otros porque, m¨¢s all¨¢ de las responsabilidades evidentes de la Generalitat, debemos considerar las de una oposici¨®n dispuesta a transformarlo todo en arma electoral.
En este contexto se puede comprender, aunque no justificar, la tardanza en abordar los pertinentes procesos de negociaci¨®n con las diversas partes implicadas en posibles soluciones. Emergen incluso responsabilidades del Gobierno central y de Gobiernos aut¨®nomos, como el de Arag¨®n y el de Navarra, a la hora de asumir los caudales ambientales m¨ªnimos en el Delta que los expertos propusieron hace ya tiempo. Ello exige, de una vez por todas, redimensionar las pretensiones insostenibles de nuevos regad¨ªos en estas comunidades, e incluso en Catalu?a, donde la Generalitat sigue promoviendo enormes superficies de nuevos regad¨ªos. Mientras esto no quede claro, cualquier propuesta de trasvases desde la Cuenca del Ebro contar¨¢, y con raz¨®n, con una fuerte oposici¨®n, cuando menos en el Delta.
Se dice que no hay mal que por bien no venga. Esperemos que as¨ª sea y que este mal trago nos lleve a organizar adecuadamente nuestra inteligencia colectiva frente al cambio clim¨¢tico.
Pedro Arrojo Agudo pertenece al Departamento de An¨¢lisis Econ¨®mico de la Universidad de Zaragoza.
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