La r¨¦plica da un respiro a Rajoy
El l¨ªder del PP recibe el aplauso un¨¢nime y en pie de su grupo al inicio y al final
Mariano Rajoy ya tiene algo que en el Parlamento brit¨¢nico es toda una tradici¨®n catalogada de manera gr¨¢fica: los back benchers (los que se sientan atr¨¢s). Son los diputados veteranos que no tienen poder org¨¢nico pero s¨ª influencia, se colocan al fondo, y suelen ser los m¨¢s cr¨ªticos con el l¨ªder. En Inglaterra le atizan en p¨²blico y casi todos los d¨ªas -de all¨ª vinieron los reproches m¨¢s duros que escuch¨® Tony Blair por la guerra de Irak-; en Espa?a en privado y s¨®lo a veces.
"Ha callado muchas bocas. Esperanza Aguirre tendr¨¢ que seguir esperando"
Algunos se quejaron de que hubiera gastado demasiado tiempo en defenderse
Y ayer, en esos asientos de atr¨¢s estaban aznaristas de pro como Miguel ?ngel Cort¨¦s o Eugenio Nasarre, personajes de mucho peso en las ¨²ltimas semanas como Manuel Pizarro, Esteban Gonz¨¢lez Pons o Juan Costa, y hasta Eduardo Zaplana, el ex portavoz, que ha dejado su sitio al lado de Rajoy por otro mucho m¨¢s alejado. Pero todos ellos, como uno solo, se levantaron tras la r¨¦plica de su l¨ªder para aplaudir puestos en pie.
Cuando arranc¨® su discurso inicial, le¨ªdo en algunos tramos con ese tono monocorde que tanto le critican interna y externamente, varios diputados y senadores -hab¨ªa representantes de las dos c¨¢maras- se preocuparon. El escaso entusiasmo que genera el l¨ªder es algo que ha reconocido incluso indirectamente el propio Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar en un mitin en Le¨®n. Pero despu¨¦s vino la r¨¦plica, y ese aplauso que antes de arrancar Rajoy muchos respetaron por disciplina, al final pareci¨® m¨¢s sincero. "Todos sabemos que es un buen parlamentario. Eso no lo ha puesto nadie en duda, ni siquiera los que creen que Aguirre ser¨ªa una mejor candidata en 2012 y que Rajoy no puede volver a presentarse. La r¨¦plica ha salvado el discurso", sentenciaba uno de los diputados habitualmente m¨¢s cr¨ªticos con Rajoy.
"Ha callado muchas bocas. Incluso los que tenemos dudas por el equipo tan inexperto que ha elegido para el Congreso hemos comentado que Esperanza Aguirre, que estaba esperando un fracaso para tener m¨¢s argumentos, tendr¨¢ que seguir esperando", comentaba otro.
No todo eran buenas palabras. Algunos se quejaban de que, pese al ¨¦xito en la r¨¦plica, el l¨ªder hubiera gastado casi todo su tiempo en defenderse de los ataques de Zapatero y en justificar su voto negativo, en vez de hacer un poco m¨¢s de da?o. Pero las cr¨ªticas no eran ni parecidas a las palabras gruesas que se han escuchado en los corrillos de la ¨²ltima semana.
Incluso los m¨¢s esc¨¦pticos reconoc¨ªan que el debate de investidura es algo muy complicado para un l¨ªder de la oposici¨®n, porque no tiene sentido empezar enseguida a atacar por los cuatro a?os anteriores y el presidente siempre puede responder a cualquier reproche, como hizo, recordando que la mayor¨ªa de los ciudadanos acaban de darle la raz¨®n al votarle. Por eso en su grupo gust¨® mucho que Rajoy se riera de Zapatero cuando le pidi¨® que plantee alternativas. "Ya me gustar¨ªa presentar mi programa de Gobierno, pero yo no he ganado las elecciones", le espet¨®.
Muchas cosas han cambiado con el nuevo PP, cuyo nacimiento est¨¢ creando una grave crisis interna. Rajoy termin¨® el ¨²ltimo debate del estado de la naci¨®n pidiendo las actas de las reuniones con ETA, y en el primero lleg¨® a acusar a Zapatero de "traicionar a los muertos" a manos de la banda terrorista. Ayer no hubo ninguna acusaci¨®n de ese calibre. Y cuando acab¨® el cruce, Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa, la nueva portavoz, sali¨® a los pasillos para reconocer que, al menos, Zapatero hab¨ªa ofrecido varios pactos y el PP estaba dispuesto "con cautelas y con las cosas por escrito", a escuchar al PSOE. Otros diputados marianistas se?alaban que el l¨ªder hab¨ªa estado h¨¢bil para evitar las "trampas" de Zapatero, esto es cuando trat¨® de arrastrarle a que dijera que su Gobierno no es leg¨ªtimo.
S¨¢enz de Santamar¨ªa, que estrenaba su puesto en un gran debate -aunque no intervino- estuvo toda la tarde pas¨¢ndole papeles a su jefe y aplaudiendo sus intervenciones hasta romperse las manos. De hecho, era la m¨¢s entusiasta, con Jos¨¦ Mar¨ªa Lassalle, redactor de muchos discursos del l¨ªder, que se levant¨® como un resorte para aplaudir al final.
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